Calidez, empatía y respeto hacia la biografía: claves en la atención de personas con problemas de salud mental
Ética y Salud
Expertos en ética y bioética de San Juan de Dios subrayan la importancia de atender a la persona, no solo a su enfermedad, tanto en salud mental como en cualquier área sanitaria o asistencial

En el Centro Asistencial de San Juan de Dios en Málaga aún se escucha el piar de los pájaros. A pesar de su cercanía a la ciudad, un pulmón verde fortifica un espacio asistencial de referencia para toda la comunidad autónoma en lo que a atención de salud mental y discapacidad intelectual se refiere. En 1923 aún no había autovía que conectase esta ciudad con el interior, pero los hermanos de San Juan de Dios debieron pensar que ese palacete victoriano rodeado de árboles centenarios contribuiría, con los adecuados cuidados, a la recuperación de las personas que hasta allí iban a llegar.
Un siglo después, testimonios como el de María G. lo atestiguan. “Entré al Centro San Juan de Dios por recomendación de mi psiquiatra. En un principio me pareció como una idea exagerada. Pero sí que es verdad que no encontraba soluciones a lo que yo sentía, a cómo yo pensaba y a cómo veía el mundo… Y mi experiencia fue muy particular, porque al entrar allí tuve una relajación enorme: fue como una burbuja en mi mundo”, asevera desde la terraza de su casa mirando al mar Mediterráneo, donde se encuentra tras salir de alta hace unas semanas de la Unidad de Salud Mental.
Cada año pasan por este centro en torno a 500 personas. Cada una con sus particularidades, sus batallas y, por supuesto, su propia opinión. Para María G., lo mejor de este centro y lo que más contribuyó a su recuperación, fueron el respeto, el espacio y el afecto con el que los profesionales la trataron. “Me sentí segura”, señala con confianza, mientras relata cómo se sintió incluida en el grupo y cómo apreció especialmente que le dejasen tomarse su tiempo. “Durante mi ingreso he percibido un clima de gran calidez. Tienes que empezar a aceptar que lo que sientes o donde tú estás es un punto de partida. Entonces eso para mí lo más grande que he aprendido en San Juan de Dios”.
Y es que este centro de la Orden en Andalucía, referencia en la atención a la salud mental en la comunidad autónoma, simboliza la calma con la que han de tratarse las patologías de salud mental. Apenas se escucha más que el sonido de unas cotorras, y el vaivén de las hojas de sus árboles mecidas por el viento. Se comprueba al caminar por su Paseo de las Palmeras, donde se vislumbra a pacientes y profesionales charlar sin tener en cuenta ni el reloj, ni los prejuicios.
Precisamente es lo que se pretende inculcar a las nuevas incorporaciones tras la selección de personal. En San Juan de Dios no sólo cuentan la cualificación y la experiencia. También suman los valores y el trato humano a la persona, porque reconocerla como tal es clave en la atención psicosocial que se realiza. “Respetar a una persona significa tomarla en consideración, valorarla, estimarla... En el caso de la persona con un trastorno mental supone reconocer a la persona que hay debajo del trastorno, a la que está más allá del diagnóstico psiquiátrico. El respeto es la actitud básica y previa para empezar a tratar a alguien”, asevera el psiquiatra de este centro asistencial Melquíades León.
Cuando pensamos y hablamos de ética en salud, se tiende a pensar en los conflictos que aparecen en el principio y en el final de la vida. Sin embargo, en la práctica aparece de forma continua en todas las etapas vitales. La responsable del área de Ética de San Juan de Dios en Andalucía y Canarias, la doctora Ángeles López Tarrida, explica que “el cuestionamiento sobre si hacemos lo correcto en la toma de decisiones está presente en temas tan emergentes y de preocupación social como la salud mental o la atención e integración de personas migrantes. Reflexionar y dialogar sobre estos asuntos nos hace cotejar diferentes perspectivas y afrontar la incertidumbre”. En este contexto, hace unas semanas, el Hospital de San Juan de Dios en Sevilla acogía un encuentro sobre Bioética, ‘Diálogo para todos’ en el que profesionales de toda Andalucía se reunieron para escuchar el testimonio de profesionales y usuarios de los dispositivos sanitarios.
En este encuentro regional, dentro de la mesa destinada a la salud mental, el doctor León subrayó que “las principales carencias que padece una persona ingresada en un centro de salud mental son la falta de credibilidad y de empatía”, considerando que, en primer lugar, se hace necesario trabajar desde la visión normalizadora “centrada en las capacidades de la persona y apoyándonos en su responsabilidad; y, en segundo lugar, no olvidando que la persona con enfermedad mental sufre y necesita ser escuchada desde un abordaje afectivo y humanizador, abordaje que va mucho más allá que el alivio de los síntomas; y en tercer lugar, integrando los elementos anteriores en un modelo de trabajo centrado en la persona”, indica.
La importancia de la biografía de la persona: más allá de la biología del paciente
En San Juan de Dios se habla de personas, y no de pacientes. En los distintos dispositivos con que cuenta la Orden en España –más de 80–, se atiende la vulnerabilidad desde el acompañamiento. “Es fundamental tener en consideración la cuestión de respeto a la biografía de la persona enferma. Hay que acoger al huésped desde lo biográfico, no sólo desde lo biológico”, relata Melquíades León, que considera que el desafío principal es “ser capaces de reconocer a la persona, con sus valores, sus creencias, sus opiniones, sus vivencias y su relato e incorporarlo al proceso terapéutico. Para ello lo fundamental es establecer un vínculo relacional de confianza mutua”, señala.
La responsable del área de ética en Andalucía y Canarias, la doctora López Tarrida, explica que acoger a la persona implica atender sus necesidades desde su propia experiencia vital: “no es una enfermedad sino una persona en situación vulnerable con una enfermedad que le genera un desequilibrio al cual ayudamos a restaurar de una manera integral considerando sus faceta física, psíquica, social y espiritual. Cada persona es un ser humano único e irrepetible, y el respeto radica en la asunción de este paradigma”.
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