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Álvaro Romero
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Gestión sanitaria
En el contexto de un sistema sanitario con una demanda infinita, donde el control de costes es fundamental, la innovación farmacéutica es entendida también como un elemento clave para la sostenibilidad financiera y no solo como gasto desproporcionado. Muchos tratamientos nuevos, si funcionan bien, pueden suponer ahorros directos e indirectos significativos en distintas áreas. Según el informe de la Fundación Weber sobre ‘El Valor del Medicamento desde una Perspectiva Social’ (2024), el impacto económico de los medicamentos no solo se limita a su capacidad para mejorar los resultados en salud, sino también en su contribución a la reducción del gasto global en tratamientos, hospitalizaciones y otras intervenciones sanitarias.
Respecto al efecto compensatorio importante en el gasto sanitario directo, en patologías como las enfermedades cardiovasculares, la adherencia a tratamientos con medicamentos eficaces puede reducir la necesidad de hospitalizaciones y procedimientos invasivos, lo que representa una disminución significativa de los costos. Según el informe, la adherencia a tratamientos farmacológicos adecuados en enfermedades como la diabetes mellitus o la hipertensión arterial puede generar ahorros directos del 10% al 15% del gasto total en estas enfermedades.
El informe también destaca el caso del VIH/SIDA, donde la introducción de terapias antirretrovirales ha permitido una reducción de casi un 30% en el uso de otros recursos sanitarios, como hospitalizaciones prolongadas y visitas recurrentes a servicios de emergencia, derivando en un ahorro directo significativo para los sistemas de salud.
Además, la mejora en la calidad de vida y el control efectivo de las enfermedades también se traduce en un ahorro indirecto. Por ejemplo, la reducción del absentismo laboral y el aumento de la productividad de los pacientes tratados con medicamentos innovadores permite al sistema sanitario y a la sociedad recuperar un valor económico adicional. En el caso de la migraña, los tratamientos que previenen episodios severos reducen tanto el absentismo como el presentismo, mejorando así la productividad laboral y generando ahorros indirectos estimados en más de 300 millones de euros anuales.
Como ejemplos, en el abordaje del cáncer, la utilización de terapias dirigidas y medicamentos inmunológicos ha mostrado un ahorro neto al reducir los días de hospitalización y la necesidad de tratamientos paliativos, además de prolongar la vida productiva de los pacientes.
En el ámbito de la diabetes, la adherencia a medicamentos de última generación permite una mejor gestión de la glucosa en sangre, reduciendo complicaciones como enfermedades renales y neuropatías, lo cual disminuye los costos indirectos en más de un 20% en comparación con tratamientos convencionales.
Respecto a las enfermedades cardiovasculares, los tratamientos preventivos con medicamentos para controlar el colesterol y la presión arterial han evitado complicaciones severas como infartos y accidentes cerebrovasculares, representando ahorros directos e indirectos de más de 500 millones de euros anuales solo en Europa.
Por otro lado, mejorar la adherencia en enfermedades crónicas podría traducirse en un ahorro adicional del 10% del coste total en enfermedades de alta prevalencia, como la hipertensión arterial o la diabetes tipo 2. Las intervenciones para mejorar la adherencia —como el uso de nuevas tecnologías y sistemas de administración simplificados— se consideran esenciales para lograr el pleno potencial de ahorro que ofrecen los medicamentos innovadores.
Por último, el citado informe también alude al peso de la industria farmacéutica innovadora como un motor que supone el 2,2% del empleo, el 2,8% de la cifra de negocio, el 3,5% del valor añadido, el 5,6% de las exportaciones y casi el 20% de la inversión en I+D industrial.
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