Del olvido a la emergencia silenciosa

Día Mundial de la Tuberculosis

MSF urge a blindar la cooperación para combatir la tuberculosis, especialmente letal en la infancia

La reducción de fondos de EEUU o Reino Unido lastra los programas sanitarios esenciales

Un médico del Centro de Investigación de Epicentre en Mbarara, Uganda, durante un reconocimiento a un bebé.
Un médico del Centro de Investigación de Epicentre en Mbarara, Uganda, durante un reconocimiento a un bebé. / STUART TIBAWESWA
Ramiro Navarro

31 de marzo 2025 - 09:08

La tuberculosis (TB) es una enfermedad antigua que sigue golpeando con fuerza, especialmente a los más vulnerables, es decir, niños y niñas en condiciones de pobreza. El proyecto TACTiC (siglas en inglés de Detectar, evitar y curar la tuberculosis en niños) de Médicos Sin Fronteras (MSF) está aplicando las nuevas recomendaciones de la OMS en más de una docena de países en África y Asia. Gracias a su labor, ya se ha documentado un aumento en la detección de casos de TB infantil y en el número de niños y niñas que reciben el tratamiento adecuado.

Con motivo del Día Mundial de la Tuberculosis, celebrado el 24 de marzo, Daniel Martínez-García, pediatra y responsable del proyecto de MSF, lanza una advertencia contundente: no se puede bajar la guardia frente a la tuberculosis, y urge a reforzar la cooperación internacional para que los gobiernos prioricen inversiones sostenidas en diagnóstico, tratamiento y prevención.

“La tuberculosis acompaña a la humanidad desde que la humanidad es humanidad, y afecta particularmente a los más pobres y vulnerables”, explica Martínez-García. La enfermedad no es fácilmente transmisible, pero prolifera en condiciones de pobreza extrema, hacinamiento, malnutrición e inmunosupresión. Esto la convierte en un indicador claro de desigualdad social y falta de acceso a la salud.

Desde Médicos Sin Fronteras llevan décadas trabajando para visibilizar la TB como una enfermedad olvidada. “Hemos estado involucrados en desarrollar nuevos tratamientos, bajar precios y mejorar diagnósticos, pero aún no logramos cambios suficientes, especialmente en pediatría”, señala el pediatra. La situación es especialmente crítica en la infancia porque “es muy difícil diagnosticar tuberculosis en niños, y sin un diagnóstico confirmado, muchas veces no conseguimos el aval de las autoridades para iniciar el tratamiento”. La consecuencia es una población infantil doblemente vulnerable ante una enfermedad ya marginada.

Martínez-García denuncia que el desinterés económico mantiene rezagada la investigación en tuberculosis. “La tuberculosis no es una enfermedad atractiva, la gente que necesita tratamiento no tiene dinero, y esto provoca que no haya interés por parte de la industria farmacéutica”, sostiene. Asimismo, añade que, aunque existen tratamientos, son demasiado largos (de 6 a 18 meses), lo que dificulta enormemente su cumplimiento. “La llegada de tratamientos más cortos, como los de cuatro meses, es revolucionaria, pero aún así resultan muy largos para una infección”, matiza.

La problemática se agrava por la falta de pruebas diagnósticas eficaces, especialmente en niños, donde “solo logramos diagnosticar entre el 10 y el 20% de los casos con las mejores pruebas disponibles”. En comparación con otras enfermedades como el VIH o la malaria, donde los test rápidos son accesibles, la TB se mantiene en un atraso alarmante.

El panorama se complica aún más debido a recortes en cooperación internacional. La reducción de financiación proveniente de grandes actores como Estados Unidos o Reino Unido amenaza directamente los programas sanitarios esenciales en países con alta carga de tuberculosis. “Este año puede haber tratamientos asegurados, pero muchos países no tienen garantizada financiación para los próximos años”, advierte Martínez-García. El resultado es un previsible aumento de casos y muertes evitables.

La tuberculosis también funciona como un termómetro social. Martínez-García alerta sobre la conexión directa entre la enfermedad y la pobreza estructural: “Si aumentan los casos de tuberculosis es porque empeoran las condiciones de vida. Es como nuestro canario en la mina”. De hecho, subraya que cualquier disminución en los servicios básicos de salud, nutrición o vacunación repercute directamente en un incremento de casos activos.

La solución, según Martínez-García, no puede venir exclusivamente desde la medicina. “Reducir pobreza y malnutrición y garantizar acceso a los servicios sanitarios son las mejores herramientas que tenemos hoy”, afirma. Además, insiste en que es necesario despertar conciencia colectiva sobre la tuberculosis, no solo en regiones empobrecidas, sino también en países ricos, donde poblaciones marginadas siguen sufriendo en silencio.

Solo la mitad de los diagnosticados recibe tratamiento

Cada tres minutos, un niño muere de tuberculosis. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 1,25 millones de niños, niñas y adolescentes (0-14 años) enferman de TB cada año, pero solo la mitad de ellos son diagnosticados y reciben tratamiento. En 2022, la OMS actualizó sus recomendaciones sobre el manejo de la tuberculosis en niños, niñas y adolescentes. Si estas guías se implementan a nivel global, podrían mejorar drásticamente la atención y salvar vidas.

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