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La alimentación y la piel tienen una conexión muy estrecha ya que al ser el órgano más grande del cuerpo nos da mucha información sobre nuestro estado de salud. A través de ella, podemos ver nuestras luces y sobras fruto del estado interior que muchas veces hace que comamos alimentos de peor calidad.
La piel humana también se transforma según el tipo de comida que entre en el organismo. Los carotenoides, por ejemplo, en alimentos como las naranjas, la yema del huevo, los tomates o las zanahorias son potentes antioxidantes y estimulan la producción de vitamina A. De ahí, que se asocie a las zanahorias con "ponerse moreno".
También está el efecto contrario. La deficiencia de vitaminas hace que la piel esté mucho más pálida o en patologías como la hepatitis que se adquiere un tono amarillento. La piel es una parte importante de nuestra identidad y autoestima y su apariencia puede tener un impacto significativo en nuestra confianza y bienestar emocional. Por eso, hay que vigilar, entre otras muchas cosas, lo que se come.
Hay que partir de la base de que tenemos una genética que ya de por sí habla de nosotros, pero a través de la ingesta de alimentos puedes recibir múltiples beneficios. Si quieres una piel hidratada y flexible, son más propicios unos alimentos o si quieres reducir la inflamación, así como también regenerar las células, deberás incluir otros.
Si empezamos por querer reducir el daño que producen los radicales libres, entonces debes incluir antioxidantes en tu dieta. Consumir alimentos ricos en vitamina C como los que encuentras en los cítricos, fresas, kiwis, pimientos o brócolis o alimentos que contengan vitamina E la cual encontrarás en los frutos secos, semillas, aceites vegetales y espinacas.
Además de evitar el envejecimiento, puedes potenciar su hidratación y flexibilidad a través del consumo de alimentos que tienen ácidos grasos omega-3 como los que encuentras fácilmente en la caballa, las sardinas o el salmón considerado por nutricionistas como Mónica Acha como uno de los géneros a través de los cuales nos nutrimos más de omega-3. Si no eres muy amante de los pescados, también recibes este nutriente a través de las semillas de chía o de lino y de frutos secos como las nueces.
No debes olvidar que la hidratación adecuada es esencial para mantener una piel saludable y radiante. Además de beber suficiente agua, para asegurarte tener una buena hidratación interna, también puedes consumir alimentos ricos en agua tan propios de esta época en la que empiezan a subir las temperaturas y necesitamos estar permanentemente hidratados como son los pepinos, melones y sandías.
Uno de los mayores inconvenientes que tenemos a la hora de cuidarnos la piel es la constancia, por lo que los alimentos ricos en vitamina A como las zanahorias, calabazas y vegetales de hojas verdes son idóneos para la reparación y el mantenimiento de la piel.
Esto es especialmente importante en esta época del año en la que la piel está más expuesta a agentes externos como los rayos solares y, por tanto, sufre más daño porque van impactando en la piel casi sin darnos cuenta. En este sentido, consumir uvas, té verde o chocolate negro te vendrá bien. Si aun así, notas que la piel está inflamada o que está más sensible, la carne, mariscos o legumbres son buenos nutrientes para cubrir esta necesidad.
El sol es un agente bastante dañino para la piel y aumenta el riesgo de envejecimiento prematuro y cáncer de piel. La dieta ayuda mucho a protegerla contra los daños causados por el astro rey como puede ser la pérdida de colágeno, el cual, puedes recuperar de manera natural incluyendo algunos alimentos en tu dieta.
Por otra parte, los efectos que produce la alimentación en el organismo no son inmediatos, tardan más que un medicamento, por ejemplo, por lo que se requiere constancia y que la ingesta de estos alimentos sea tu forma de vida y no algo temporal. Ya lo dijo la farmacéutica y nutricionista materno-infantil, Marta Cárdenas de Eguino con respecto al oscurecimiento del tono de la piel a través de la ingesta de betacarotenos, "esto no lo puedes hacer un mes antes del verano, hay que hacerlo durante todo el invierno para que tenga efecto, pero sobre todo, se trata de proteger la piel".
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