Cinco años del Covid-19

Salud Sin Fronteras

Durante este lustro, se ha fortalecido el sistema de vigilancia epidemiológica y se está trabajando en una red industrial que permita la autonomía estratégica en España y en Europa

Personal sanitario haciendo test  a la ciudadanía durante los meses duros de la pandemia en 2020.
Personal sanitario haciendo test a la ciudadanía durante los meses duros de la pandemia en 2020. / Ramón Aguilar
José Martínez Olmos - Ex sec. general del Ministerio de Sanidad y profesor de la EASP

10 de marzo 2025 - 08:22

Se cumplen 5 años de la decisión de aplicar un confinamiento de la población en todo el país a causa de la pandemia causada por el virus del SARS-CoV-2 y cuyas consecuencias, en términos de mortalidad y número de personas enfermas, fueron devastadoras en todo el mundo.

España sufrió un periodo enormemente complicado, al igual que el resto de países, en el que el miedo, la incertidumbre, el colapso de los servicios sanitarios y la enorme afectación a la economía y al funcionamiento de las empresas generó un daño irreparable causado por una nueva enfermedad, frente a la que se carecía de casi todo.

Esta semana, auspiciado por la Fundación Axa y Periodismo 2030, he tenido la ocasión de compartir en Santander y Oviedo reflexiones sobre la pandemia del COVID-19 con otras personas expertas, coincidiendo con la conmemoración del quinto aniversario de aquel confinamiento.

Hemos reflexionado sobre la pregunta de si hay posibilidad de que pueda producirse una nueva pandemia en el futuro. La coincidencia general entre las perspectivas expertas es que cabe esperar una nueva pandemia en el futuro aunque es imposible pronosticar cuándo ocurrirá, ni qué enfermedad será la que protagonizará el daño, ni qué gravedad o impacto tendrá en la salud, en el sistema sanitario o en el sistema productivo de cada país.

Esto es algo suficientemente documentado ya que las zoonosis forman parte de la historia de las enfermedades, su extensión a grandes cantidades de personas generando daños a la salud es también algo documentado desde hace muchos años y, además, la globalización actual de nuestras sociedades permite la extensión de enfermedades infecciosas por todo el globo terráqueo en un espacio de tiempo muy corto.

Luego es necesario asegurar una preparación ante la eventual aparición de una nueva pandemia, aun cuando tengamos la incertidumbre de no saber cuándo ocurrirá, ni qué enfermedad será la que protagonizará el daño, ni qué gravedad o impacto tendrá en la salud o en el sistema sanitario. Pero sí que sabemos que podrían ser necesarios recursos extraordinarios para el diagnóstico, para la protección (sean mascarillas, equipos de protección individual y otros), para la asistencia (fármacos comunes, respiradores de UCI, salas de uso múltiple que puedan transformarse en espacios con camas de UCI o de hospitalización, nuevas consultas, hospitales de campaña y otros) o tener autonomía estratégica en la producción y distribución de medicamentos y vacunas. Una reserva estratégica y una previsión de recursos para actuación rápida.

Hoy estamos mejor preparados que en 2020 aunque aún falten algunos pasos por dar. Se dispone de reservas estratégicas que en aquel momento no se tenían, está en proceso de aprobación en las Cortes Generales la Ley de Creación de la Agencia Estatal de Salud Pública, que aunque lleve 14 años de retraso desde la previsión de puesta en marcha prevista en la Ley General de Salud Pública, apunta a que en pocos meses estará en marcha. Se ha fortalecido el sistema de vigilancia epidemiológica y se está trabajando en crear una red industrial que permita la autonomía estratégica en España y en Europa.

Esto es algo así como ver el vaso medio lleno o medio vacío, pero es verdad que aunque faltan muchas piezas en el puzzle, también hay más capacidad de respuesta, aunque no hay que conformarse y hay que seguir insistiendo en dar más prioridad a la salud pública y al sistema público de salud. El fortalecimiento de la atención primaria es una asignatura pendiente que lastra nuestra capacidad de respuesta y urge solucionar las debilidades objetivas que tiene el primer nivel de atención.

Es muy grave y preocupante la decisión de Trump por la que EEUU ha abandonado la OMS porque debilita la capacidad de una actuación efectiva en el ámbito de la vigilancia epidemiológica internacional, que es clave para la prevención o la respuesta inmediata cuando ello sea necesario y, por tanto, para una actuación adecuada en casos de crisis sanitarias globales. Y es que una nueva pandemia volverá a poner de manifiesto la importancia de actuaciones globales y no solo locales. Y con una OMS más débil por tener una desconexión de un país tan importante como Estados Unidos, somos y seremos más vulnerables. Queda mucho por hacer.

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