Actividad física: puro beneficio para mayores
Bienestar
El Área municipal de Deportes de San Fernando, el voluntariado de Cruz Roja y el centro de yoga Avatar destacan las bondades de la práctica deportiva para la salud física, mental y social
San Fernando/"Cuando reiniciamos la actividad llamamos para que dejaran el sedentarismo de la pandemia". Rafael Bey, coordinador de Actividades del departamento de Actividad y Desarrollo del Deportes de la Concejalía de Deportes de San Fernando, defiende la importancia de la actividad física en personas mayores por la influencia positiva que tiene en su día a día, por la ruptura que supone del aislamiento social. "Es una actividad integradora", apunta José Manuel Saborido, voluntario que imparte el taller de Gimnasia Educativa de Cruz Roja en el centro cívico de La Ardila. "Cualquier actividad física, también al aire libre, es puro beneficio. Saca a la gente de su casa", opina Natividad Domínguez, presidenta de la Asociación Centro Avatar del Crecimiento del Ser.
Los meses de confinamiento por la pandemia del covid-19 resultaron duros para los ciudadanos, pero especialmente hicieron mella en las personas mayores, que padecieron la soledad de la parálisis de la actividad. Quienes tenían familia sufrieron la distancia. Quienes, solos, mantenían una vida social se quedaron sin ese apoyo fundamental. El aislamiento afectó al ámbito social, y por tanto a la salud mental, pero también al aspecto físico. Salir de esa congelación no fue fácil, sigue sin serlo. Por eso, volver al deporte o apuntarse a nuevas experiencias de este tipo resulta fundamental para recuperar el pulso a la vida.
En el pabellón del Parque Almirante Laulhé dos grupos de mayores realizan ejercicio tres días a la semana, "tres horas, que es lo que se recomienda a estas edades". Hay dos niveles, uno para mayores de 60 años de mantenimiento y otro para mayores de 80, y cada uno adapta el tipo de trabajo físico a las capacidades de los usuarios. De ese segundo grupo, cuenta Rafa Bey, la mayoría lleva casi 20 años. Han pasado, expone, de realizar la actividad en la piscina de La Magdalena a hacerla en pista. "Es una cuestión de comodidad para ellos, así es más fácil. Si te fijas, vienen con la indumentaria con la que están más cómodos", observa. Mallas, pantalones de chándal, pantalones más deportivos e incluso con camisa... da igual lo importante es que ejecuten la rutina, "de intensidad baja-moderada".
Su monitor, Miguel Ángel, les propone movimientos lentos, pausados, analíticos, con los que trabajan la movilidad, el equilibrio, la coordinación. Instructor de tai-chi, también les introduce algunos pasos "de control postural, con los que ponen a trabajar esos músculos que normalmente no se activan", comenta Bey. Abajo, en la pista del pabellón, el ritmo de la clase de María Jesús es superior, con música, con ejercicios más rápidos.
La actividad con los mayores se reactivó en cuanto las restricciones por el covid-19 lo permitieron. "Algunos volvieron, otros lo hicieron cuando comprobaron las medidas que aplicábamos, como la reducción de aforos, la distancia de seguridad, el uso de la mascarilla", señala el coordinador de Actividades de Deportes, que insiste en que algunas de esas normas se mantienen, como el aforo del grupo específico de mayores, por ejemplo, la cita previa para la sala de musculación o la limpieza entre clases. "No se ha producido ningún contagio", destaca como muestra de ese empeño por cumplir los protocolos.
A pesar de la situación era necesario el regreso de la actividad deportiva por las bondades que implica para todos, pero especialmente para las personas mayores. "Para su vida normal es una ayuda", abunda Rafa Bey: levantar los brazos para peinarse, agacharse para poner una lavadora o hacer la cama. "Atarse los cordones. Subir una escalera", añade otros ejemplos a esa lista José Manuel Saborido. En el taller de gimnasia que imparte en el centro cívico de La Ardila, una de las actividades del programa de mayores que gestiona Cruz Roja, trabaja la movilidad, la flexibilidad, la fuerza, el equilibrio, "para que no se caigan por las calles cuando el suelo está irregular", porque además muchos de los participantes son personas con dificultades físicas o edad avanzada.
Como el técnico del Área de Deportes del Ayuntamiento isleño, también menciona la dinámica afectiva que permite este tipo de encuentros. “A veces les dices cabeza arriba y están mirando a un lado porque están charlando con otra persona”, comenta entre risas, pero satisfecho por que interactúen. "Se integran", sentencia para mencionar uno de los beneficios fundamentales de estas citas semanales. En el centro cívico de La Ardila existe actualmente dos grupos de nivel básico, uno algo más avanzado que el otro, y un grupo intermedio, "que pide más de caña. Se me están viviendo arriba". En estos días se ha interesado otra persona por dar clases, que se uniría a Saborido y su mujer, que le echa una mano. La idea es crear un grupo avanzado, pero por el momento y ante la falta de monitores hay una lista de espera de 20 personas. "El boca a boca ha sido espectacular", admite.
Avatar ya ha recibido llamadas estos días tras confirmarse la vuelta del Yoga en las barriadasYoga en las barriadas. Quienes se unieron el año pasado a la propuesta "están deseando volver". La entidad detectó las limitaciones para la actividad que se daba en sala, la falta de libertad para la práctica y decidió salir a la calle, y además optó por la periferia. Querían romper con el auto aislamiento, mostrar a la ciudadanía que era posible volver, y lograron una gran aceptación.
Los ejercicios de respiración eran más necesarios que nunca en pandemia por el alivio que supone para la salud respiratoria. "Te hace ser consciente y eso te permite situarte en el presente, no vivir el antes o el después, y eso evita el miedo, el pánico, incluso minimiza los problemas cognitivos y de demencia senil. Ayuda a recuperar la audacia de pensamiento", describe Natividad Domínguez. Coordinación, lateralidad, equilibrio se trabaja en el yoga. Incluso mejora el estado de animo lo que ayuda a reducir el estrés y repercute en el sueño "que no es bueno en las personas mayores".
"Después de 18, 20 meses aislados están los beneficios sociales que aporta la práctica en grupo", sostiene después de que algunas personas reconocieran la soledad vivida. Avatar echa de menos las clases que daban en la residencia San José donde participaban todos, incluso en silla de ruedas, "porque se integra a todos, sin que se den cuentas, sin que se les limite".
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