Adiós definitivo a la Ayudantía de Marina
Defensa derriba este inmueble situado en la Glorieta por su mal estado José Julio Roldán trabajó allí durante años y ahora recuerda lo que era la Oficina de Reclutamiento
"La mili era muy importante para el pueblo. Con las juras de bandera venían autobuses enteros de familiares y después se metían en los bares. Era negocio para La Isla. Lo sentí mucho cuando la quitaron, por lo que significaba". José Julio Roldán Jiménez rescata de su memoria los recuerdos de muchos años de su etapa en la oficina de reclutamiento que se ubicaba en la Ayudantía de Marina, en la Glorieta, un edificio que el Ministerio de Defensa ha comenzado a derribar esta semana, ante el mal estado en que se encontraba.
Tras comprobar su situación, explican desde el Instituto de Vivienda, Infraestructuras y Equipamientos de Defensa (Invied), se procedió a solicitar los permisos necesarios para ejecutar el derribo de este inmueble. Primero, detallan, se ha trabajado en el interior, formado por numerosas habitaciones, para luego continuar por la fachada. Atrás quedan años en desuso, propuestas para una posible utilización (sede del conservatorio de música, albergue juvenil o biblioteca, entre otros) y los intentos por vender este espacio. Ahora, especifican, quedará como local.
Desaparece de esta forma unas dependencias de la Armada de gran historia y vinculación con la ciudad. José Manuel Quiñones, vecino de la zona, reconoce que era impresionante la actividad constante que tenía. "Tenía mucha vida, trabajaba mucha gente, guardaba un gran patrimonio. Eran unas oficinas nobles", apunta. Con unas dimensiones grandes, albergaba, recuerda de cuando era niño, la oficina de reclutamiento de la Marina y los Juzgados militares. "Por General Lobos se accedía a los Juzgados, por Sequero Glorieta estaba la entrada a las oficinas para matricularse para hacer la mili en Marina", comenta. Allí vivía, apunta, "Antonio con su familia". Se refiere a Antonio Roldán, el hijo menor de José Julio Roldán Jiménez, funcionario de Marina que residía en el recinto y que trabajaba junto a un sargento o un brigada en las labores de reclutamiento. "Los quintos se inscribían, se tallaban y entraban a hacer la mili", explica sobre aquellos años. "Por año venían seis cursos. El sargento o un cabo o un civil los acompañábamos de allí al cuartel con sus cartillas", rememora.
Al edificio de la Glorieta, a la Ayudantía de Marina, se trasladó desde otro inmueble, situado en la calle General Serrano, donde se hacía el reclutamiento. "Yo nací allí", añade Antonio, que calcula que estaría en tercero de la EGB cuando cambiaron de casa. La vinculación de la familia con la Armada es grande. "Yo cumplí el servicio militar, que era de dos años entonces, y solicité entrar. Allí me quedé y me retiré". Fueron cerca de 50 años de historia compartida y de vida dedicada a la Marina, que se cerraron destinado en el Club Naval de Oficiales, donde le dieron la Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco.
"Con 16 años me embarqué. Me gustaba", vuelve a poner el acento José Julio en esa relación especial que tenía con la vida militar. "Si fuera joven de nuevo volvía a entrar, no tengo dudas", desvela entre risas. Las imágenes de esa Isla con tropas desfilando y de juras de bandera no se le olvidan; disfrutaba de esos momentos, reconoce. Fueron años estupendos, según sus propias palabras. En la oficina de reclutamiento "éramos una familia", no había roces, reinaba el compañerismo, con todo el personal, también con los jefes. "Cuando me encuentro a algunas personas de entonces recordamos cómo era, aunque me da pena. Era un gran negocio para la ciudad", defiende con nostalgia.
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