¿Adiós a una vida a pie de La Casería?
Denuncia social Proyecto para la playa de La Casería y aledaños
Veinte años lleva José Ramón viviendo en una de las estructuras junto a la playa, que ahora ve peligrar por los planes para la zona
Quizás, desde que están las torres. Quizás, desde que se plantea construir un paseo marítimo. Quizás, desde que se habla de regenerar la playa. "Esto nunca ha sido una playa de verdad", señala José Ramón Sánchez, un vecino de La Casería, de primera línea, con unas vistas privilegiadas, aunque con pocas comodidades para lo que la mayoría de las personas están acostumbradas. Porque José Ramón vive en una de las casetas construidas a los pies de la Bahía, en el saco interior de ésta, en pocos metros cuadrados, donde tiene una cocina, una televisor que en nada se parece a las tan de moda pantallas planas, con unas banquetas bajas por silla, con cuarto de baño separado del resto de la vivienda. Donde huele a mar. Todo eso teme perder ahora, cuando los políticas plantean cambios para la zona. Quizás, por las torres, quizás por la playa, quizás por el paseo marítimo.
José Ramón lleva con ese temor mucho tiempo, con la preocupación de perder el lugar en el que pasa su vida. "Cuando el proyecto para arreglar la zona salió hace seis o siete años todos nos preocupamos porque querían echarnos a la calle, sin nada. No entraba en sus planes la expropiación", cuenta. Tampoco favorece a sus intereses, y al de otro hombre que vive allí, y al de los pescadores que guardan allí sus útiles de pesca, la construcción de las torres, que erigen inmensas a escasos metros, porque "para poder vender necesitan algo estéticamente mejor cerca", apunta este ciudadano.
Las alarmas sonaron en la cabeza de José Ramón hace unas semanas, cuando el PSOE local se acercó a la zona para hablar de los planes para este espacio, una paseo marítimo hasta el centro comercial. "Ya sé que no hay fecha, pero todo depende de lo que quieran o insistan los políticos", reconoce. Pero, siempre seguirá luchando por esta casa, en la que vive desde hace 20 años, donde crió a sus hijos, que viven ahora en el barrio, como "siempre he luchado por esto", sostiene. Las casetas pasan de padres a hijos, los pescadores artesanales siguen pa'lante, cuenta. "Alguno ha alquilado una garaje para guardar las cosas de la pesca en caso de que nos quiten esto". ¿Ha pensado él en qué hará si se queda sin este vivienda? "Pues le he dado muchas vueltas, me lo he planteado pero no sé. Podría ir con mi madre, buscar un albergue...", responde.
Y todas esas ideas y las preocupaciones que las provocan son como una losa, define. "Llevamos años pensando que nos van aquitar esto. Eso te hace sufrir, que te van a sacar del sitio donde vives. Te hace polvo. Y como tú no eres nada", advierte, duro. Muy duro.
José Ramón fue confitero 27 años. Los últimos 26 meses ha trabajado de guarda en la estación de tren de Joly Velasco. El lunes se quedó en paro. El viernes, mientras contaba su historia, arreglaba la red de un pescador. La estaba emplomando. Otras veces le pone los corchos. El día antes había plantado un rosal, fuera de su casa. Hace dos meses plantó otro. Ha colaborado en dos documentales sobre la zona, También hace esculturas en la piedra ostionera. Esculpe caras. Adornan su casa.
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