Ainhoa, entrañablemente cerca de San Fernando

De la Ópera de San Francisco, a Tokio y el mes que viene en el Teatro Maestranza de Sevilla, donde estrenará Manon Lescaut de Puccini, la soprano Ainhoa Arteta pasa por uno de los mejores momentos de su carrera profesional

La soprano Ainhoa Arteta, en la iglesia conventual del Carmen de San Fernando, durante el concierto del Bicentenario que ofreció en la noche del sábado.
La soprano Ainhoa Arteta, en la iglesia conventual del Carmen de San Fernando, durante el concierto del Bicentenario que ofreció en la noche del sábado.
Jesús Sánchez-Ferragut

18 de noviembre 2013 - 05:01

Organiza: Ayuntamiento de San Fernando. Patrocina: Endesa Gas T&D. Intérpretes: Ainhoa Arteta, soprano; Marco Evangelisti, pianista. Programa: C. Monteverdi: Io la Musica son…; A.Vivaldi: Sposa son..; D. Scarlatti: Sonata K11; Mozart: Ave verum corpus; C. Frank: Panis angelicus; F. Mompou: Cantar del alma; C. Debussy: Prélude nº 8; C. Guastavina: La rosa y el sauce; E. Granados: La maja de Goya/ El majo tímido/El majo discreto; J. Turina: Los dos miedos cantares. Lugar: iglesia conventual del Carmen, San Fernando. Aforo: completo.

De la Ópera de San Francisco, a Tokio y el mes que viene en el Teatro Maestranza de Sevilla, donde estrenará Manon Lescaut de Puccini, la soprano Ainhoa Arteta pasa por uno de los mejores momentos de su carrera profesional.

Cuando me enteré que venía Arteta a San Fernando, quizá por los éxitos cosechados últimamente, o por ser el centenario, pensé que veríamos un recital de obras de Verdi, sin embargo, esa fue la primera sorpresa del recital, aunque no la única. Ya les cuento.

Vaya por delante, el decirles que disfruto con los programas que te hacen reflexionar. Y eso es lo que trajo Ainhoa junto con el pianista Marco Evangelisti: un programa estructurado, trabajado y además, agradable, que recorrió una gran parte de la historia del canto.

L'Orfeo, favola in música, de Claudio Monteverdi, es considerado por muchos musicólogos el origen de la ópera, según las estructuras actuales del género. Fue compuesto en 1607 y Ainhoa eligió para comenzar, un aria de su prólogo: Io la Musica son ch'ai dolci accenti, donde La Música se personifica para explicar el texto y presentar a los personajes. La versión de Arteta, estupenda.

Un siglo más tarde, en 1735, Vivaldi compondría Bajazet, una de sus más de cuarenta óperas. Esta estupenda obra, que aún se representa, tiene una preciosa aria en su acto segundo: Sposa son disprezzata, que Ainhoa interpretó en segundo lugar.

La tercera obra elegida por la soprano, el Ave María de Giulio Caccini, compositor nacido en el s.XVI, es todo un reto para cualquier cantante lírica, y me confirmó la segunda y muy agradable sorpresa de la noche, al comprobar en directo que Ainhoa está en uno de sus mejores momentos musicales. Muy centrada en el rol de soprano lírica, y con una voz mucho más redonda que cuando tuve la ocasión de verla en el Teatro de las Cortes en 2004 y en 2008. Su voz se ha anchado, y sin perder su característica potencia vocal, se ha hecho con los registros medios de una manera más que notable, a la vez que convence en las notas más bajas de la partitura. Creo que en esto coincido con algunos de los que la han podido ver a lo largo de 2013.

La parte del recital dedicado a la música barroca y antigua acabó con la Sonata K 11 de Domenico Scarlatti, interpretada correctamente por Evangelisti, aunque en una versión que a mí me pareció un poco más rápida de lo habitual.

La parte central del programa estuvo dedicada a Mozart, Franck y Mompou. Del primero, su Ave verum corpus, y del segundo el Panis Angelicus, me hubiera encantado que Ainhoa las hubiera podido cantar con el acompañamiento del órgano de la Iglesia del Carmen, pues la ocasión y el incomparable marco lo merecían, pero es evidente que hay cosas que no se pueden realizar, por mucho que uno lo desee, aunque quien sabe si en otra ocasión…

Especialmente emocionante fue la interpretación del Cantar del alma de Federico Mompou, con letra de San Juan de la Cruz, porque, en frase de Ainhoa, el alma nunca muere y esta canción está dedicada al querer del alma, un amor inmortal. Brava Ainhoa, que supo crear un ambiente de recogimiento y meditación, a través de la maravillosa música de Mompou.

Por último, la parte final del recital estuvo de dicada a lo hispano, a través de Guastavino, Granados y Turina. Desde el primer fraseo de La rosa y el sauce, obra del argentino Carlos Guastavino (autor de la famosa canción Se equivocó la paloma, con letra de Alberti), Ainhoa desplegó toda su capacidad dramática y puso al cien por cien su potencia vocal. La gracia, el desparpajo y la simpatía vinieron luego, de la mano de Granados y Turina, y Ainhoa tuvo un entrañable detalle al dedicar la obra de Turina a San Fernando, como cuna de Camarón. De propina, al finalizar, un clásico donde los haya: O mio Babbino caro de Gianni Schicchi de Puccini.

La iglesia conventual del Carmen y la realización de recital fueron también agradables sorpresas: un marco incomparable, donde se cuidaron todos los detalles, incluido el extraordinario piano Steinway & sons gran cola traído ex profeso para la ocasión. El público asistente, que abarrotó el templo, disfrutó de un concierto realmente a la altura de la celebración de un Bicentenario.

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