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“En las Callejuelas viven familias nuevas, pero la esencia continúa”

Alfonso Pavón, autor de 'Callejuelas. Contra viento y marea'

Acaba de publicar 'Callejuelas. Contra viento y marea', la segunda parte de su primera novela que tanto le reclamaban los lectores

Alfonso Pavón, con la segunda parte de’Callejuelas’ en sus manos. / Román Ríos

San Fernando/En los planes de Alfonso Pavón no estaba escribir una segunda parte cuando se embarcó en la aventura de escribir Callejuelas. Ni olvido ni perdón.CallejuelasNi olvido ni perdón Sin embargo, la insistencia de los lectores hizo que cambiara de idea, a pesar de la opinión contraria de amigos, escritores o su propia familia. "El listón estaba muy alto, pero motivado por los lectores me lancé", reconoce el autor de Callejuelas. Contra viento y marea con la que cierra la historia de Antonio y María, esta vez con la posguerra como telón de fondo.

Ese contacto con los lectores, esos comentarios de quienes han disfrutado de su obra y así se lo transmiten "es lo más para un escritor". "Uno no pretende llegar a ser un best-seller, pero sí llegar al mayor número posible y removerle los sentimientos. Hacer sentir, si después te lo trasladan, es lo más", comenta Pavón. El mensaje que recibía era claro: querían más y consideraban que la historia merecía otro final.

Este nueva empresa no partía de cero, sin embargo, porque el escritor tuvo que hacer una trabajo de corte del manuscrito inicial. "Tenía escrito como seis capítulos más de la primera novela, pero me entró un poquito de pánico de que fuese un mamotreto y decidí pararla y fui hacia atrás para encontrar un punto de corte que fuera coherente", desvela el autor de Callejuelas, Contra viento y marea. Además, tenía la trama más o menos definida y la investigación "básicamente hecha". Solo tuvo que indagar sobre cómo era la época en Europa, "para que tuviera la mayor verosimilitud posible". Faltaba solo conocer historias personales de la época para continuar la línea del primer libro, que "fue un homenaje a la memoria de los mayores, con descripciones de las vivencias de mis mayores, de mi familia".

Para esta ocasión Alfonso se entrevistó con personas mayores del barrio de Las Callejuelas, "muy muy mayores, uno de 98 años, otro 96, 94... en ese orden, con la cabeza muy bien asentada". Le contaron "con todo lujo de detalles" sus vivencias de aquella época, que le sirvieron para dar cuerpo a la novela. "Ha sido una parte muy gratificante, porque me he encontrado con personas muy amables, incluso gente conocida de allí, que me han abierto sus casas, su corazón, para explicarme cómo lo pasaron, para contarme la historia de los años que se corresponden con la posguerra. Una época cruda, dura, con escaseces, represión...", detalla.

"Uno no pretende ser un best-seller, pero sí llegar al mayor número de personas y remover sus sentimientos”

Esa realidad pasada, moldeada para entremezclarla con la trama de la novela, ha vuelto a enganchar a los lectores, que de nuevo se lo han hecho saber a Pavón. "Es más que una novela, es la historia de una época muy dura, que sirve sobre todo para saber lo que le tocó vivir a nuestros mayores. Pienso que gracias a la novela no se quedará en el olvido", le escribían en estos días. No ha sido fácil plasmar esas historias, sin dar a conocer los nombres –"aunque algunos me dijeron que no les importaba, no me parecía correcto", precisa el escritor–, y dejar fuera otras que no tenían encaje, reconoce.

"Muchas personas me abrieron sus casas y su corazón para contarme su historia en la posguerra”

Muchos de los protagonistas de sus propias historias las pueden ver negro sobre blanco gracias al empeño de Alfonso Pavón, que ha hecho que perduren para siempre con sus novelas sobre Las Callejuelas. Un barrio que ha sufrido cambios entre esas épocas, la Guerra Civil y la posguerra y la actualidad. "Hoy día vive muchísima gente nueva, aunque vivan familias de aquellos años que cuando han leído la primera novela se han identificado. Pero la esencia sigue. Hace unos meses estuve allí en un evento de cante flamenco, y era lo mismo que antes, cuando los vecinos salían a cantar y bailar", destaca.

Ahora, Alfonso planea continuar con el estudio sobre la Almadraba que dejó parado con la primera novela: "La investigación me gusta, son muchas horas de rebuscar en archivos, bibliotecas, pero es gratificante. Hay días que no encuentras absolutamente nada, pero otros descubres verdaderas joyas".

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