"Añoro mi colección, la echo de menos"

Antonio Macías, Perete, es una leyenda de la fiesta Su dedicación será reconocida con el Trofeo Requeté

Antonio Macías, Perete, junto al azulejo que recuerda los afamados estribillos.
Antonio Macías, Perete, junto al azulejo que recuerda los afamados estribillos.
Arturo Rivera San Fernando

01 de febrero 2015 - 01:00

Uno entra en el local y da la impresión de interrumpir una liturgia casi religiosa. Los parroquianos, en respetuoso silencio, siguen atentamente en el televisor las sesiones del Falla. El volumen está al máximo. Nadie se inmuta. Podría decirse que solo falta el incienso. No es extraño que el bar Perete, sede de la peña del mismo nombre, sea considerado el sanctasanctórum del Carnaval isleño. Y Antonio Macías Aragón -completamente desconocido por su nombre verdadero y toda una leyenda por el apodo de la familia, Perete- es sin duda alguna su sumo sacerdote. "Es que ya la gente no escucha... Eso es lo que le pasa al Carnaval", murmura. Varias veces durante la entrevista vuelve a la misma idea. Se ve que el tema le escuece y anda dándole vueltas mientras habla de la fiesta.

Sin Perete, el Carnaval de La Isla habría sido muy distinto. Allí -como apunta orgulloso su mítico propietario- se ha gestado más de medio centenar de agrupaciones desde finales de los años 60. "De aquí -insiste- han salido hasta 19 premios del Falla y ocho o nueve infantiles, que han ensayado aquí. No creo que en el Carnaval de Cádiz haya otro local que pueda decir lo mismo".

Sobre todo porque en el bar Perete -en el original, que está situado a tan solo unos metros del nuevo, donde ahora se levantan unas viviendas- nacieron los estribillos más conocidos del Carnaval de Cádiz: el Qué bonito de Pepe Requeté y ¡Olé! que ha imortalizado María la Hierbabuena. "Aunque era de la chirigota 'Los Zipi y Zape', que fue segundo premio provincial en 1971 -el primero quedó desierto- el estribillo ya es suyo, lo ha hecho suyo", admite. El otro, el popular Qué bonito, es de 'El profesor Majareta y los niños probeta', una chirigota de 1979, explica Perete, que no tiene ni que mirar la wikipedia ni nada para refrescar la memoria porque es como una enciclopedia andante del Carnaval y todos los datos le salen así, solos... Hoy, un azulejo recuerda en lugar en el que nacieron ambos estribillos."¡No puede haber nada más grande! ¡Los dos nacieron aquí!", exclama. Imagínense lo que sería el Perete por aquel entonces. Pura creatividad carnavalera.

La historia de Perete y el Carnaval comenzó poco después de que su familia -sus hermanos, Manuel y José, forman también parte del mito Perete- se trasladaran de Chiclana a La Isla a principios de los 60 en busca de oportunidades. El bar abrió sus puertas en 1963 y pronto comenzó a ser frecuentado por los carnavaleros. La afición -reconoce- la traían ya desde Chiclana, pero fue aquí, en el negocio familiar, donde todo empezó a tomar forma. "La comparsa 'Los floristas ambulantes', en 1968, fue la primera", relata. Luego ya, simplemente, no se paró. Así durante casi 50 años. Todavía hoy hay agrupaciones que siguen ensayando allí. Las puertas -dice- siempre están abiertas para el Carnaval.

Otra de las facetas que ha hecho conocido a Perete ha sido su colección única de Carnaval: libretos, tipos, fotos antiguas... Cualquier cosa que se relacione con la fiesta. Es realmente inigualable. Un auténtico tesoro. En 2005 alcanzó un acuerdo con el Ayuntamiento por el que los fondos pasaron a ser municipales con la idea de dar forma a un museo -o al menos, a unas salas- dedicadas a la fiesta, un proyecto que hoy sigue en el tintero. "La verdad es que me pesa haberme desprendido de todo. Y lo añoro. Echo de menos toda la colección. Y hay veces que hasta lloro. Pero es que ya llegó un momento en el que no tenía sitio para meterlas", reconoce.

Perete, que será distinguido en los próximos Carnavales con el Trofeo Requeté de la peña El Timón en reconocimiento a su trayectoria, afirma que siempre le ha gustado el Carnaval "bien afinado y las letras elegantes y trabajadas". "Nada de groserías y brusquedades", apunta. Al Carnaval de La Isla, dice, hace falta que le hace un buen autor que despierte a la fiesta y le de el empujón que necesita.

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