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San Fernando/Las familias de San Fernando se han lanzado a la calle para disfrutar con los más pequeños de la casa de la cabalgata de Reyes Magos, que sentados en su tronos, y muchas veces de pie, han recorrido la ciudad para llevar la ilusión a los más pequeños. Lo advirtieron por la mañana, cuando sus Majestades aterrizaron en el helicóptero de la Policía Nacional en el Estadio Iberoamericano de Bahía Sur: "Estamos deseosos de disfrutar con todos los habitantes de esta ciudad, después de unas circunstancias que nos han impedido hacer una vida normal durante casi dos años", decía Baltasar ante un graderío muy animado, acompañado de Melchor, Gaspar, la Estrella de Oriente y el Heraldo Real.
La Estrella había pedido a todos los presentes que vivieran el día con ilusión, y que la trasladaran al resto de días del año. Muchos les harán caso, pero es innegable que la víspera de Reyes es la jornada propicia para estas emociones, que se reflejan en los rostros de los niños, algunos exultantes por ver pasar las carrozas con todos los protagonistas y activos para coger caramelos. Otros observaban sorprendidos, y más pausados a la hora de agacharse para recolectar la gran cantidad de caramelos que se tiraban desde todas las carrozas, porque en San Fernando se optó por seguir adelante con esta tradición.
Algunos padres, eso sí, aleccionaban a sus hijos para que no se movieran del sitio que ocupaban, normalmente en primera fila, con los mayores -que también se divierten en este día tan especial- en segundo plano, aunque también muy avispados para alargar sus brazos y hacerse con los dulces. Los adultos cumplían con las exigencias: mascarillas y poca aglomeración (en buena parte del itinerario), la distancia ya era una cuestión más difícil.
No sería un día de cabalgata de Reyes sin que los habituales paraguas para intentar recoger más caramelos que el vecino se abrieran al paso de las carrozas, donde algunos niños y también mayores se afanaban en complacer las peticiones desde el público de caramelos. Pero no toda la expectación la centraban las golosinas, sino también el cortejo. Además de los habituales pajes el público aplaudió los esfuerzos de las bailarinas a ritmo de música de oriente, de las bailarinas que abrían sus alas, de las niñas que hacían acrobacias ante la admiración del respetable, a los miembros del grupo scouts que de nuevo un año más se apuntaban a esta cita.
Desde el Ayuntamiento se había optado por avenidas amplias para el discurrir de la cabalgata, mientras por la mañana el autobús descapotable estuvo en torno a dos horas recorriendo distintas barriadas de la ciudad, por vías más anchas o calles más estrechas. Desde Constitución para llegar por Ponce León a Al Andalus y cruzar así la Ardila, llegar a Hornos Púnicos y continuar por León Herrero y la calle Arenal, en una estampa no tan diferente a la de años atrás cuando los Reyes Magos seguían este itinerario. Tras la subida por el lateral del parque Almirante Lauhlé, el desfile -del que formaban parte carrozas con motivos de las películas Up, Pesadilla antes de Navidad o El Grinch, de la casa de chocolate de Hansel y Gretel, y de herramientas vestidas de Navidad- llegaría a Reyes Católicos, desde donde la intención era trasladarlos al Castillo de San Romualdo para la adoración.
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