Carlos Amigo: "No puedo ser buen católico si no soy buen ciudadano"
El cardenal profundizó en la relación entre el cristiano y la política y la actividad pública en la primera conferencia de un ciclo ligado al Bicentenario de Las Cortes
La fórmula del juramento que hace 200 años repitieran los diputados llamados a Cortes en la Iglesia Mayor fue el punto de partida del que ayer se valió el cardenal Carlos Amigo Vallejo para profundizar en la relación entre la Iglesia y el parlamentarismo.
El franciscano se encargó de abrir en el nuevo Centro de Congresos de la calle Real un ciclo de conferencias ligado a la conmemoración del Bicentenario y la efeméride le valió de referencia.
Aludiendo a ella -a los valores y principios democráticos heredados de la Ilustración y la revolución francesa que toman forma en España a partir del 24 de Septiembre de 1810- comenzó y acabó una aplaudida disertación en la que habló de la estrecha relación que existe entre los valores ciudadanos y los principios católicos, habló de la política y de los políticos, del laicismo y del Estado aconfesional y, por supuesto, de las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
El cardenal apeló a la "vigencia" de los hechos históricos y al "espíritu de San Fernando" al tratar el sentido de la conmemoración. "La cuestión no es cómo será el futuro, eso nadie puede saberlo y no está en nuestras manos, la cuestión es cómo queremos que sea ese futuro, el futuro de San Fernando, de la familia, de la vida política".
Son las palabras que, a modo de introducción, empleó para defender tanto la participación activa del católico en la política y en la actividad pública como, a su juicio, la necesaria intervención de la Iglesia en los asuntos de actualidad. "¡Hasta ahí podíamos llegar! Claro que la Iglesia se mete en política, porque lo que afecta a la sociedad nos afecta, la Iglesia está en este mundo", apostilló.
De los valores cristianos, de su necesario compromiso social con la caridad, con la justicia, con los más desfavorecidos, partió el cardenal para defender su participación política, a la que animó. "Es más -llegó a decir- no puedo ser buen católico si antes no soy un buen ciudadano, no puedo ser un buen católico si me desocupo de aquello que afecta, que preocupa a los demás, a mi comunidad".
Amigo Vallejo aludió también al concepto de 'caridad política' al referirse a la profesión política, al ejercicio de la actividad pública, "un nobilísimo oficio que trata de cuidar y procurar el bien común, desde la salud y el orden público hasta la prosperidad de la ciudad". Un oficio -afirmó- en el que el cristiano que lo desarrolla está llamado por exigencia de su bautismo a defender esos principios, ese compromiso católico, dentro del marco de una sociedad plural.
Llegó incluso el cardenal a tratar la libertad política frente a la disciplina de partido al analizar el ejercicio de la actividad política por parte de los católicos y dejó bien claro que "la Iglesia no tiene partido político propio". "Hay pluralidad de partidos en los que pueden militar los católicos", incidió. Y reclamó "políticos que piensen menos en la próxima votación y más en la próxima generación".
Amigo Vallejo hizo uso anoche en el Centro de Congresos de las palabras de Benedicto XVI para hablar de la "sana laicidad del Estado". "Una cosa es que el estado sea constitucionalmente aconfesional y otra muy distinta es que el Estado ignore que la mayoría de sus ciudadanos son confesionales, son musulmanes, judíos o católicos", explicó.
Justo ahí, para el ponente, es cuando resulta clave la ley de libertad religiosa, una ley que permite a los ciudadanos vivir según sus creencias. "Es gracias a esa ley cuando el Estado se convierte en garante de la libertad religiosa y no lo contrario -manifestó- el Estado aconfesional no es enemigo de la religión sino el garante de la libertad religiosa".
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