Manoli de los Santos: un Dios Melkart de leyenda e historia

Carnaval de San Fernando

Manoli de los Santos encarna al Dios Melkart para 'despedir' la fiesta

Los romanceros comparten el protagonismo de la jornada con su concurso

Manoli de los Santos, de dios Melkart, durante su pregón.
Manoli de los Santos, de dios Melkart, durante su pregón. / Román Ríos

San Fernando/El Dios Melkart se sube al escenario para despedir el Carnaval de San Fernando, aunque la ciudad prefiera alargar la fiesta hasta el 8 de marzo y los últimos actos programados. De Sancti Petri ha llegado para cumplir con el mandato de la autoridad, una Manoli de los Santos pregonera, "idónea para encarnar" a esta figura simbólica encantada con La Isla, que recuerda su leyenda para aclarar la razón de su presencia.

Su imponente figura, con túnica clara y palla tostada, una mitra como tocado y un cetro coronado con una cañaílla adornada con una serpentina púrpura, contrastaba con la diversidad de disfraces que el grupo de mujeres y niñas que la acompañaban llevaban. Habían subido a las tablas al grito de "¡Qué bonita está mi Isla!", y volvieron a saltar durante el pregón de De los Santos para entonar "¡Todas somos cañaíllas, y venimos para cantar, para cantar una coplilla, una coplilla de Carnaval!". No falta una mención especial a Juan Rivero, anterior Dios Melkart, "uno de los grandes carnavaleros de la ciudad y de la provincia".

El Dios Melkart recuerda en sus versos leyenda e historia de la ciudad. Su relación con La Isla, el descubrimiento del color púrpura a través de las cañaíllas y su perro, la existencia del templo de Hércules en el islote de Sancti Petri, las islas gaditanas donde se asentaron los fenicios o la lucha para impedir la entrada de las tropas de Napoleón. "Que somos cañaíllas/, Napoleón que no te enteras. /Que Melkart las descubrió aquí/ dentro de nuestras fronteras./ Así que ya te estás largando,/ con la música a otra parte...”, declamaba Manoli de los Santos. En su intervención recordaba a las agrupaciones de Carnaval, como las chirigotas callejeras o los romanceros.

Loli Guerra durante su participación en el concurso de romanceros.
Loli Guerra durante su participación en el concurso de romanceros. / Román Ríos

Precisamente, los romanceros compartían con esta figura de la mitología el protagonismo de la jornada carnavalesca. Por el auditorio del centro de congresos pasaban los trece participantes de un concurso que año a año despierta gran interés entre los isleños. De hecho, se encontraron un público entregado, dispuesto a participar, a animar con sus palmas y a ofrecer su risa: carcajadas limpias, risas contagiosas o risillas incontrolables, que reaccionaban a los versos o surgían segundos más tarde por el recuerdo de lo escuchado. "¡Los quesos fundidos jamás serán vencidos!", proclamaban las integrantes de 'Payoyo el mío', Heidi y Clara que jugaban con los dobles sentidos, a veces más explícitas, otras menos.

Un repaso por algunas cuestiones espinosas de La Isla realizaba en su intervención Loli Guerra con su romancero 'La ponepegas': la playa, la calle Real, la alcaldesa... Ya lo decía al empezar: "Romancero cañaílla, pa' que lo escuche quien quiera". "Yo no ataco a nadie, es que todo está fatal", comentaba a pesar que reconocer que no le gustaba criticar. De la playa recordaba las obras que llevan dos años, el cementerio lo destacaba como un "sitio tranquilo", aunque "falto de alegría". De Cavada decía "qué me gusta de la cabeza a los pies". "Lo malo es que es del PSOE, algo malo tenía que tener", ironizaba. No se olvidaba de Fran Romero, por haberlo echado, "con esa barbita que a mí me ha conquistado”. La calle Real y el paso sin fecha del tranvía tampoco faltó en su parodia.

Guerra marcharía más tarde a la Plaza del Rey, donde fue invitada por Melkart a subirse al escenario para hacer disfrutar al público, .

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