Concierto en Bahía Sound: Chucho Valdés, la música también se escucha con los ojos

Música

El artista cubano y su cuartelo deleitan a un público entusiasta y entregado al talento y virtuosismo musical

El artista cubano Chucho Valdés, en el concierto en San Fernando del Bahía Sound. / Sonia Ramos

San Fernando/Cerrar los ojos y disfrutar de la música. Solo hace falta eso en el concierto de Chucho Valdés y compañía. Es suficiente para salir satisfecho de una sesión maravillosa. Pero la propuesta del músico cubano implica mucho más: otra parte se absorbe por la vista, por eso hay que tener los ojos muy bien abiertos. Para observar, deleitarse, admirar la destreza de sus manos sobre el piano, la habilidad de sus compañeros al contrabajo, la percusión y la batería.

"¿Gozamos o no gozamos", pregunta el pianista que recibe un entusiasta sí de los asistentes a esta cita del ciclo Bahía Sound en San Fernando. Para abrir boca el cuarteto se sube al escenario y empieza a tocar antes de la hora prevista de inicio. Son minutos de introducción en los que se deja claro qué se va a encontrar el público.

Ritmo y música cubana, también música romántica, anuncia Valdés al respetable en una noche agradable con algo de viento en la que termina percibiéndose que el levante ha llegado. No importa, nada enturbiará la comunión entre los protagonistas de la cita y el respetable que no ha querido perderse su talento.

Valdés y sus músicos, durante un momento del concierto en el Bahía Sound. / Sonia Ramos

Al final de la noche el jazzista invitará a una "cooperación rítmica" cuando se despiden y los espectadores reclaman "otra, otra". No le defraudarán. Lo hacen en conjunto, mientras que durante el concierto individualmente se animan a seguir el compás.

No eres el único, no. A tu alrededor todos viven una cita sublime. Fíjate en sus gestos: golpes en el suelo con el pie para seguir el ritmo, palillos, palmas sordas, también vale golpear las piernas o hacer sonido con los vasos en la mesa; incluso mover el cuerpo sentados en las sillas. Fíjate en cómo susurran al acompañante, en cómo silban algunas de las melodías, en cómo ríen sorprendidos por las composiciones y mezclas, en las sonrisas en sus caras. Escucha sus bravos continuos.

Es un público respetuoso, es un público entusiasta, que reacciona al Danzón cubano a lo Mozart, a la balada Caridad Amaro, "que la compuse hace tiempo dedicada a una persona que he querido toda mi vida"; al popurrí que comienza con Bésame mucho; al tributo a Chick Correa con su Armando's Rhumba; o Ahora tú verás.

Cada pieza de ritmo vertiginoso en algunos momentos permite ver el don de Chucho Valdés al piano. Se sitúa en el escenario de tal forma que sus manos quedan a la vista de la mayoría del público que ven cómo sus dedos pulsan cada tecla, cómo las acarician, cómo se deslizan sobre el teclado, cómo se mueven con frenesí.

No es el único que se luce, Georvis Pico Milian lo hace a la batería, Reinier Elizarde Ruano en el contrabajo y Pedro Pablo Rodríguez Mireles a la percusión, tanto en grupo como de solistas. Cada uno tiene su sitio en este concierto, Valdés se encarga de ellos presentándolos uno a uno, esperando su momento para sumarse al espectáculo.

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