El Corpus busca la perfección
La Isla respaldó una procesión histórica que presidió el obispo, Rafael Zornoza La presencia del almirante de la Flota incide en las tradicionales representaciones militares
El Corpus buscó la perfección para zafarse del sambenito que le cayó el año pasado con la desafortunada experiencia de la procesión matinal y mostrar a La Isla el denodado esfuerzo que se ha llevado a cabo por recuperar, potenciar y rescatar las tradiciones que acompañan a esta festividad.
La organización -esa comisión que integran mano a mano Ayuntamiento y Arciprestazgo- se afanó en la excelencia para evitar que ese trabajo de varios años ya, otra vez, pasara desapercibido. Para que ese Corpus renacido -tan cuidado y exquisito- brillara no solo por dentro, sino también por fuera, en la calle.
El regreso al horario de siempre, al Corpus por la tarde, fue una de las claves de una jornada que se vivió con entusiasmo desde las vísperas, en las que una animada calle Real acogió el traslado de la Patrona hasta la Iglesia Mayor. Hay costumbres moldeadas durante décadas, tan hechas a la medida de la ciudad, de sus costumbres y de su maneras de ser, que resultan muy difíciles de cambiar, por más buena intención que se tenga, como ayer La Isla hizo ver.
El ambiente que se vió en el centro ayer, poco antes de que la procesión del Corpus iniciara su recorrido desde la Iglesia Mayor, no tenía absolutamente nada que ver con la imagen de indolencia de hace un año: terrazas llenas con isleños que apuraba el café de la tarde, niños de primera comunión que se dirigían al templo y familias que paseaban por la calle Real a la espera del cortejo arroparon una jornada perfecta que fue fiel a sus tradiciones y en la que la procesión del Corpus encajó como un guante.
La procesión vespertina, justificada en los modestos fastos del Año de la Fe y de la conmemoración del Bicentenario que La Isla celebra en 2013, contó también ayer con un aliado de excepción: la histórica presencia del obispo diocesano, Rafael Zornoza, que por primera vez presidió los actos del Corpus en San Fernando.
Su participación -todo un guiño a La Isla- refrendó esa apuesta del Arciprestazgo y del Ayuntamiento por afianzar la solemnidad del Santísimo al cobrar mayor realce la procesión por el centro de La Isla.
Fue un Corpus de etiqueta y máximo protocolo, cuidado en todos sus detalles, solemne, exquisito, elegante... Desde el chaqué en el cortejo hasta los motetes de la coral Logar de la Puente, desde la cuidada liturgia del pontifical hasta el elaborado cortejo en el que cada vez participan más instituciones o la nutrida presencia de comisiones militares. Y, esta vez, la gente lo vió.
Un Corpus que además supo sortear con discreción las obligadas estrecheces que impone la precariedad económica para brillar con distinción: ahí quedó la tradicional 'alfombra' de romero, que distaba mucho de ser tupida y que incluso hizo sonreir a más de uno por su abrumadora desnudez, o los exornos hechos a base de ramas de naranjos y limoneros procedentes del arbolado municipal que lucieron colgados en las farolas de la calle Real.
El pontifical previo a la procesión, concelebrado por el clero isleño, llenó la Iglesia Mayor. El obispo, Rafael Zornoza, recordó a las monjas de clausura durante su homilía y aprovechó la festividad del Santísimo para hablar de la caridad, de María, del amor de Dios...
Afuera, a esas horas, ya había público que aguardaba la salida de la procesión tras las vallas dispuestas en la plaza de la Iglesia y las proximidades del Centro de Congresos en una tarde que se animaba por momentos.
Hace no muchos años -ni siquiera una década- se hablaba sin embargo del declive que arrastraba la festividad del Corpus y se advertía de la pérdida de las tradiciones que acompañan a esta jornada. Ya nadie lo hace. Nadie se acordaba ayer de eso por más que determinados aspectos de la solemnidad -su horario, entre otros- sirva para alentar de vez en cuando alguna que otra polémica. Y eso quiere decir que, al menos en su esencia, el propósito que perseguía la comisión organizadora cuando se puso en marcha hace tres años se ha cumplido con creces. Es justo reconocérselo.
Uno de esos aspectos que a punto estuvo de perderse por completo fue la tradicional presencia de la Armada y de las comisiones militares en el cortejo que acompaña al paso de la Custodia. Ayer, como en estos últimos años, volvió a arropar la procesión de forma numerosa. Incluso contó con otra presencia destacada, la del almirante de la Flota, Santiago Bolíbar, que reforzó los históricos lazos que la Armada tiene con La Isla en una efeméride clave, como es el 200 aniversario de la concesión del título de Ciudad de San Fernando por parte de Las Cortes. Y el Corpus, marcado también por la celebración del Año de la Fe, ha pasado a convertirse en uno más de los actos conmemorativos al nutrirse de su condición de tradicional fiesta local.
Destacó también lo extenso del cortejo y sus nutridas representaciones. La presencia de la Patrona y del Patrón, de la Virgen del Carmen y de San José, que procesionaron ambos sin música, afianzó una tarde de Corpus que resultó plena y que La Isla supo aprovechar.
El paso de la Custodia atravesó la plaza del Rey hacia las nueve y media. Y la noche le sorprendió en el clásico giro por la alameda Moreno de Guerra. Por Real enfiló bien pasadas las diez. Una imagen que tampoco se había visto nunca: el Corpus de noche. En los últimos tramos de su recorrido, se notó menos gente.
La fiesta del Corpus y su regreso al horario de tarde ayudó también a rescatar la tradición de los altares que se instalaron a lo largo del céntrico recorrido procesional. Hubo varios. Uno de ellos, el de la hermandad de San José, precisamente el que se emplazó en el atrio del Ayuntamiento, en la céntrica plaza del Rey, protagonizó el incidente de la jornada al tener que ser retirado durante la mañana después de que el viento de levante tirara varios enseres al suelo.
Por la tarde, el viento sin embargo amainó. Incluso, el calor hizo que se doblaran las velas de otro de los altares instalado en la calle Real, entre los palcos montados por el Ayuntamiento, hasta el punto de derribar el candelabro y romper una de las jarras del montaje. Fueron, sin embargo, meras anécdotas en una tarde de Corpus en la que afloró un intenso trabajo de muchos meses. Esta vez, tuvo su recompensa.
4 Comentarios