El Cristo de la Vera Cruz vuelve a casa
Patrimonio cofrade
La imagen regresa hoy a exposición en culto oficial tras seis meses de restauración
Pedro Manzano se ha encargado de la intervención para devolver a la talla todo su esplendor
San Fernando/Poco más de seis meses ha estado la imagen del Cristo de la Vera Cruz fuera de su capilla y alejada del culto. Ahora regresa en todo su esplendor, después de una intensa restauración que ha estado a cargo de Pedro Manzano, especialista de reconocido prestigio que tiene sus talleres en Sevilla. Ayer, los devotos de la talla, los fieles y hermanos de la Vera Cruz, pudieron comprobar el resultado de la intervención en una tarde de exhibición que terminó con un rezo guiado por el director espiritual de la entidad.
"La imagen se estudió para su restauración por primera vez en 2012", recuerda el restaurador nacido en San Fernando. No ha sido hasta años después cuando se reactivó la iniciativa, que recibió primero el visto bueno de la junta de gobierno de la hermandad, después del cabildo de hermanos (en abril del año pasado) y finalmente del Obispado de Cádiz, solo apenas unos días antes del traslado de la talla a Sevilla a principios del pasado mes de agosto.
La imagen fue sometida inicialmente, detalla Manzano sobre el proceso de restauración, a un estudio mediante imágenes médicas: una tomografía axial computarizada (TAC) que se completó con radiografías digitales. Esas pruebas revelaron que la talla estaba formada por varias piezas de madera, ensambladas longitudinalmente y reforzadas internamente con clavos de forja. "Lo normal es que este tipo de imágenes tengan huecos en la cadera o la zona pectoral. No es este el caso", comenta el responsable de la restauración.
Para proceder al tratamiento de la obra hacía falta además otro análisis previo, en concreto un estudio químico de la policromía que definiera entre otras cosas la secuencia estratigráfica, aunque se comprobó la existencia de una sola capa de pintura. "Lo que hace pensar que se trata de la original. El químico la data en torno al siglo XVIII", apunta Pedro Manzano sobre estos detalles del Cristo de la Vera Cruz, una de las tallas más antiguas que procesionan en La Isla.
Para su labor restauradora, explica el especialista, también se tuvo en cuenta que la imagen había sufrido en estos años el repuesto de varios dedos de las manos y del dedo pulgar de uno de los pies. "La reposición no era de buena calidad, así que se ha hecho una sustitución más correcta", expone. La colocación de elementos para la sujeción a la cruz de la talla de acero inoxidable –en lugar de la pletina con perno soldado que tenía en la región dorsal y que se encontraba oxidada– ha sido otra de las cuestiones atendidas en esta actuación.
Como medida de conservación preventiva, añade Manzano, se han integrado unas piezas doradas en los clavos de las manos y los pies para evitar que estos elementos erosionen la madera. "Las fisuras exteriores que mostraba la talla, especialmente en el ensamble de los brazos al cuerpo, han sido consolidadas, pero no revestían mucha gravedad, eran superficiales", puntualiza sobre las distintas acciones desarrolladas a lo largo del proceso.
Para mantener la policromía y recuperar la perdida de esta son varios los pasos dados: desde fijar por riesgo de desprendimiento en algunas zonas, a la limpieza de suciedades, hasta la reposición del material. "La suciedad impedía ver el tono real del color en toda la talla", cuenta el restaurador. Había diferencia, por ejemplo, entre las zonas que se limpian, más brillantes, y las oquedades, que estaban muy oscuras. Eso provocaba una distorsión en la superficie, porque "a este tipo de imágenes las modela la luz. Al retirar esa suciedad se muestra una unidad cromática y formal". Entre otros detalles, ha hecho perceptible un craquelado "muy fino y bonito que refleja el paso del tiempo".
Una vez realizada esa limpieza se procedió a actuar sobre los puntos donde no quedaba pintura. Para ello, previamente, en esas lagunas se debía realizar un estucado, es decir, poner una capa de preparación "que suele ser de la misma composición que la original. En el caso del Cristo de la Vera Cruz era de sulfato cálcico aglutinado con cola animal". Después hubo que dejar este a nivel antes de poner la pintura. Al tratarse de una imagen para el culto hay que procurar que no haya distorsión en la reintegración cromática, indica Manzano. "No es discernible, no se nota, la pintura ha quedado integrada en el conjunto", abunda. Para proteger esa reintegración el último paso fue el recubrimiento con resina sintética.
"Ha sido un trabajo exquisito", destacaba el hermano mayor de Vera Cruz, Mariano Domínguez, antes de que la imagen volviera a exponerse a los devotos. Para ello se había creado un altar efímero en la Capilla del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, en el que la imagen se presentaba con una tela negra y sin la cruz en una composición elaboradora por la mayordomía.
"Estamos nerviosos ante la presentación a los hermanos y devotos, pero muy contentos y satisfechos por el resultado, más después de años de penuria económica que retrasaron la restauración", reconoce este representante de la hermandad, que agradece la implicación de los hermanos y de una persona que ha colaborado para hacer posible la intervención. "Era duro entrar y no ver al Cristo, pero gracias a Dios ya lo tenemos en casa. Ha merecido la pena por la restauración que ha hecho Pedro Manzano, que permite ver la policromía original tras la limpieza que ha realizado. Ha arreglado las grietas y ha repuesto los dedos de las manos, el pulgar del pie izquierdo y la oreja izquierda", comenta Domínguez.
En el acto de ayer, tras unas horas de exhibición, el hermano mayor de Vera Cruz tenía previsto tomar la palabra para dirigirse a los presentes, antes de que el cura de la Capilla procediera a cerrar la tarde con un rezo. A partir de hoy a las 9.30 horas el Cristo vuelve a estar en exposición al culto oficial.
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