Puente de Ureña
Rafael Duarte
Autores y autorías
San Fernando/No han sido dos horas y media lo que Tres Caídas ha tardado esta tarde en llegar a la Iglesia Mayor. Han sido en realidad dos años, el tiempo cofrade robado por la pandemia que media entre el vía crucis de 2020, que se celebró apenas unos días antes del confinamiento, y el acto penitencial que en este primer lunes de la Cuaresma ha vuelto a congregar a La Isla cofrade en el rezo solemne de las estaciones que recuerdan la Pasión y anticipan también ya lo que está por venir: la Semana Santa que por más tiempo se ha esperado.
Sí que ha habido en estos últimos meses otras manifestaciones de culto externo desde que se derogara la prohibición expresa que estuvo vigente en los meses más cruentos de la pandemia. Incluso procesiones, rosarios y hasta otros vía crucis... Pero no cabe duda de que esto es distinto.
Y no solo porque se trata de uno de los tres grandes actos de la Cuaresma que organiza el Consejo de Hermandades. Al igual que el cartel o el pregón de la Semana Santa, este vía crucis compartido entre todas las cofradías es una de esas referencias que como las campanadas de un reloj sirven de aviso y va marcando los tiempos que tocan. Y esta vez ha llamado a recuperar la normalidad de una Cuaresma que de nuevo sale de los templos para vivirse en la calle, delante de tu imagen titular con un cirio o detrás de la parihuela acompañando al Señor en su camino.
Así que una vez más, el vía crucis de las hermandades ha vuelto a poner las cosas en su sitio. Para Tres Caídas además, la más joven de las cofradías de penitencia, ha sido una jornada histórica que se ha vivido con esa intensidad de los días extraordinarios.
La hermandad, que ya el Jueves Santo de 2019 se vio obligada a suspender su salida procesional por la lluvia, se echó a la calle en la tarde de este lunes con las ganas de toda La Isla cofrade y estrenando una potente y vistosa parihuela, túnica, cordonería y hasta potencias para el Cristo. La cofradía se ha volcado con el vía crucis.
El cortejo –con sus insignias, con sus hermanos con cirios– ha partido de la parroquia de la Sagrada Familia a las cinco y media de la tarde para llegar a la Iglesia Mayor a las ocho, donde se ha llevado a cabo el tradicional rezo del vía crucis en el que participaron todas las hermandades.
En ese camino que ha llevado a la hermandad a recorrer su barrio de la Bazán, la Glorieta y las calles San Rafael y Rosario, le ha acompañado también una sección de la agrupación musical Sagrada Resurrección, la banda de Sanlúcar que toca a la cofradía en el Jueves Santo.
La jornada, eso sí, no ha estado exenta de contratiempos. Apenas unas horas antes de la salida, la hermandad se ha visto obligada a modificar su recorrido de vuelta por la calle Jardinillo –que había planteado en el itinerario que presentó semanas antes al Ayuntamiento– ante la "negativa" de la delegación de Seguridad Ciudadana a retirar los vehículos aparcados en la calle y que, dadas las dimensiones de la parihuela, impedían el paso del cortejo.
Pasadas las nueve de la noche, y concluido el rezo de las estaciones del vía crucis –las meditaciones estuvieron a cargo de Juan Carlos Collantes, hermano de la hermandad– la cofradía ha emprendido su regreso a casa pero ha dejado definitivamente abierta la puerta de una intensa Cuaresma que ya se ha empezado a vivir intensamente en San Fernando y que anticipa una Semana Santa que de nuevo, después de dos años de espera, se volverá a vivir en la calle de la mano de las hermandades y sus titulares.
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