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Iñaki Gabilondo | IV Premio a la Libertad de Expresión
San Fernando/Ha recibido esta semana en San Fernando el IV Premio a la Libertad de Expresión y a los Valores Periodísticos en San Fernando. Allí, este veterano profesional de la comunicación habló de lo difícil que resulta hacer periodismo "en la era de la perplejidad" y de la encrucijada en la que se encuentra España.
¿Cómo puede defenderse el periodismo en este tiempo de 'fakes news' e incertidumbre?
Estamos en medio de un terremoto y no estamos en condiciones de hacer pronósticos. Creo que la clave es sobrevivir, pero también no tratar de equivocar los principios, no tratar de seducir a las audiencias a través de esas filigranas que yo llamo el paraperiodismo. Para sobrevivir, para optimizar resultados, se están haciendo muchas cosas con la esperanza de salir adelante, pero no podemos confundir lo que es periodismo y lo que no. Es cierto que no hay ninguna pista que nos pueda asegurar por qué camino hay que seguir, pero sí sabemos cuáles son los principios y debemos confiar en ellos, seguir haciendo periodismo. Creemos que vamos a sobrevivir si nos posicionamos bien ante las nuevas tecnologías. Y hay que hacerlo, pero lo que nos sostendrá será el valor que la sociedad nos conceda por nuestra independencia, por nuestro rigor, por el valor y calidad de nuestras informaciones. Hay que confiar en eso.
Con internet, las redes sociales, tantísima propaganda, a la sociedad le cuesta cada vez más distinguir.
No podremos evitar que haya fake news. Pero en tiempos de inundación lo primero que escasea es el agua potable. Y precisamente por eso es más necesaria que nunca la información total. La sociedad va a ir buscándola. Todavía no sabemos con qué estructura económica o industrial, puede que por ahí haya distintas opciones. Pero tengo la seguridad de que la ciudadanía, precisamente por la gran cantidad de cosas que ahora parece que nos condenan, nos va a salvar, porque necesita buscar esas referencias de información total. El periodismo no va a salir adelante jugando a conseguir muchos likes. Muchos medios, en medio del pánico general, se han puesto a juguetear en este sentido. Y a lo mejor hay que hacerlo para sobrevivir, pero eso no nos va a sostener. Eso será paraperiodismo y lo que nos sostendrá será el periodismo de verdad y hay que afirmarse en ello. Es la apuesta que están haciendo The New York Times, The Whashington Post, The Guardian... Y no les va mal.
Recientemente, en la entrega de Premio Federico Joly, Augusto Delkáder decía que cuando pase el sarampión, el periodismo emergerá con más fuerza que nunca. Pero, ¿cuáles son las urgencias que hay que atajar primero?
Lo primero que hay que atajar es la confusión que esta llevando a muchísimos medios a creerse que el camino es la juguetería tecnológica, los me gusta y largar la información que el público desea... No me parece mal que se haga si se entiende como un fenómeno paralelo, ese paraperiodismo del que antes hablaba. El mayor problema es que demasiados medios se creen que ahí está la solución. Las nuevas tecnologías son necesarias, evidentemente, pero no es por ahí por donde vamos a sobrevivir. Para mí, el mayor problema que tenemos ahora es que muchos grandes medios de comunicación han caído en eso y han pensado que tenemos que dar lo que la gente quiere. Podemos hacerlo en parte, pero los medios de comunicación se caracterizan por dar a la gente no lo que quiere sino lo que tiene derecho a saber.
Quizás hace falta una estrategia conjunta para salir fortalecidos, más unidad en el sector...
Estamos ante un derecho fundamental que necesita de la suma de periodistas y editores. El periodismo no se sostendrá sin grandes periodistas y sin grandes editores. El problema es que ahora los editores son de procedencias muy diversas y no necesariamente están vinculados a la comunicación. Sus intereses son muy distintos. El medio a menudo no es más que un capítulo más de su porfolio. Así que nunca un derecho básico ha estado más sujeto a la buena suerte de que tengamos buenos empresarios, que sean conscientes del valor del periodismo. Para mí, es un gran problema que existe actualmente en la profesión. No tengo ninguna duda de que el periodismo saldrá adelante, pero no sabemos aún con qué modelo. De ahí también la confusión actual. Ahora están aflorando muchísimas de iniciativas, el mundo está lleno de ejemplos, pero todas ellas necesitan de un editor. Necesitamos ese espíritu editor.
¿Cree que ahora, después de haberse acostumbrado a ver gratis la prensa en internet, la sociedad podrá asumir que ha de pagar por la información?
Sin la más mínima duda. La gente busca yacimientos de agua potable. Y esos yacimientos de agua potable están saliendo adelante con éxito. Aunque lo primero es asegurarse de ofrecer contenidos atractivos por los que merezca la pena pagar.
Hablando del panorama político, hace unos días se preguntaba en El País a la hora de analizar las conversaciones de Pedro Sánchez con ERC dónde está el límite de lo aceptable.
Evidentemente, el límite está en la Constitución. Como estas conversaciones se están llevando a cabo de una forma bastante discreta, intentaba señalar ese estupor que hay en la sociedad, y creo que se debe a que no se están explicando las cosas. No se ha explicado qué ha hecho pasar de lo que era un imposible hace tres meses a lo que de repente sí es posible. Se pide a la sociedad un acto de fe y caerse del caballo a lo camino de Damasco sin intercesión divina y no estamos acostumbrados a que pase. Así que, cuando ocurre, algo nos tendrían que explicar porque genera incertidumbre incluso entre los que pueden ser más o menos afines. Todos sabemos, además, qué condiciones está poniendo Esquerra, pero no hemos escuchado al Gobierno poner ninguna. No hemos oído a Pedro Sánchez poner una condición, por ejemplo, que no se hubiera debido suscribir una resolución en el Parlamento catalán desobedeciendo al Constitucional y reprobando al Rey cuando se está negociando.
Fuera de España pueden llegar a pensar que estamos locos al negociar el futuro Gobierno con políticos condenados por la Justicia...
Se ha vendido al mundo el argumento de que son enemigos del Estado. Si, como dice Borrell, tienes que recurrir a esto porque de lo contrario tenemos que ir a unas terceras elecciones –porque no hay otra alternativa y nadie parece dispuesto a brindarla– se necesitan dar explicaciones. A lo mejor no tendría que irse al detalle, pero se ha pasado de una cosa a la siguiente sin molestarse ni tres segundos en dar explicaciones salvo decir que es necesario. Me parece que eso podría haberse paliado con un par de exigencias que el Gobierno planteara. Por ejemplo, Esquerra exige que se hable de todos los temas y el Gobierno, desde luego, que no haya un acto más de desobediencia al Constitucional...
Hay voces que postulan una alianza entre PSOE y PP como salida al bloqueo.
En todo caso, lo que todos tienen que meterse en la cabeza es que las grandes reformas que España necesita no se pueden hacer sin recurrir a fórmulas transversales. No me refiero al hecho de formar un Gobierno. España hace tiempo que está exigiendo reformas muy importantes –o que se analicen estas reformas– y todos los partidos hablan como si pudiesen hacer estas reformas solos. ¡Y no las pueden hacer! Igual que no pueden cambiar el estatus de Cataluña en España el presidente del Gobierno hablando con el presidente de la Generalitat o el PSOE hablando con Esquerra... Se pueden llegar a acuerdos que sirvan para empezar a desbloquear la situación, pero se necesitan acuerdos transversales y de amplias mayorías para hacer esas grandes reformas. Sin embargo, todos están diciendo cosas que no pueden hacer solos porque se necesitan acuerdos transversales. Y para cerrar esos acuerdos, el PSOE necesita contar con el PP y el PP necesita contar con el PSOE. Mientras tanto, lo que hagamos está condenado a repetir esta fragilidad. Eso no quiere decir que un pensamiento progresista no tenga derecho a poner en marcha sus criterios de reforma como lo hizo la derecha. Pero España tiene desde hace tiempo pendientes reformas muy importantes y no las van a poder hacer unos sin los otros.
Se echa en falta lo que en la Transición funcionó tan bien, ponerse en la piel del otro para alcanzar esos acuerdos.
Los que vivimos el milagro de la Transición –porque verdaderamente cuando entonces vimos reunirse a unos con otros nos parecía que aquello era imposible, que era un milagro– hemos aprendido para siempre que se puede. Y entonces se vio que no se podía sino era todos a la vez.
¿En qué nos hemos equivocado en Cataluña?
No ha habido algo que era indispensable para que el formato que se inventó en el 78 cuajara. No ha habido lealtad, han fallado muchas lealtades. Y ese juego tan complejo de las autonomías que se inventó en el 78 necesita de muchas lealtades. Yo no creo que haya que encontrar una solución, hay que construirla. En el 78 no había solución, tuvieron que construirla. Tendrán que ponerse todos y ver qué fórmula es buena. Y la encontrarán si se ponen juntos, como entonces. Va a pasar. Hoy no, no vamos por ahí ni por el forro. Pero hasta que no pase eso no encajarán las cosas, viviremos en esta provisionalidad.
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