Ferrer-Dalmau, el pintor comprometido
Ingreso en la Academia de San Romualdo
El artista catalán, conocido como el 'pintor de batallas', ingresa en la Academia de San Romualdo de San Fernando con un discurso sobre 'El arte al servicio de la historia'
San Fernando/El pintor Augusto Ferrer-Dalmau se ha convertido en académico correspondiente en la Real Academia de San Romualdo, tras su discurso de ingreso ayer en el Museo Naval de San Fernando, El arte al servicio de la historia, en el que argumentó su compromiso con España.
El vocal de artes de la Real Academia de San Romualdo, Juan Antonio Lobato, fue el encargado de la presentación del pintor de batallas, apodo extendido que le puso el escritor Arturo Pérez-Reverte, con una frase contundente: "La pintura española necesitaba un pintor como Ferrer-Dalmau, la sociedad española lo necesita más que nunca". Su afirmación antecedió a una intervención repleta de halagos: como reconocerle una "obra verdaderamente bella"; su dedicación a la pintura realista; su valentía por recabar información "en tierra hostil", en el campo de operaciones, "como un soldado más"; o su apuesta por plasmar a las Fuerzas Armadas, sus batallas históricas y su labor actual.
"Ha venido a ocupar un espacio olvidado en la pintura española", destacó Lobato, que recordaba que en otros países existen pintores militares en plantilla. Mariano Fortuny, detalló, es un antecedente español, curiosamente financiado por la Diputación de Barcelona para pintar las batallas de Tetuán y Wad-Ras a mediados del siglo XIX.
El presentador mencionó los inicios de Ferrer-Dalmau con la exposición España a estribor, una colección de marinas de la costa catalana; la influencia de Antonio López en los paisajes urbanos y su amor por el mundo del caballo que le lleva a la pintura militar.
"Dos son los ejes fundamentales de mi vocación artística: la pintura y mi amor y admiración por la historia de España, por los héroes que dieron su vida por España", resumía de inicio el protagonista sobre lo que luego desarrollaría en su discurso de ingreso. Primero, desglosó su función social, "en mi caso mi compromiso por mis semejantes y por España". El relato histórico que considera se ha ido creando en la sociedad catalana "contra la realidad de los hechos, con el objeto de construir en las mentes y las voluntades de los ciudadanos, sobre todo en las nuevas generaciones, un nuevo referente nacional e identitario contrapuesto al resto de los ciudadanos de nuestro país, al sentimiento solidario del conjunto de los españoles" le hizo tomar este camino en su obra.
Ferrer-Dalmau defiende, y así lo expresó ayer, que Cataluña es una tierra muy hispana. "Somos un pueblo comprometido con la unidad", reivindicó. "Un pueblo que durante muchos siglos vivió los mismos avatares que el resto de sus compatriotas, el Siglo de Oro, el auge de la crisis del siglo XVII, la Ilustración del XVIII, la gran guerra hispano-francesa de 1808, la guerras civiles carlistas que desgarraron toda nuestra geografía, las guerras del norte de África, el desastre de Ultramar, la última gran contienda fraticida de mediados de los años 30 que dividió a los españoles y que sigue dividiéndolos y por último las cuatro décadas de mayor desarrollo de España", enumeró el pintor barcelonés sobre hechos importantes de la historia española. En este progreso, sin embargo, lamentó, se ha producido la "desnacionalización de la propia España", "su descomposición". "La situación de Cataluña es un mero reflejo de la situación general España, lo que confirma la profunda españolidad de Cataluña", ironizó.
Frente a eso, Augusto Ferrer-Dalmau abundó en la función social que ha elegido: contribuir a la recuperación de la conciencia del lugar de España en el mundo, recreando grandes y pequeños hechos de la historia de España, éxitos y derrotas. "Recordemos los hechos heroicos porque el sistema educativo parece haberlos olvidado o escondido. Rescatemos la memoria de otros muchos acontecimientos, en lo ordinario, en el ámbito militar, en las exploraciones", animó.
El artista catalán se definió como un pintor realista, al que le gusta dejar visible el trazo del pincel. Autodidacta, con pintores franceses del siglo XIX como referentes, el colorido de sus obras proviene de la influencia del modernismo catalán. Sobre su proceso de creación, "atípico", Ferrer-Dalmau explicó que primero viene la fase documental, en la que disfruta conociendo al detalle el hecho y el escenario que va a plasmar. En el planteamiento, dibuja la escena en su cabeza y hace un bosquejo rápido, sin detalles. Finalmente, en la realización comienza por los fondos, primero el cielo y luego el escenario, "que marcan la intensidad de las figuras”; siempre de izquierda y derecha porque "apoyo la mano en el lienzo". "Dejo terminada cada parte antes de empezar la siguiente", detalló, aunque no duda en modificar figuras o escenas. "Confieso que necesito dios y ayuda para decidir cuándo considero que el cuadro está terminado. Podría pasarme la vida entera retocando un cuadro".
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