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San Fernando/"No se valora la experiencia hasta que no cumples años. Habría que recuperarla para que los chavales salieran de su hábitat", comenta Manuel Morales durante el paseo por el Arsenal de La Carraca. Natural de Sevilla estuvo en La Isla en 1983 para hacer el servicio militar obligatorio destinado en Janer. Como hasta 48 antiguos marineros participa en la ruta Yo hice la mili en San Fernando que el Ayuntamiento isleño ha puesto en marcha este fin de semana, con la intención de repetir: ya hay un grupo de 50 personas, entre compañeros de reemplazo y familiares, previsto para junio. Con él ha venido a recuperar recuerdos Francisco Pérez –que estuvo en 1984– que lanza ideas de lo que significaba entonces la mili: la novia y la despedida, los permisos, el reencuentro, las pequeñas salidas por San Fernando, los bocadillos... Ambos, que acuden con sus parejas, bromean mientras se encaminan a la capilla cerrando el grupo.
"Volvería a hacerla", asegura Francisco, que rápido matiza: "Pero con esa edad". Ríe Manuel que abunda en esa idea: "Me quitas 35 años y me quedo". Así de buena fue su experiencia, o quizás es que con el paso de los años la parte mala se borra y queda la añoranza de los buenos momentos.
"Hay cosas que me emocionan", reconoce Pascual Castilla, de San Fernando al que acompaña su hermano José –que observaba atento La Carraca, porque él sí hizo la mili en estas instalaciones–, sobre los lugares vinculados a la Armada que está visitando durante la jornada. Acarrea una carpeta de la que saca su cartilla de embarque, "que había que hacerla para que tu madre estuviera tranquila porque ibas a la Marina y no como infante o soldado", sonríe. "Yo trabajaba entonces en la Venta de Vargas, y la idea era compaginar la mili con el trabajo. Por eso Juan había hablado para que me dejaran en La Carraca una vez hiciera la instrucción. Pero me mandaron a Madrid al Ministerio de Marina", rememora este hostelero ya retirado. Al final, “recomendado”, volvió a La Isla a Tiro Janer, aunque finalmente terminaría el servicio en Puntales.
Igual que Francisco o Manuel también cree que algunos jóvenes deberían pasar por la mili. "Hay jóvenes maravillosos, pero un cuartito, como yo digo, debería hacerla", afirma. "Aprendías, madurabas", sostiene Juan Luis Muñoz sobre las bondades de este proceso militar. "Te abría la mente. Veías lo que hay en la vida. Ahora cuando un chaval termina de estudiar, no sabe qué se va a encontrar en un trabajo, la presión, los problemas con los compañeros...", se suma a este reconocimiento Juan Pedro Orta, que aprovechó sus nueve meses y se sacó un curso de pintura de edificio y el carné del coche y de la moto, además de aprender a encuadernar artesanalmente libros. Para muchos era la primera vez que salían de sus casas, de su pueblo, que viajaban.
Quienes se apuntaron para participar en las actividades de la ruta Yo hice la mili en San Fernando pudieron visitar el Panteón de Marinos Ilustres, la Sala Histórica del TEAR, el Observatorio de Marina, el Museo Naval y el Arsenal de La Carraca. A este último complejo se accedía en un trenecito turístico que partía de las inmediaciones de la Venta de Vargas. Patricia Galera, la guía de la Oficina de Turismo, iba dando pinceladas en el camino hacia La Carraca de la ciudad y su emplazamiento, de su historia y de la presencia de la Marina en La Isla. Ya dentro de las dependencias militares daba cuenta del lugar: fechas, ingenio en la construcción al ser una zona de marismas, edificios, personajes, el muelle. Los visitantes aprovechaban para hacerse fotos o comentar con sus familias algunos recuerdos.
"¡Parece mentira que hayan pasado tantos años!", se sorprende José Ramón Flores, que viene de Cumbres Mayores. Él hizo la mili en 1984 y en este tiempo, destaca, todo ha cambiado mucho. "He visto el cuartel, pero del resto no reconocía nada. Si donde está Bahía Sur todo era campo", añade. Por el contrario, David, de Algeciras, se refiere a las tardes de descanso que pasaban en el centro comercial.
Flores y su mujer ya habían visitado el Panteón y por la tarde tenían prevista otra visita, igual que hoy. La Sala Histórica del TEAR era el lugar que previamente había visitado José Tirado, junto a su mujer, una hija y su yerno. "La mili fue una experiencia estupenda, pero cuando me dijeron que tenía que estar dos años se me cayeron los palos del sombrajo. Al final me lo pasé bien", explica. Como anécdota cuenta que camuflaban las manchas del uniforme blanco de verano con tiza. "Nosotros le dábamos con pasta de dientes", replica Juan Carlos Teruel, su yerno, que fue especialista voluntario en 1981.
Tirado comparte recuerdos con su familia, una de las metas que el Ayuntamiento se puso con esta propuesta turística vinculada a la mili, con la que también se pretendía que vivieran momentos de emoción y se reencontraran con antiguos compañeros, como reconoció la alcaldesa, Patricia Cavada, que dio la bienvenida en La Carraca para agradecer además la colaboración de Armada.
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