Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
La financiación autonómica, ¿Guadiana o Rubicón?
Entrevista
José Luis López Garrido, responsable del Archivo Municipal de San Fernando, ha ingresado recientemente como académico de número en San Romualdo. En su discurso se centró en la ciudad, con un material que tenía en sus manos desde hace más de una década y deseaba que viera la luz: las láminas de rincones reconocibles de La Isla de un soldado francés de los Cien mil hijos de San Luis. Más archivero que historiador, reconoce su pasión por la documentación, por ofrecer a los investigadores el material necesario para que saquen buenos resultados.
-¿Cómo ha vivido el ingreso como académico en San Romualdo?
-Me lo plantearon hace algún tiempo, pero por el tema de la pandemia se ha retrasado bastante. Ha sido un momento emotivo, porque el personal de la Academia reúne a personas que admiro mucho por su trabajo, por su dedicación a temas de San Fernando. La Academia es hoy por hoy una de las principales instituciones culturales de la ciudad. En el terreno más personal, heredo el ser funcionario académico, como lo fue don Miguel Ríos, que fuera secretario del Ayuntamiento, un funcionario al que siempre he admirado mucho. Me ha llenado de satisfacción por la temática que quería dar a conocer.
-¿De qué trató su discurso de ingreso?
-Era una documentación que llegó a mis manos en 2009. La entonces directora de la Biblioteca Municipal de Cádiz, Rosario Martínez, me planteó la posibilidad de editar un manuscrito de un soldado francés que está en esta zona durante la invasión de los 100.000 Hijos de San Luis, entre 1823 a 1828. Ese proyecto no se llevó a cabo, pero me pasó la información, tanto los textos en francés como las láminas. Las láminas me impresionaron porque eran dibujos de San Fernando con cierto visos de realidad, bien hechos. Yo quería dar a conocer esas imágenes, que se viera cómo estaba San Fernando en esa fecha. Cuando me plantearon la posibilidad del ingreso en la Academia vi la oportunidad de hacer un trabajo sobre este tema y sobre todo presentar las imágenes. Me hubiera gustado dar a conocer más datos, porque este soldado no es un delineante profesional pero es bastante fiel a lo que debió existir. Se nota además que está muy bien documentado. Por ejemplo, hace una descripción bastante exhaustiva del trabajo de las salinas. Cuenta cómo se fabricaba la sal, hasta llegar a la sal de espuma. Habla mucho del castillo de Sancti Petri. Tenía datos de dónde se celebraron las Cortes, sobre la misa de Espíritu Santo el 24 de Septiembre de 1810, por qué se llamaba San Fernando, quién era el patrón de la ciudad, etcétera, etcétera. Daba cuenta con conocimiento. Todo eso hay que recortarlo para adaptarlo a los tiempos del discurso y se quedó en nada.
-¿Cree que se da importancia al patrimonio documental?
-Me preocupa en general, a nivel de cultura, no solo el patrimonio documental, sino también el bibliográfico, museográfico. Estamos en una época, no me refiero a la ciudad en concreto, ni siquiera al a comunidad autónoma, ni al país, en que hay más cultura momentánea: una exposición, una obra de teatro, un concierto, que es cultura, pero efímera. Cuando termina has recibido un sello cultural, pero se terminó. Hay mucha diferencia de lo que se dedica a esto frente a lo que se dedica a la cultura patrimonial: a los archivos, a los museos, a las bibliotecas, a la restauración de los edificios, a la puesta a punto de los monumentos. Estamos en una época de vuelta al circo romano, los ciudadanos demandan espectáculo, quizás recrudecido por la pandemia y el confinamiento, con pocas posibilidades de cultura. Ahora se ve más palpable.
"Me gusta preparar los documentos para que los historiadores puedan hacer buenas investigaciones"
-¿Por qué se dedica a esto? ¿Cuál es su camino?
-Desde que terminé Geografía e Historia mi objetivo fue el archivo. Me gusta organizar, organizar la documentación. Cuando terminé la carrera me vinculé a un departamento de la Universidad de Sevilla, Paleografía y Fuentes Documentales, del que salieron muy buenos profesionales en materia de archivo. Alguna vez contemplé la opción de la docencia, pero mi afición, mi deseo, siempre estuvo en los archivos de la administración. Siempre me ha gustado preparar documentos -soy más archivero que historiador- para que los historiadores puedan sacar buenos resultados, hacer buenas investigaciones y vayamos descubriendo la historia de las ciudades, de las instituciones, de las personas. No he tenido dudas nunca de que mi objetivo era este. Además soy hijo de funcionario de administración local, mi padre fue tesorero, depositario, del Ayuntamiento de Cádiz.
-¿Qué nos permite el patrimonio documental, bibliográfico? Tener ese pasado en el presente.
-Necesitamos saber lo que hemos sido. Me parece fundamental tener el orgullo y el conocimiento de lo que hemos sido, cómo hemos sido, para poder legarlo a las generaciones futuras. En estos últimos meses me he visto en dos actos muy significativos: la conferencia sobre la Biblioteca del Almirante Lobo, en el marco de la conmemoración del 200 aniversario de su nacimiento; y hace poco la de ingreso a la Academia de San Romualdo. En concreto, sobre la biblioteca, la adaptación que estamos haciendo a los nuevos espacios que tenemos, nos ha permitido conocer cosas increíbles. Libros que cuando consultas en la Biblioteca Nacional o en el Catálogo del Patrimonio Bibliográfico Nacional. No llegamos a las grandes bibliotecas especializadas, pero hay cosas bastante interesantes. Aparte de la propia documentación de los manuscritos del almirante, libros que llaman la atención. Incluso uno de Arte Gimnástica, que está en las principales casas de subastas, como Sotheby's o Christie's porque es una segunda edición, que es la primera que cuenta con ilustraciones. Y es demandado por los coleccionistas, por los bibliófilos. Es el más buscado porque tiene una nota a pie de página en la 138 que en otras ediciones está modificada o suprimida, y por eso tiene un valor especial. Saber que lo tenemos aquí redunda en el propio interés de los documentos, en la idea de que este patrimonio debería ser conocido por los ciudadanos.
-¿Cómo diría que es este patrimonio de San Fernando?
-Evidentemente es un patrimonio muy especial. Los ayuntamientos en un alto porcentaje conservan una información muy similar, todos tienen servicio de personal, de urbanismo... Pero en determinadas épocas la zona de la Bahía se convierte en protagonista de la historia. Estamos en plena celebración del Trienio Constitucional (1820-1823) y el último reducto fueron Cádiz y La Isla. Todo el tema de Las Cortes y la Constitución de 1812 tiene lugar en esta zona. En cuanto a la biblioteca del Almirante Lobo es un patrimonio excepcional, porque participa fuera de España en tres campañas: la campaña del Pacífico, las guerras Piráticas en Filipinas y en el norte de África. Hay informes y escritos, documentación, únicos, cosas que no se llegaron a imprimir, como los diarios de navegación. Recientemente tuvimos aquí la visita de un grupo de investigación liderado por el profesor de Historia de América Alberto Gullón que se sorprendía de lo que teníamos aquí. En el año 92, en unos encuentros de Historia y Arqueología, Andalucía en América y América en Andalucía, tuvimos aquí un profesor de Arquitectura que se sorprendió de encontrar en esta biblioteca cosas que no encontraba en Argentina.
Tenemos un patrimonio único, vinculado a la historia, a los momentos cruciales de la historia de San Fernando, de la Bahía, de España durante la época de las Cortes y la Constitución. En la Biblioteca Almirante Lobo pasa igual: con informes de determinados momentos que son documentos excepcionales, originales, como cuando zarpa para desembarcar en el norte de España, con motivo de las Guerras Carlistas.
-¿En qué grado de conservación se encuentran documentos y libros?
-La conservación es buena por lo general. En determinadas épocas la fabricación del papel era mucho más natural que hoy día que intervienen más elementos químicos. Es curioso que dejas a la intemperie un expediente del siglo XVIII y se conserva mejor que unos papeles de los años 40 o 50 del siglo XX. Hay libros que por una deficiente encuadernación original están en una situación más lamentable. Hemos estado muchos años en precario, esperando este momento de volver al Ayuntamiento restaurado, y nos gustaría haber empezado ya la digitalización de los documentos y libros de consulta más frecuente para la manipulación por parte de ciudadanos, usuarios, investigadores. Pero habrá tiempo para digitalizarlo y ponerlo a disposición de los investigadores en una pantalla sin necesidad de que consulte el documento original.
-¿Ese proceso en qué punto está?
-Está en momentos de iniciarse, intentando contactar con el Catálogo del Patrimonio Bibliográfico Nacional para empezar a volcar una serie de libros en este catálogo para que quienes quieran consultarlo sepan que está en la Biblioteca Lobo. Ahora hemos comenzado a abrir las citas para las visitas para la consulta de archivo, pero está muy limitado por la pandemia. Ya tenemos material para escanear los documentos.
-¿Qué ha significado la vuelta al Ayuntamiento?
-Ha significado una mejora sustancial y evidente. Desde que entré a trabajar he estado donde estaban los documentos, primero en la segunda planta del edificio y después en la baja cuando la Policía Local se trasladó a la Jefatura. Luego se llevó a un inmueble alquilado para ampliar el Museo Municipal en la calle Real, algo que no se llevó a cabo por la crisis de 2008. Hemos estado en una situación difícil a la espera de una ubicación definitiva y por fin ha llegado. Las instalaciones son modernas, buenas; contamos con climatización, control de temperatura y humedad, con muebles de deslizamiento para aprovechar mejor en el espacio. En la biblioteca contamos con idéntico material. Así me hubiera gustado que hubiera estado hace 20 años.
-¿Es espacio suficiente para toda la documentación con la que cuenta San Fernando?
-No. Estamos planteando externalizar parte de los archivos. Dividimos los archivos en histórico, intermedio y administrativo, algo que determina la edad del documento como la frecuencia de consulta. La histórica es reclamada por investigadores, curiosos, ciudadanos que buscan antecedentes familiares (y consultan padrones y expedientes de quinta). Luego hay una documentación administrativa, tramitada de diez años al presente, y que aún pueden reclamar las distintas dependencias municipales, Urbanismo, Renta, Personal. Y el archivo intermedio, entre ambas etapas, que no se consulta ya y no forma parte del histórico, aunque puede que en algún momento puede ser material para los historiadores. Su pase al archivo histórico será a través de un análisis. Ese se plantea externalizar, para que lo conserven y para poder solicitar el envío de documentación cuando la necesitemos, que son ocasiones escasas. Además, ya está elaborada, se ha remitido al delegado de presidencia, la política de gestión documental del archivo del Ayuntamiento que establece las normas para poner en funcionamiento el archivo electrónico. A partir de ahora tendremos menos problemas con el espacio para custodiar los documentos.
-Si tuviera que quedarse con algo de lo que se guarda, ¿con qué sería?
-Evidentemente, hay libros en la Biblioteca Lobo que tienen un gran valor, pero no sé con cuál me quedaría. Quizás con alguno que tiene láminas preciosas. Hay libros que llaman la atención como la colección completa de la Encyclopédie de Diderot y d'Alembert. De documentos no me quedaría con ninguno, aunque hay alguno muy bonito, como el proyecto de Juan Herck para cubrir el antiguo corral de comedias para convertirlo en teatro cerrado. No lo puede llevar a cabo porque su vecino, que es Torcuato Cayón, no le da un trozo de terreno necesario. Es un plano muy bonito con colores, pero como archivero lo importante es la serie documental. Lo importante es que conservemos las actas capitulares desde 1766, momento en que se crea el Concejo, el Ayuntamiento de San Fernando, hasta el día de hoy. Lo importante es tener la serie de padrones, desde el primero hasta el último que se hace en San Fernando. Desde el primer expediente de obra hasta el último. O los expedientes de quinta, desde el primer alistamiento hasta que se suspenden, al crearse el ejército profesional. Tener la evolución de la población, del cambio de fisonomía de la ciudad, de los acuerdos capitulares... eso es lo verdaderamente importante, más que el documento suelto, que puede ser bonito, pero no deja de ser anecdótico. No sirve, sirve el proceso.
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