Juan Villar, la Leyenda que "es Cai"

El cantaor gaditano recibe en La Isla el premio VII Premio Leyenda del Flamenco que concede la Venta de Vargas y Flamenco La Isla

Juan Villar, Premio Leyenda del Flamenco

San Fernando/El cantaor gaditano Juan Villar refrendó su leyenda al recibir ayer la distinción que la Venta de Vargas y Flamenco La Isla conceden desde hace siete años a figuras destacadas del mundo del flamenco, el premio Leyenda del Flamenco. "Le pido que lo exhiba por los barrios de Cádiz con orgullo, como La Isla se lo entrega", le interpelaba la alcaldesa, Patricia Cavada, que recibía una respuesta complacida del artista, que estuvo arropado en la cita por su familia y numerosos amigos.

"No tengo palabras para expresarme. Solo quiero dar las gracias a los señores que han hecho posible que me entreguen este premio", decía a los presentes Juan Villar, tras recibir la estatuilla –la figura de Camarón de La Isla realizada por el escultor Antonio Mota– de manos de Almudena Molinares, viuda de Juan Moneo, El Torta, gran amigo del cantaor del barrio la Viña. "Un premio merecido", comentaba Molinares.

"Le pido que lo exhiba por los barrios de Cádiz con orgullo, como La Isla se lo entrega", dijo Cavada

El flamencólogo Antonio Barberán había glosado minutos antes a este flamenco, que ya destacaba en el año 74 una crónica de Manfredi en ABC de la primera Semana Cultural del Flamenco de Sevilla y sobre el baile de Manuela Carrasco. "La crónica dice textualmente: Le cantó Juanito Villar, desconocido en estas tierras, y que si no me equivoco está destinado a ser una figura del cante antes de que nos demos cuenta; y si no, al tiempo. Fíjense la vista de Manfredi", comentaba el experto. De Villar resaltaba su "gran dicción", su conocimiento de los cantes de Cádiz y los Puertos, de los jerezanos, de la soleá de Alcalá o de los tangos de Extremadura. O su vinculación de cuna con las familias flamencas gaditanas, hijo de Pilar Jiménez Pérez, la Jineta; sobrino de Gertrudis, nieto del bailaor Pablo Jiménez Antúnez y de Manuela Pérez Fernández, la China –tía de La Perla–.

De sus inicios en Cádiz, en el Balneario de La Palma, el Cortijo de los Rosales o el Tablao de Cádiz que inauguró con los Gitanillos, pasó a Madrid al tablao Villa Rosa y a Barcelona donde estuvo tres años en el tablao El Cordobés, proseguía Barberán con pinceladas de la dilatada carrera artística del cantaor premiado, que también tiene paradas internacionales. De 1972 cuando el padre de Paco de Lucía le grabó su primer trabajo al último en 2006 se cuenta una treintena de discos.

El homenaje que con sus palabras le daba el flamencólogo gaditano, que reconoció su amor a este arte gracias a Villar, y el que la Venta de Vargas y Flamenco La Isla le ofrecían con el premio VII Leyenda del Flamenco se completaba con otros gestos, no menos significativos. Su peña le entregaba una placa de recuerdo por la distinción recibida, de las paredes de la Venta de Vargas colgaban las pinturas del granadino Miguel Heredia con su imagen y el cantaor Alonso Núñez, Rancapino, acompañado a la guitarra por Rampli, le dedicaba algunos cantes. Su esfuerzo en el tablao de la Venta era compensado por los asistentes que grababan la escena, marcaban el compás con las palmas, jaleaban y se ponían en pie entre fuertes aplausos. El propio Juan Villar animaba al cantaor chiclanero, atento a todos sus quiebros.

Lolo Picardo, gerente de la Venta de Vargas, recordaba la intención de los organizadores de este premio –la propia Venta y la promotora Flamenco La Isla– por el Día Internacional de Flamenco para reconocer a las figuras del flamenco en vida. “Este año el jurado se decantó entre los tres últimos nombres por Juan Villar, que tiene en su garganta metido a todo Cádiz entero. Juan Villar es Cai”.

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