Lydia Cacho inaugura la Feria del Libro de San Fernando con el valor del periodismo
La activista repasa su trayectoria periodista marcada por su lucha contra la trata de niños, niñas y mujeres en México
La periodista habla de su libro "100% español", 'Rebeldes y Libres'
Toda la programación de la Feria del Libro 2024 de San Fernando
San Fernando/San Fernando ya disfruta de su Feria del Libro. Los primeros ciudadanos, adultos y pequeños, se acercan a los distintos expositores, atentos a los títulos de novelas, cuentos, libros ilustrados, ensayos, poesía o teatro que se abren a sus ojos. Otros ya se sientan ante el escenario preparados para la ocasión, con la periodista y activista Lydia Cacho como primera protagonista, que ha mostrado el valor del periodismo. El día se cierra con dos libreros de amplia trayectoria frente a frente, Paco García Barroso, de Librería Bozano, y Juan Manuel Fernández, de la librería Manuel de Falla de Cádiz, recién jubilado, dispuestos a demostrar su amor por los libros.
Antes, para la inauguración de esta cita, Paqui Ayllón se pone ante el respetable y cuenta una de las historias de la periodista mexicana, recogida en Rebeldes y Libres, de cuando pequeña jugaba y su padre cuestionaba por qué era telefonista. "No soy telefonista, soy la presidenta del planeta Tierra", fue su llamativa respuesta. Su abuela le animó a prepararse para serlo. "Siendo rebelde", le puntualizó. "Rebelde con causa", le aclaró su madre. La lucha contra los tratantes de niñas en México es su bandera más importante, explica Ayllón.
Cacho habla de su trayectoria periodística, marcada por una infancia en la que entendió cómo el Gobierno de su país controlaba los medios de comunicación y hombres y mujeres que luchaban por sus derechos eran golpeados pero nunca se reflejaba en las noticias. Su primer editor le desveló, sin pretenderlo, una clave que le ha servido para sortear las reticencias para poder sacar adelante sus temas: las mujeres tienen mejor ortografía, por eso iba a contar con ella a pesar de que pensaba que eran peores reporteras que los hombres. La periodista comenzó a encontrar las maneras para escribir de lo que quería, sobre la cultura maya, sobre cómo había cambiado la vida de las personas que vivían en el entorno de Cancún, de cómo había cambiado la actitud de los hombres allí con el turismo, de violencia hacia niños y niñas, hacia las mujeres, de abuso del alcohol.
En 1994 descubrió los feminicidios en la frontera con Estados Unidos. "Busqué maneras de entender y de entrevistar a activistas, entre ellas una mujer, contable, ama de casa, que abrió una casa para acompañar a las mujeres víctimas. Documentó las desapariciones y a partir de ahí empecé, con otras dos amigas, a escribir reportajes sobre este tema. Estudié Criminología para poder explicar mis historias, como la pornografía infantil, el abuso infantil", resume Lydia Cacho, que siguió adelante a pasar de ser cuestionadas por su implicación por muchos compañeros a lo largo de su carrera.
Ese trabajo se extendió al mundo, con la trata de personas, con fuentes provenientes de los servicios secretos. Ellos le reconocieron que el trabajo de los periodistas les permitía iniciar las investigaciones para luchar contra esta lacra. Eso le enseñó que debía incluir en sus trabajos la historia de personas que querían cambiar las cosas. Historia de una infamia o Los demonios del edén son algunos de los libros publicados en los que cuenta ese trabajo contra la trata de niños y niñas, en los que daba y nombres y apellidos de los culpables. Para Cacho el periodismo debe servir para cambiar el mundo. Incluso reconoce su implicación en buscar a las víctimas, con la colaboración de empresas tecnológicas.
Esta labor la ha puesto en peligro, le ha costado el exilio por las amenazas recibidas, incluso casi le cuenta la vida. Todo eso lo cuenta en Cartas de amor y rebeldía a través de sus antiguos diarios personales y las cartas que le escribía a sus amigos. Ahí recuerda algunos fragmentos de su vida. "No hay nada reinterpretado", advierte.
La periodista habla de otro libro Rebeldes y libres, "mi primer libro 100% español", donde recoge qué opinan niñas y jóvenes españolas, con sus miedos y opiniones, sobre el amor, la pornografía. "Me recuerdan las acciones por las que yo soy periodista: tenemos que contar las historias que importante. Y volver a las voces que pueden explicar cómo puede cambiar el mundo que nos rodea", reflexiona. Por eso, aclara, "hay que hacer periodismo con perspectiva de género, para saber qué opinan los niños, cómo viven todo esto, la llegada del amor, cómo se sienten juzgados. Estoy en ello, lo estoy escribiendo".
La ponente inaugural destaca que los adolescentes han encontrado otra forma de acercarse a las creaciones, a las obras, al periodismo y la literatura, "con la lectura escuchada".
Amaya Lanceta san fernando
San Fernando ya disfruta de su Feria del Libro. Los primeros ciudadanos, adultos y pequeños, se acercan a los distintos expositores, atentos a los títulos de novelas, cuentos, libros ilustrados, ensayos, poesía o teatro que se abren a sus ojos. Otros ya se sientan ante el escenario preparados para la ocasión, con la periodista y activista Lydia Cacho como primera protagonista. El día se cierra con dos libreros de amplia trayectoria frente a frente, Paco García Barroso, de Librería Bozano, y Juan Manuel Fernández, de la librería Manuel de Falla de Cádiz, recién jubilado, dispuestos a demostrar su amor por los libros.
Antes, para la inauguración de esta cita, Paqui Ayllón se pone ante el respetable y cuenta una de las historias de la periodista mexicana, recogida en Rebeldes y Libres, de cuando pequeña jugaba y su padre cuestionaba por qué era telefonista. “No soy telefonista, soy la presidenta del planeta Tierra”, fue su llamativa respuesta. Su abuela le animó a prepararse para serlo. “Siendo rebelde”, le puntualizó. “Rebelde con causa”, le aclaró su madre. La lucha contra los tratantes de niñas en México es su bandera más importante, explica Ayllón.
Cacho habla de su trayectoria periodística, marcada por una infancia en la que entendió cómo el Gobierno de su país controlaba los medios de comunicación. Su primer editor le desveló, sin pretenderlo, una clave que le ha servido para sortear las reticencias para poder sacar adelante sus temas: las mujeres tienen mejor ortografía, por eso iba a contar con ella a pesar de que pensaba que eran peores reporteras que los hombres. La periodista comenzó a encontrar las maneras para escribir de lo que quería, sobre la cultura maya, sobre cómo había cambiado la vida de las personas que vivían en el entorno de Cancún, de cómo había cambiado la actitud de los hombres allí con el turismo, con violencia hacia niños y niñas, hacia las mujeres, de abuso del alcohol.
En 1994 descubrió los feminicidios en la frontera con Estados Unidos. “Busqué maneras de entender y de entrevistar a activistas, entre ellas una mujer, contable, ama de casa, que abrió una casa para acompañar a las mujeres víctimas. Documentó las desapariciones y a partir de ahí empecé, con otras dos amigas, a escribir reportajes sobre este tema. Estudié Criminología para poder explicar mis historias, como la pornografía infantil, el abuso infantil”, cuenta Lydia Cacho. Ese trabajo con la trata de personas se extendió al mundo con fuentes provenientes de los servicios secretos. Ellos le reconocieron que el trabajo de los periodistas les permitía iniciar las investigaciones para luchar contra esta lacra. Historia de una infamia o Los demonios del edén son algunos de los libros publicados sobre este asunto de los que daba y nombres y apellidos de los culpables. Para Cacho el periodismo debe servir para cambiar el mundo. Incluso reconoce su implicación en buscar a las víctimas, con la colaboración de empresas tecnológicas.
Esta labor la ha puesto en peligro, le ha costado el exilio por las amenazas recibidas, incluso casi le cuesta la vida. Lo cuenta en Cartas de amor y rebeldía a través de sus antiguos diarios personales y las cartas que le escribía a sus amigos. “No hay nada reinterpretado”, advierte.
La periodista habla de otro libro Rebeldes y libres, “mi primer libro 100% español”, donde recoge qué opinan niñas y jóvenes españolas, con sus miedos y opiniones, sobre el amor, la pornografía. “Tenemos volver a las voces que pueden explicar cómo puede cambiar el mundo que nos rodea”, reflexiona.
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