Militares identificados por Amede de la fosa común de San Fernando: Un vacío en el panteón de los Sancha
Más de un centenar de militares destinados en buques o instalaciones de la Armada fueron fusilados tras el golpe de estado del 36, algunos ya identificados
Amede realiza 21 identificaciones presuntivas de los represaliados exhumados en el cementerio de San Fernando
Emoción en la capilla ardiente del alcalde Cayetano Roldán y el concejal Eladio Barbacil
San Fernando/Nueve de las 21 víctimas de la represión franquista identificadas de manera presuntiva por Amede (la Asociación para la Recuperación de la Memoria Democrática) eran militares que desempeñaban su labor en instalaciones militares o barcos de la Armada en San Fernando. Uno de ellos es Manuel de Sancha Morales, comandante en jefe del batallón de Infantería de Marina, que en 1936 reclamó que la orden que le daban para sacar las tropas a la calle fuera por escrito. Fue detenido y fusilado. "No queremos revivir ningún dolor. Es amor", expresa una de sus nietas, Rosa María de Sancha Castellano, sobre la esperanza de la familia de poder enterrarlo en el panteón familiar. Entre las víctimas no identificadas o todavía desaparecidas figuran muchos más nombres de militares: según los estudios, más de un centenar.
En la relación de nombres que la entidad ofrece tras cotejar los datos que manejaba –edades, fechas, objetos personales, disposición en el cementerio, su presencia en una saca concreta– figuran personas de las que ya había adelantado hace unos meses su identificación presuntiva, caso del cabo fogonero Alberto García Martínez, por los anillos de boda encontrados entre sus restos. Fue fusilado el 18 de junio de 1940. Unos meses después, el 30 de agosto, correría la misma suerte Felipe Franco Lavada, marinero del Cervantes. En el República servía como maquinista de segunda Aquilino Pombo. El mismo puesto tenía Enrique Fernández García. Auxiliar de segunda naval era Manuel Martínez Moreno.
Las identificaciones presuntivas alcanzan a varios mandos: el capitán de corbeta Virgilio Pérez Pérez, fusilado el 28 de agosto de 1936. El mismo día que el comandante de intendencia Antonio García Molés, el capitán de corbeta Javier Biondi Onrubia y el comandante jefe del batallón de Infantería de Marina Manuel de Sancha Morales.
"Mi abuelo no solo era conocido por ser militar, sino también por ser músico. Era concertista de piano, compositor, director de orquesta. Poco antes de ser fusilado había dado un concierto en el Teatro para recaudar dinero para los parados", describe Rosa María sobre el comandante. Dejó ocho hijos: Manuel, Adelina, Manuela, Emilia, José, Gabriel, Teresa y Ángel.
Cuenta esta vecina de San Fernando que su abuelo "pidió a los almirantes que para sacar las tropas a la calle le dieran la orden por escrito, como cualquier militar. Como muchos de los estaban destinados en barco o se encontraban en sus despachos en el Tercio de Armada, lo detuvieron, lo enviaron al Penal de La Casería y lo fusilaron". Su familia quedó destrozada, consternada. Siempre quiso recuperar su cuerpo.
De hecho, explica De Sancha, uno de sus tíos, Ángel, el más pequeño de todos, escribió una carta al director en Diario de Cádiz al poco tiempo de terminar la dictadura en la que pedía ayuda para poder sacar los restos de la fosa común. "Creía, como todos, que esto iba a ser más fácil", admite. Conocían el lugar donde fue enterrado, "yo misma se lo dije a Amede", porque la familia vio el cuerpo al día siguiente del fusilamiento, y lo envolvió en una manta con la idea de localizarlo al tiempo y enterrarlo en el panteón que el propio Manuel de Sancha Morales había comprado para la familia.
Los restos del comandante de la Infantería de Marina fueron de los últimos en ser recuperados de la fosa común donde estaba enterrado en el cementerio municipal durante la intervención de Amede. Se encontraba, detalla, cerca de una de las manzanas de nichos, que hubo que apuntalar. "Lo teníamos muy negro por la zona en la que estaba, en la que al principio se planteó que no podía intervenirse. Se fue haciendo poco a poco. Era muy complicado sin tirar los nichos, que eso hubiera enfrentado con quienes tienen a sus seres queridos enterrados allí. Hubiera sido revivir el dolor de ellos", reconoce. "Nosotros no revivimos dolor. Esto es amor, es conseguir que lo que querían sus hijos se cumpla", defiende. Una identificación positiva de ADN permitiría ahora recibir los restos para que descansen en el panteón de los Sancha, "donde está mi padre, algunos de mis tíos". "La gran mayoría de sus hijos, los que murieron aquí y los que incinerados fuera se trajeron", aclara.
A ese escollo del lugar se sumó luego la primera comprobación por ADN, a la que se ha enfrentado la mayoría de las familias: apenas unos pocos dieron resultados afirmativos tras los análisis realizados por la Universidad de Granada. Rosa María de Sancha se muestra muy crítica. "Todos los de la fosa dieron negativo. Si veían que no daba resultados, lo lógico es que hubieran cambiado el método. Muchos de los familiares directos han fallecido sin resultados", lamenta. Es una de los fallos más grandes, insiste. Ni siquiera con muestras de un familiar directo se han producido identificaciones.
Ahora, sin embargo, tras la identificación presuntiva de los técnicos la familia está "ilusionada". "Hay que dar las gracias" por el trabajo realizado a Amede. "Si no hubieran desarrollado esta tarea de cotejar, de cruzar las edades, la saca, el día de fusilamiento, con el lugar de enterramiento –que yo podría haber estado equivocada en eso–, no hubiera habido nada. No tendríamos ninguna posibilidad", expone.
Ahora para las pruebas de ADN que harán con el laboratorio privado Labgenetics usarán muestras distintas a las primeras. Por un lado, manejarán los dientes para recuperar material genético de la víctima –en lugar de huesos largos como utilizaba Granada–. Por otro, la muestra de un nieto, en lugar de una nieta, como en el primer intento. "Nos han pedido un perfil genético distinto para que la cadena sea de la persona que se identifica a un hijo y a un nieto", comenta. Es decir, que se ha pedido material genético que siga la línea masculina.
Ninguno de los hijos está vivo, solo quedan nietos, dos mujeres en San Fernando, una de ellas Rosa, y el resto en Madrid. "Todos estamos de acuerdo, desde el principio", deja claro.
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