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desarrollo Los polvorines, en el punto de mira
"Hoy he estado en los polvorines de Fadricas. El paraíso está en la Isla. ¡¡Impresionante!!"
Twitter - 7 de Junio de 2012
Nos gusta ocupar paraísos hasta agotarlos
Los hombres nos hemos dedicado a ocupar paraísos. Lo llevamos haciendo toda la vida. Hay algo atávico en ese comportamiento. Y, hasta cierto punto, lógico.
Hace trescientos mil años, un grupo de neandertales nómadas desprecia un pantano y un erial por inhóspitos; y finalmente ocupan la cueva que domina una sabana cubierta de caza. Y desde ese otero conquistado, con sus necesidades primarias cubiertas, poco a poco acaban descubriendo que su nueva posición física sobre el entorno, además de ser útil, provoca bienestar. Han ocupado un paraíso y ya sólo les queda un pequeño paso evolutivo para que descubran el complejo concepto de belleza aplicado a la sabana que se extiende a sus pies… Y cuando esos hombres emigren a otros lugares, volverán a buscar ese concepto -la belleza del paisaje- porque es bueno para la supervivencia del individuo y del grupo.
Los que saben de estas cosas apuntan a este tipo de proceso para explicar cómo los hombres hemos conquistado el arte, y aprehendido el concepto de lo bello. Por eso, si podemos, los hombres ocupamos lugares bellos: los paraísos. Y este paso evolutivo tiene perfecto encaje en todas las teologías que hemos inventado. Por eso, cualquier religión tiene un paraíso prometido en la otra vida… a cambio de la obediencia a una casta sacerdotal en esta. Nos gusta ocupar paraísos, sobre todo si son terrenales.
La pena es que en algún momento de nuestra historia, los hombres dejamos de ser miembros de un entorno en equilibrio biológico y económico -el paraíso- para convertirnos en exterminadores del medio. Aprendimos a conquistar un lugar bello para transformarlo en un erial agotado. Usar y tirar. La cultura dominante abusó sin piedad de la naturaleza -porque usarla, aparentemente, no tenía coste económico- hasta que comenzamos a comprender que una cala ibicenca era un paraíso antes de plantar una mole de hormigón en la playa. Después, no. Y quien dice Ibiza dice cualquier costa española, pasando por el Palmar y Valdevaqueros…
Sí. Nos gusta ocupar paraísos hasta que dejan de serlo…
Un paraíso en Punta Cantera
En San Fernando tenemos un paraíso. Las autoridades municipales de San Fernando por fin han conocido in situ los Polvorines de Punta Cantera, en Fadricas. Otros, llevamos diez años intentando dar a conocer el valor paisajístico y patrimonial de ese conjunto histórico y etnográfico -con poco éxito, por cierto-. Recordemos que allí, en Punta Cantera, tenemos 26 polvorines de distintas épocas, dos muelles del siglo XVIII, un alfar romano del siglo I por excavar, y unas murallas defensivas, también del XVIII, que rodean parcialmente todo el Conjunto Histórico. Es un lugar singular y extraordinario, y me consta que cualquiera que lo vea por primera vez comprende que sí, que es un lugar singular y extraordinario… Pero eso no es garantía absolutamente de nada.
Y el debate es obvio y está servido. Por un lado, la ciudad parece que tiene necesidad de seguir su desarrollo urbanístico para asegurar su futuro -muchos piensan eso, que el progreso y el bienestar de la ciudad únicamente se sustenta en el desarrollo urbanístico-. Por otro lado, ese desarrollo no puede, de ninguna manera, destruir el patrimonio histórico y etnográfico que atesoramos en los Polvorines de Punta Cantera.
Los poderes públicos tienen la obligación de conservar y mantener el patrimonio cultural de todos, y esa encomienda es uno de los límites para el desarrollo urbanístico de las ciudades. Las declaraciones del señor alcalde a la prensa local, el pasado 7 de junio desde lo alto de un polvorín tipo A, sugieren una serie de preguntas inmediatas:
-¿Por qué nuestras autoridades municipales parecen reacias a relacionar en el mismo discurso las palabras 'desarrollo' y 'patrimonio'?
-¿Se quiere pasar de puntillas sobre esa relación porque es molesta?
-¿Cómo se va a compaginar desarrollo y protección del patrimonio en esa denominada "Zona de equipamientos, comercial y de ocio" que va desde Bahía Sur hasta la Casería?
-Si se consigue no asociar Punta Cantera con Patrimonio Histórico, ¿se podrían puentear algunas directivas regionales, nacionales e internacionales sobre conservación y protección del patrimonio?
-¿Es mejor que pase desapercibido el hecho de tener un patrimonio valioso porque así se podrá actuar sin interferencias de la Junta de Andalucía?
-Si se actúa sin interferencias ¿no estamos poniendo en manos de advenedizos un patrimonio irrecuperable?
Son preguntas que surgen de una desconfianza genérica. Porque, no olvidemos que, salvando lo presente, la clase política es el tercer problema que perciben los españoles. Y estas cuestiones planteadas a bote pronto no se satisfacen con el discurso previsible: "Los Polvorines están suficientemente protegidos". "No vamos a acometer ninguna actuación que destruya el patrimonio". Etc., etc., etc. Ese discurso ya está asumido, es obvio… y no creo pertinente que nuestros políticos nos pidan más actos de fe en promesas. Si queremos proteger realmente el Conjunto Histórico de los Polvorines de Punta Cantera tendremos que utilizar la oportunidad que nos ofrecen las leyes e incoar un expediente de Bien de Interés Cultural para la integridad del Conjunto de los Polvorines. Es la mejor garantía de protección y desarrollo sostenible.
En el resto de terrenos de Fadricas, se podrá negociar y cambalachear hasta construir lo que sea pertinente o impertinente, pero en los Polvorines de Punta Cantera hay que plantear un desarrollo sectorial que respete íntegramente su valor patrimonial. Eso es un cometido constitucional.
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