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El RACTA-4 de Camposoto: el potencial de los últimos artilleros de la costa

El Regimiento de Artillería de Costa número 4 es único en su especie: no queda otro en España

Además del legado que custodia, es una unidad estratégica por sus capacidades

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El RACTA-4, Regimiento de Artillería de Costa número 4 de Camposoto, por dentro. / Sonia Ramos
Arturo Rivera Barrera

08 de diciembre 2020 - 06:00

San Fernando/Es el único Regimiento de Artillería de Costa que existe hoy día en España. El resto pasó a la historia hace ya unos cuantos años. Cambiaron las Fuerzas Armadas para modernizarse y, sobre todo, cambió radicalmente la forma de entender la defensa: ya no hacía falta tener todo el país lleno de cuarteles ni de baterías defensivas emplazadas en puntos estratégicos para asegurar una respuesta armada en el caso de que hiciera falta.

El Regimiento de Artillería de Costa número 4 (RACTA-4) asume ahora esa función en solitario y con medios y capacidades muy diferentes a los de entonces. Se mantuvo dada su cercanía al Estrecho de Gibraltar, el punto del litoral más sensible en un hipotético conflicto y donde más lógico sería el uso de la artillería llegado el caso. Aunque sus antiguos cañones Vickers 152, 4/50 –las baterías fijas– guardan silencio desde hace por lo menos 12 años. En septiembre de 2008 hicieron su último disparo para convertirse de inmediato en reliquias de la artillería. Las piezas fueron sustituidas por los obuses remolcados 155/52, de fabricación nacional (Santa Bárbara), con los que desde el año 2001 se había empezado a dotar al regimiento.

Y ese fue el gran cambio: una artillería de costa que ya no es fija, que no está asentada en un punto geográfico concreto, sino que tiene capacidad para desplegarse rápidamente y para desplazarse allá donde haga falta con bastante facilidad. Para controlar el paso de buques potencialmente enemigos por el Estrecho o, si hiciera falta, a cualquier otro lugar. Y esa versatilidad que le permite también ejercer como artillería de campaña, esa capacidad de proyección, es la que hace hoy del RACTA-4 un regimiento único en su especie y desde luego bastante singular además dado que es el heredero natural y depositario del legado militar de toda la artillería de costa que existía en España.

Se trata también del regimiento de artillería más antiguo que existe en España ya que sus orígenes se remontan al primer batallón del Regimiento de Real Artillería de España, asentado en Cádiz desde 1868. Acaban de cumplir la friolera de 310 años de historia. Y, desde luego, son muy conscientes del legado que tienen entre manos y de su tradiciones. Los guiones y estandartes de los grupos y baterías que integraban el ya desaparecido Mando de Artillería de Costa tienen un sitio de honor en el RACTA-4, al igual que el bastón de mando de su último general. Han restaurado también uno de los antiguos Vickers fijos de los años 40 que apuntaba hacia la costa desde Camposoto e, incluso, han acondicionado uno de los antiguos puestos de mando para dar cabida a, una especie de museo al que van dando forma con sus propios medios y modestos recursos.

Ahora, como buenos artilleros, acaban de conmemorar la festividad de su patrona, Santa Bárbara, una celebración que ha sido necesariamente más modesta que otros años y que se ha llevado a cabo sin invitados debido a las restricciones que impone la pandemia del Covid-19. Curiosamente, la santa que fue encerrada en una torre y martirizada por su propio padre, que posteriormente cayó fulminado por un potente rayo, no solo es la patrona de los artilleros en España sino también en los ejércitos de buena parte del mundo; una anécdota que gusta recordar a los militares forjados en este viejo oficio de armas.

Aunque a pesar de todo, el RACTA-4 –que comparte el acuartelamiento que el Ejército de Tierra tienen en Camposoto, en San Fernando, con el CEFOT-2 (Centro de Formación de Tropa número 2)– es una de las unidades militares que pasa más desapercibidas en la provincia. El peso que tiene la Armada en la zona y, por otro lado, los cientos de alumnos que cada año pasan por este mismo acuartelamiento de La Isla para convertirse en soldados profesionales, unidos a su natural reserva y discreción, contribuyen a desde luego a ello. Y eso que están ahí desde hace 310 años y que integran el regimiento más de medio millar de profesionales -concretamente, unos 580- bajo el mando del coronel Domingo Jarillo Cañigueral que se reparten entre las instalaciones de La Isla y de El Bujeo y Camarinal, en Tarifa.

Orgánicamente, el RACTA-4 depende del Mando de Artillería de Campaña (MACA) que tiene su cuartel general en León, si bien se integra también en el Núcleo de Fuerzas conjunto (NFC I) a través de la Unidad de Defensa de Costas (UDACTA), que forma parte del Mando Operativo Marítimo (MOM).

Los 18 obuses 155/52 SB V07 que se reparten entre las tres baterías de las que dispone el RACTA-4 permiten hacer fuego a una distancia de 20 kilómetros que puede incluso ampliarse a 30 o 40 con la munición adecuada. Son capaces de disparar proyectiles que en la práctica suponen unos 50 kilos de acero desplazándose a 600 metros por segundo, lo que unido al personal perfectamente adiestrado en el manejo de las piezas, a la alta cadencia de fuego que permite este armamento –el récord está en 10 disparos en 1,12 minutos– y a su movilidad convierten a estas baterías de artillería en un sistema de lo más eficaz y relativamente sencillo. Y no solo para batir blancos en movimiento –potenciales buques enemigos– sino también sobre objetivos estáticos en el caso de intervenir también como artillería de campaña. Esa versatilidad es la clave de la unidad, apunta el coronel Jarillo.

"La artillería de costa que tenemos ahora no tiene nada que ver con la de hace apenas 20 años. Ha cambiado radicalmente. Tenemos capacidad de actuar en el Estrecho pero también podríamos desplegarnos en Baleares, en Huelva o Ferrol... donde hiciera falta", explica.

De hecho, en este mismo mes de noviembre acaban de desplegarse en Cartagena durante unos ejercicios para el control del litoral similares a los llevados a cabo en el Estrecho. Y anteriormente han participado incluso en misiones conjuntas con buques de la Armada como el Juan Carlos I.

Aunque la potencia de fuego de estas baterías lleva también implícita otra importante faceta del RACTA-4 que está vinculada a su capacidad de control y vigilancia gracias a los radares de localización de objetivos y de dirección de tiro (9Ka-140) con los que cuenta, cuyos datos se transmiten directamente a las baterías y a sus puestos de mando móviles, donde el capitán al mando recibe toda la información que necesita –incluida la visualización del blanco en una pantalla– para ejecutar la orden y hacer fuego.

Aunque disparar, claro está, es último recurso. De hecho, hasta el momento nunca se han tenido que hacer uso de los obuses más allá de los ejercicios y actividades incluidas en el programa de instrucción y adiestramiento. "La artillería es una respuesta demasiado contundente", matiza el coronel Jarillo. Echar mano a ella suele ser lo último. Pero el RACTA-4, gracias a sus capacidades, puede llevar a cabo también labores de vigilancia de una determina zona, de seguimiento de buques, de apoyo a la Armada o a otros cuerpos...

"Además los radares van en conjunto con una cámara de altas prestaciones que me permite ver tanto de día como de noche hasta unos 25 o 30 kilómetros de distancia. Eso me permite identificar lo que he localizado en el radar", explica el coronel del regimiento. Es de hecho uno de los medios del RACTA-4 cuya colaboración más se solicita. Y en más de una ocasión durante los ejercicios llevados a cabo en las aguas del Estrecho han terminado detectando lanchas o 'gomas' transportando fardos en plena madrugada, de lo que evidentemente han dado parte a las autoridades competentes. Toda una prueba de su potencial.

Un nuevo concepto de la artillería de costa

La singularidad del Regimiento de Artillería de Costa (RACTA-4) radica en tanto en su armamento, las baterías de obuses móviles, como en la la red de radares para la vigilancia e identificación de objetivos de la que dispone y, por su puesto, en su capacidad para desplegarse donde haga falta con bastante facilidad. La alta cadencia de fuego de cada pieza, manejadas por personal bien adiestrado, convierte al RACTA-4 en un instrumento muy eficaz. Los obuses, además, se despliegan con los puestos de mando de sección y de batería, que también son móviles y desde donde el capitán al mando obtiene la información que le proporciona el radar y la imagen del objetivo en el momento para poder ejecutar la orden de hacer fuego.

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