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Tono alcista
San Fernando
San Fernando/Las obras de consolidación de la Casa Lazaga –que según anunciaba el Ayuntamiento de San Fernando recientemente tenían previsto comenzar en este mismo mes de febrero– llegan con 20 años de retraso. Y no es un cálculo aproximado. Acaban de cumplirse dos décadas exactas del acuerdo que alcanzó el Consistorio con los propietarios del palacio isabelino para que el histórico inmueble pasara a manos municipales con la intención, primero, de convertirlo en un hotel-escuela; luego en un hotel con encanto y, finalmente, en el Museo Camarón. Ahora el gobierno municipal plantea otro uso diferente una vez que, dentro de unos años –eso se espera– se haya podido completar su rehabilitación: el de edificio administrativo del Ayuntamiento.
20 años dan para mucho, salta a la vista. Pero parece que viene siendo la medida de tiempo que marca las grandes actuaciones en materia de recuperación patrimonial que se consiguen llevar a cabo en San Fernando, como la obra del propio Ayuntamiento –felizmente terminada el pasado año– pone también de manifiesto.
Ocurre, sin embargo, que esas dos décadas no solo han servido para debatir hasta cuatro usos diferentes para el inmueble una vez que pasó a manos municipales. Lamentablemente, el paso del tiempo ha hecho mella en un edificio histórico ya deteriorado por el paso del tiempo hasta el punto de que se ha puesto en claro riesgo la conservación del patrimonio, como en reiteradas ocasiones se ha denunciado.
Las desafortunadas intervenciones –como la que arrancó de manera precipitada en 2015 al calor de la convocatoria electoral de las municipales y con un presupuesto ridículo para la magnitud de la obra que había por delante– no han ayudado mucho a su conservación. En este caso, además, la obra se paró apenas unas semanas después de haber comenzado para quedarse a medio terminar mientras se llevaban a cabo los lentos trámites administrativos que implican la rescisión del contrato.
Así que la Casa Lazaga, en estos 20 años, se ha convertido en el símbolo más evidente del abandono en La Isla mientras que, por otro lado, con la redacción del Plan Especial del Casco Histórico (PEPRICH) y del Plan General y Ordenación Urbana (PGOU) –que curiosamente hicieron uso del inmueble, cuando todavía se podía poner un pie adentro, para exponer a los ciudadanos sus avances– se insistía en la singularidad del patrimonio y se ahondaba en su protección.
Y la historia además se repitió luego cuando el Ayuntamiento expropió también otra finca histórica en ruinoso estado en la calle Real: el edificio conocido en La Isla como de la Cruz Roja al haber sido su antigua sede durante años (aunque hace tiempo que nada tiene que ver el inmueble con la institución), que lleva exactamente el mismo camino de Lazaga.
Hay una fecha especialmente señalada en la historia de la Casa Lazaga. El 24 de enero de 2001. Ese día el alcalde, por entonces el andalucista Antonio Moreno, dio a conocer el acuerdo alcanzado con los propietarios para adquirir la Casa Lazaga y se dejó fotografiar con las gigantescas llaves del palacio en las manos.
La puesta en marcha de los trámites de expropiación que desde el Ayuntamiento se habían iniciado antes impulsaron un acuerdo que desde el Consistorio se llevaba buscando hacía tiempo.
El Ayuntamiento pudo así hacerse con la Casa Lazaga por unos 85 millones de las antiguas pesetas, aunque en metálico solo abonó 3,5. El resto -señala la prensa de la época- se abonó a través de unidades de aprovechamiento urbanístico en la zona de Luis Milena, lo que no era nada extraño en la época.
Pero las expectativas por darle uso al edificio en un corto periodo de tiempo se enfriaron rápidamente. Así que 20 años después de la compra del inmueble no solo no se ha conseguido todavía sino que es ahora cuando el Ayuntamiento se dispone a dar el primer paso en firme para abordar la puesta a punto del edificio con las primeras obras –las de consolidación– que ahora se disponen a comenzar. En paralelo, se ha licitado la redacción del proyecto de rehabilitación, para el que todavía habrá que esperar un poco más.
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