San Fernando se apaga en la primera tarde de restricciones horarias para el comercio y la hostelería
La presencia de gente en la calle cae en picado antes incluso de la hora límite de las seis de la tarde que se ha fijado para las actividades no esenciales
San Fernando/"Hemos tenido que cerrar cuando esto se empezaba a animar", comenta el camarero de una de las cafeterías de la céntrica plaza del Rey. Pasan unos minutos de las 18.00 horas, el local –al igual que el resto de establecimientos vecinos– acaba de cerrar y los empleados se afanan en recoger y limpiar lo más rápido posible.
Hileras de sillas y mesas apiladas aguardan ya hasta el día siguiente, una imagen que recuerda –y mucho– a la de los tiempos del primer estado de alarma. A esas horas y especialmente en estas fechas de otoño, las terrazas de la plaza del Rey deberían estar llenas de clientes tomando café, churros... Pero sin locales abiertos el centro de La Isla no tarda en apagarse.
Apenas unos cuantos isleños ocupan a esas horas los escasos bancos que se reparten en en este céntrico espacio de San Fernando, en el corazón mismo de la ciudad. Lo mismo ocurre en la calle Real, arteria principal de La Isla. No es que no haya gente, no. Pero ni de lejos la imagen que ofrece en este primer día de nuevas restricciones horarias para las actividades no esenciales –fundamentalmente, para el comercio y la hostelería– se parece a la animada estampa que todos los días a estas horas brinda la calle.
Pocos son los que se dedican a pasear en esta atípica jornada de otoño que ha dejado otra imagen insólita en este 2020: la de numerosos establecimientos echando la baraja y colgando el cartel de cerrado a primeras horas de la tarde.
La realidad del Covid sigue golpeando duramente al sector, que resignado pero preocupado por su incierto futuro aplica las medidas impuestas para frenar el creciente número de contagios. "La verdad es que se ha notado mucho hoy", admiten desde otro establecimiento hostelero. La mañana ha sido normal o, al menos, todo lo normal que puede ser una mañana en medio de una pandemia que los ciudadanos soportan ya desde hace ocho largos meses. Pero al llegar la tarde la presencia de gente en la calle ha caído en picado, adelantándose en gran medida a ese límite de las seis de la tarde.
"Pienso que es así porque es el primer día de las restricciones", dice otro autónomo, que lleva un bar de la calle Real con su familia al referirse al brusco descenso de gente en la calle y, por supuesto, de clientes que se ha registrado a partir de las primeras horas de la tarde. "Creo cuando pasen unos días, cuando los ciudadanos se hayan acostumbrado a esta nueva situación y a los nuevos horarios, volverá de nuevo a haber algo más de vida en la calle por las tardes", comenta.
Bares, cafeterías y locales de hostelería han optado en su mayor parte por mantenerse abiertos ininterrumpidamente hasta las seis de la tarde, aunque lo cierto es que la presencia de público en esta franja horaria ha sido bastante escasa en el primer día de aplicación de las nuevas medidas. Hay también comercios que han optado por echar el cierre a la hora de comer dado que no esperan atender a muchos clientes a las cuatro de la tarde. No les merece la pena.
"¿Qué cómo se lleva todo esto? Pues mal, como todo lo demás desde que empezó esto...", resume uno de los afectados al referirse a esta jornada de nuevas restricciones mientras recoge las últimas mesas del local.
Dos calles tan transitadas como Rosario y San Rafael, vías comerciales que siempre son un hervidero de ciudadanos, ofrecen una estampa extraña, con tantos locales comerciales cerrados. Apenas algunas ópticas, establecimientos de chucherías y de alimentación o farmacias siguen abiertos y aportan un poco de luz. No es que haya muchos clientes. Que zapaterías, tiendas de ropa o de complementos, muy numerosas a lo largo de todo el recorrido; jugueterías, joyerías o los bares estén cerrados han dejado con poco ambiente y pocos compradores a estos negocios. Todos tendrán que acostumbrarse a horarios extraños por estas tierras.
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