San Fernando se recrea con una Magna histórica
La ciudad se regala una tarde única con 25 titulares marianas compartiendo las calles en un alarde cofrade sin precedentes que fue del Simpecado del Rocío al paso de la Patrona
Entre las incidencias, retrasos y una apresurada recogida de la Piedad
Las imágenes de la procesión Magna Mariana de San Fernando
La Virgen del Carmen llega a la plaza del Rey para presidir la Magna Mariana de San Fernando
San Fernando/San Fernando ha sido el epicentro de un universo cofrade y mariano excepcional que ha hecho historia al reunir por primera vez en la calle a 25 advocaciones diferentes. 23 de las 27 hermandades de San Fernando han participado de esta procesión colectiva en una manifestación de culto público sin precedentes en la ciudad que irremediablemente ha marcado un nuevo hito local. La Magna Mariana ha llenado las calles de gente desde primeras horas de la tarde y ha brindado la mejor imagen de una ciudad que ha estado más unida que nunca a sus cofradías en una intensa jornada que se ha quedado sin adjetivos: insólita, excepcional, extraordinaria, única, histórica, insuperable...
La Magna ha desplegado con todo su poderío y con todos sus matices el amplio abanico de devociones marianas que se reparten a lo largo y ancho de La Isla –desde los barrios más alejados hasta el mismísimo centro– y que marcan también los tiempos del calendario durante los meses del año: desde las dolorosas de las hermandades de penitencia de la Semana Santa a las grandes glorias.
Todo se ha condensado en esas horas de vivencias irrepetibles en las que ella, la Virgen, ha sido la única e indiscutible protagonista ya fuera bajo palio, en un templete, en sencillísima una parihuela o en un Simpecado portado en una carreta rociera y tirado por bueyes.
Con sus diferentes advocaciones, con sus distintos nombres y apellidos, con las variadas formas que adopta su representación artística, con la idiosincracia propia de cada hermandad, de cada barrio isleño... Y con la infinidad de matices, de colores y de detalles que brindaba una ocasión como la Magna. Era la tarde idónea para que todas se lucieran. Y lo han hecho, eso ha quedado claro.
Ni siquiera ha afectado al resultado el fuerte viento que ha estado presente a lo largo de toda la jornada y que ha dejado rachas que han llegado a superar los 40 kilómetros por hora. No todo podía ser perfecto, así que las hermandades han lidado de la mejor manera posible con ello, aunque alguna que otra bambalina se enganchara en el techo del palio.
María, Reina de la Salvación era el título que desde el Consejo de Hermandades y Cofradías se había dado a esta Magna Mariana, organizada como "una fiesta de acción de gracias por su intercesión en la conclusión de la pandemia del Covid-19". En realidad, la Magna superó esas expectativas. Fue mucho más que eso al hacer historia y al convertir La Isla en una puesta en escena mariana monumental y sin precedentes que más allá de ese rezo colectivo –a la manera más cofrade– puso también de manifiesto el potencial, la capacidad y el empuje de sus hermandades.
No era la primera Magna que se celebraba en San Fernando, que en el Bicentenario de 2010 marcó ya un hito en este sentido del que todavía queda un gratísimo recuerdo en la ciudad. Pero en esta ocasión –por sus dimensiones, por el número de participantes, por la complicadísima organización de horarios e itinerarios, por el esfuerzo colectivo...– las hermandades afrontaban el mayor reto cofrade que hasta ahora se habían fijado en su historia.
Lo cierto es que, al igual que ocurriera con la Magna de 2010, pocos acontecimientos así se han visto en San Fernando. El aspecto que ha presentado el centro ha sido realmente multitudinario y, como era de esperar, ha ido de menos a más a medida que avanzaba la tarde. Las primeras horas además, que han coincidido con el comienzo del recorrido oficial, han sido especialmente calurosas.
Eso sí, han faltado ojos para verlo todo en esta tarde tan extraordinaria, que además cada hermandad se ha empeñado en hacer única minuto a minuto. La jornada ha sido una sucesión de momentos y vivencias cofrades simultáneos que han resultado imposibles de abarcar en su totalidad. Ha habido que elegir. Porque no solo se trataba de la Magna, claro, sino también de los traslados de ida y de vuelta de cada una de las hermandades que han participado en el cortejo, que han resultado igualmente –o más aún– gloriosos.
Así que la jornada arrancó a la una de la tarde con la salida de la Virgen de las Angustias de las Tres Caídas para terminar –eso estaba previsto– a las dos de la madrugada con la recogida del palio del Amor. Trece horas en total. Ahí queda eso.
Y todo después de unas vísperas que no se quedaron tampoco atrás en lo que a vivencias se refiere y que estuvieron protagonizadas en la tarde del viernes por el rosario de antorchas que fue de la Iglesia Mayor al Carmen y que presidió el Simpecado de la hermandad isleña del Rocío y, ya a la noche, por el traslado de la Patrona, la Santísima Virgen del Carmen, desde la iglesia conventual a la capilla de la Estrella, en el colegio de La Salle, desde donde saldría para participar en la Magna Mariana.
La crónica de este sábado excepcional que vivió La Isla arrancó así en la barriada Bazán con el primero de esos muchos momentos únicos que luego depararía la tarde: la salida de la dolorosa de las Tres Caídas, la Virgen de las Angustias, que aprovechó la convocatoria de la Magna Mariana para realizar su primera salida procesional haciendo doblemente histórica esta jornada para sus hermanos y devotos.
Precisamente, por ese carácter extraordinario que tenía la salida, la junta de gobierno invitó al presidente del Consejo, Manuel Antonio García López, a que abriera las puertas de la parroquia de la Sagrada Familia. La primera cofradía de La Magna se ponía así en camino con un palio prestado por la Trinidad de Barbate y a los sones de la banda del Nazareno, que hizo que sonaran las primeras marchas procesionales de la tarde desde la primera levantá dentro del templo, donde se vivió un momento especialmente emotivo para los hermanos de la cofradía más joven de San Fernando.
Así comenzó todo. Luego los traslados fueron sucediéndose en cadena por las distintas parroquias en función de los horarios previsto y del lugar que cada hermandad ocupó en el cortejo de la Magna: a las tres de la tarde, las Penas desde La Ardila; a las tres y media, el Simpecado del Rocío desde el Carmen; a las cuatro, las hermandades de la Iglesia Mayor y de la Pastora...
La Patrona, que presidió el comienzo de la Magna desde el atrio del Ayuntamiento de San Fernando, se ha encargado de marcar la pauta en el centro al ponerse en camino desde la capilla del colegio de La Salle pasadas también las cuatro de la tarde y realizar en pocos minutos el corto recorrido que la separaba de la plaza del Rey: el punto en el que comenzaba el recorrido oficial de la gran procesión mariana, con el monumental telón de fondo de la fachada principal del Consistorio.
La Virgen del Carmen se entronizó entre las dos tribunas para autoridades y protocolo que se ubicaron a los pies de la imponente escalinata mientras la coral Logar de la Puente entonaba varias piezas, entre ellas el Ave María. Fue una imagen clásica y de enorme significado para los isleños: la Patrona ante el Ayuntamiento, como en tantas otras ocasiones históricas que ha vivido San Fernando a lo largo de los tiempos. Este sábado de Magna Mariana no era para menos, desde luego.
Porque, aunque el Consejo vinculó su celebración a una manifestación de acción de gracias por el final de la pandemia, la coincidencia con la conmemoración del 325 aniversario fundacional que en 2023 celebra la hermandad del Carmen –la corporación más antigua también que existe en San Fernando– ha estado irremediablemente muy presente en esta Magna Mariana. En cierta forma, se ha concebido también como un acto más de esa efemérides que celebra La Isla y que meses atrás ha vivido otros momentos irrepetibles como la peregrinación de la Patrona por todos los templos y parroquias de la ciudad, en el pasado mes de junio.
La carreta del Simpecado del Rocío –que salió del Carmen a las tres y media de la tarde– ha sido la primera en pasar por la plaza del Rey y la encargada también de abrir el cortejo a los sones de los maestros piteros, que entonaron una particular Salve Marinera. Entró tras una profusa petalada que desató un emocionado aplauso.
Ha sido una de esas singularidades de la Magna isleña, que ha querido que en esta jornada estuvieran representadas todas las formas y maneras de devoción mariana que se reparten por San Fernando más allá de ese universo perfecto que aspira a ser un paso de palio. Y la de los rocieros, claro está, es una de las más especiales. No podía faltar.
Las mejoras introducidas en la carreta, que se ha restaurado y remozado para la ocasión añadiendo al conjunto apliques de orfebrería y dibujos artísticos de gran belleza, brindaron otro de los muchos detalles de una tarde que dio para mucho.
Tras el Simpecado procesionaron por orden de antigüedad el resto de hermandades participantes con sus devociones marianas: la Virgen de las Angustias de las Tres Caídas, la Victoria de la Resurrección, Desamparados con su titular de gloria –las Mercedes– y con su dolorosa, las Penas de Humildad y Paciencia, el Amor del Gran Poder, la Estrella de Cristo Rey, la Piedad de Misericordia, la Salud del Ecce Homo, la Caridad, la Virgen de las Lágrimas de Columna, la Esperanza de Expiración, Mayor Dolor en su Soledad del Santo Entierro, Mayor Dolor de la Vera Cruz, la Virgen de los Dolores del Nazareno, la Soledad, Medinaceli también con sus dos titulares marianas, la Inmaculada –que en raras ocasiones ha procesionado– y la Trinidad y los Servitas con su característico paso de templete.
Las últimas del largo cortejo fueron las tres imágenes coronadas canónicamente que existen en San Fernando: la Virgen de Gracia y Esperanza de la hermandad del Huerto, la Divina Pastora de las Almas, copatrona de San Fernando; y, por supuesto, la Virgen del Carmen, que se incorporó al final del todo para poner el broche de oro a este desfile de advocaciones que ha puesto de manifiesto en la calle cómo reza La Isla a la Virgen María.
La tarde ha sido todo un espectáculo con infinidad de matices y de detalles a tener en cuenta. Para los hermanos de la Resurrección era también la primera salida procesional que realizaba su titular, la Virgen de la Victoria, otro de esos momentos históricos que deparó la Magna de San Fernando. Desamparados aprovechó para estrenar el bordado de la bambalina frontal del paso de palio, un proyecto en el que lleva ya unos años trabajando. La dolorosa de Medinaceli, la Virgen de la Trinidad, procesionó con un manto bordado prestado por la hermandad de los Gitanos de Sevilla –el llamado manto de la Duquesa– lo que enriqueció notablemente el conjunto y despertó la admiración del público. Vera Cruz mostró una insólita imagen con una reinterpretación del misterio pasional que aprovechó el paso del Perdón de Arcos, cedido también para la ocasión. Una auténtica maravilla que permitió exhibir como nunca a la bellísima talla del Mayor Dolor y que, sin duda, ha sidoi uno de los grandes atractivos de la jornada. Y pudo también verse a la Virgen de las Penas sin el acompañamiento de las imágenes del San Juan y de la Magdalena que habitualmente procesionan junto a la dolorosa en Semana Santa. También la Salud del Ecce Homo lo hizo sin el San Juan, lo que le dio un mayor protagonismo a esta popular imagen salida de la temprana gubia de Alfonso Berraquero. Y la Virgen de los Dolores del Nazareno lució sus manos originales y un atuendo a la antigua usanza que brindó una imagen muy diferente a la habitual.
La tarde, desde luego, ha estado repleta de mil y un detalles cofradieros. Cada paso, cada imagen en su ajuar, en su vestimenta, en su exorno floral o en el cortejo de hermanos que la acompañaba tenía una historia propia que contar en este día. Las hermandades, literalmente, se han volcado con la Magna Mariana conscientes de que era una ocasión más que extraordinaria y destinada a escribir una de las páginas más brillantes de la historia cofrade de San Fernando.
La música ha sido también otra de las claves de esta jornada tan mariana como cofrade. La Magna ha deparado una oportunidad única para escuchar a algunas de las mejores bandas de Andalucía y de la provincia, que se han dado cita en este acontecimiento cofrade extraordinario. El Carmen y la Oliva de Salteras, la Cruz Roja de Sevilla, la Banda Municipal de La Puebla del Río, la municipal de Coria, La Paz de Málaga, Santa Ana de Dos Hermanas o Fernando Guerrero de Los Palacios han sido algunas de ellas.
También las de Maestro Dueñas de El Puerto, Julián Cerdán de Sanlúcar, Enrique Galán y el Nazareno de Rota o Enrique Montero de Chiclana.Y, por supuesto, las de La Isla, que lo han dado todo en este día tan especial: Agripino Lozano, Nazareno, San José Artesano, la Sinfónica, Ciudad de San Fernando, Lágrimas de Dolores... Ha sido todo un lujo musical disfrutar de este repertorio conjunto en la calle, que además ha brindado también la posibilidad de disfrutar excepcionalmente de marchas procesionales detrás del templete de los Servitas o del estilo de una agrupación con el misterio de la Caridad.
Las bandas, además, no solo acompañan a las hermandades en sus caminos de ida o vuelta de la Magna. También unas pocas formaron parte del cortejo oficial: la Oliva de Salteras fue tras el palio del Buen Fin, la agrupación Lágrimas de Dolores tras el paso de la Caridad, Agripino Lozano tras la Virgen del Mayor Dolor de la Vera Cruz y la Paz de Málaga tras la Patrona, que se incorporó al final de la Magna con el canto de la Salve Marinera.
El recorrido oficial de la Magna Mariana combinó los tramos más céntricos de la ciudad, que fue donde mayor afluencia de público se concentró, con el callejero más típicamente cofrade para incluir junto a la plaza del Rey, Real y la plaza de la Iglesia, calles como González Hontoria, Capuchinas, Colón y Ancha. A lo largo de todo el recorrido se repartieron 6.500 sillas para que el público pudiera disfrutar sentado de un extenso cortejo que, aproximadamente, tardaba en pasar unas dos horas y cuarto. Según se indicaba desde el propio Consejo de Hermandades en las vísperas de la Magna, se había conseguido dar salida a más del 90% de localidades cuando todavía faltaba un día para la procesión.
El itinerario oficial terminaba además en la confluencia de las calles Maestro Portela con Manuel Roldán, en pleno barrio de la Pastora, desde donde cada hermandad ha emprendido luego su camino de regreso hacia sus respectivos templos, lo que ha hecho que ese enclave fuera también muy especial para las cofradías y para el público. Allí comenzaba la noche, la vuelta, la última etapa de la Magna, que para muchos era también la más esperada.
La Patrona se incorporó a la Magna sobre las ocho menos cuarto de la tarde, con aproximadamente media hora de retraso acumulado, lo que se notó especialmente en la plaza del Rey a la llegada de la Virgen de la Salud. No fue la única incidencia en una jornada con 25 pasos en la calle. Ya a la noche, la Virgen de la Piedad tuvo que adelantar su recogida en la iglesia de la Pastora por problemas con la cuadrilla, afectada por varias bajas.
Porque si la Magna era un reto para las hermandades de San Fernando al reunir por primera vez en la historia a 25 pasos en la calle, no lo fue menos para los que comparten sus devociones debajo de los palos, que hicieron también gala de un esfuerzo colectivo también como nunca se había visto hasta ahora en La Isla. El público, desde luego, supo corresponder.
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