San Fernando, ‘tocada’ por la tercera ola: "La gente tiene miedo"
Es la crónica de un cierre anunciado: el desánimo se apodera de comerciantes y hosteleros tras alcanzar ayer una tasa de contagio de 1.344,5 casos
Muchos isleños evitan la calle desde hace días, bares y terrazas están prácticamente vacíos
San Fernando/28 de diciembre. San Fernando encara el ecuador de las fiestas navideñas con una tasa de contagio de solo 129,5 casos. Tras el puente de la Constitución ha conseguido bajar de los 200 y la pandemia prácticamente no se nota en La Isla si no fuera por las mascarillas y las consabidas medidas. Nadie se espera los efectos de la tercera ola, que empezarán a notarse al cabo de apenas unos días.
Solo un mes después, el panorama que brinda la localidad es otro radicalmente distinto. El cambio experimentado en tan solo cuatro semanas no puede ser ni más brusco ni más rápido. El número de positivos por Covid-19 se multiplica a un ritmo desconocido hasta el momento y las cifras baten su propio récord día tras día. La escalada de contagios parece no tener freno y la tasa se dispara hasta superar –primero– el umbral de los 500 casos y, apenas unos días después, el de los 1.000.
Hay brotes en las residencias de Alzheimer, de nuevo en Cruz Roja, en el TEAR, en la Policía Local, más de un centenar de positivos entre los alumnos de colegios e institutos... El escenario que brinda el comienzo del nuevo año supera con creces los pronósticos más pesimistas y los isleños se ven sobrepasados por la situación tras más de 10 meses de pandemia a sus espaldas.
Ayer, la tasa de contagio llegó hasta los 1.344,5 casos en la localidad; un dato sin precedentes en toda la crisis sanitaria que sitúa a San Fernando, con las peores cifras en el entorno de la Bahía, en el punto de mira de las restricciones más duras con el cierre de toda actividad no esencial. Comercio y hostelería afrontan desesperados de nuevo el cierre en una pesadilla que parece no tener final.
La Isla, con estas alarmantes cifras, aguarda a la reunión del Comité Territorial de Alertas de Salud Pública Alto Impacto en la provincia de Cádiz que está prevista para este jueves, en la que –si la tasa se mantiene por encima de los 1.000 casos, como parece irremediable– se aprobará la aplicación de las restricciones correspondientes al nivel 4 de alerta sanitaria, grado 2. Entrarían en vigor el próximo sábado tras la correspondiente publicación en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA).
Pero San Fernando ya se ha hecho a la idea de lo que viene. Las restricciones se dan por hecho y buena parte de los isleños lleva días sin pisar la calle salvo para las compras, el trabajo y aquello que resulta verdaderamente imprescindible. Hasta la alcaldesa, Patricia Cavada, pidió el pasado viernes a los ciudadanos que se quedaran en casa y evitaran las reuniones. Ya la vista del aspecto de San Fernando parece que muchos le han hecho caso. Además, los datos que cada día da a conocer la Consejería de Salud y Familias pesan como una losa en el ánimo de los cañaíllas.
Porque el cierre de la actividad esencial se espera incluso desde que ese mismo día se superara por primera vez la tasa de contagio de los 1.000 casos, lo que puso en evidencia el alcance de la pandemia en la ciudad. Sin embargo, la inesperada tregua que dieron las estadísticas durante el fin de semana hizo que La Isla consiguiera evitar la aplicación de dichas restricciones en la reunión que el lunes mantuvo el comité territorial de salud. Fue un espejismo. La tendencia al alza de los contagios se confirmó con los datos de los días siguientes.
En la calle se nota el bajón. La calle Real dista mucho de presentar el animado aspecto que acostumbra. Hay gente, pero poca y casi siempre ocupada en sus recados. Nada que ver con lo habitual. Bares y terrazas se muestran completamente vacíos o con apenas unos pocos clientes. Es la crónica de un cierre anunciado. Hasta en el centro comercial de Bahía Sur se nota que hay menos gente. Para muchos, es casi como si el cierre de las actividades no esenciales ya se estuviera aplicando.
"No viene nadie, hace ya días que estamos así: la gente tiene miedo, no está saliendo", afirma el camarero de un local de la céntrica plaza del Rey. Es la hora clave del desayuno, cuando habitualmente la terraza está especialmente concurrida. Hoy, sin embargo, solo tienen un cliente que atender en las mesas.
Y no es una excepción. La mayoría de los locales insiste en lo mismo: hace días que no hay apenas clientes. "Se ha juntado todo: la cuesta de enero, la lluvia, el frío, la pandemia...", dice la encargada de otro local. "Es abrir para nada", sentencia.
Hay locales que incluso anunciaron días atrás un cierre voluntario habida cuenta de la situación. Así lo han hecho algunos establecimientos bastante conocidos en La Isla como Casa El Naca, Casa Pepe o el Bodegón Andalucía, que optaron por esta solución ante el avance de los contagios en la localidad y una clientela cada vez más reducida.
El cierre de la actividad no esencial –a tenor de los datos de ayer– parece inevitable. Y también todo lo que las restricciones arrastrarán para el comercio y la hostelería cuando la pandemia está a punto de cumplir un año. Ambos sectores tiemblan ante lo que se avecina en los próximos meses.
"La gente (de la hostelería) está tocada psicológica y moralmente. No se factura, no hay clientes, el cierre de la actividad no esencial parece ya irremediable.. Y llevamos ya casi un año así: primero un confinamiento radical, luego las medidas, las restricciones de aforo, los límites horarios, el toque de queda...", apunta el presidente de la Asociación Isleña de Hostelería y Turismo (Asihtur), Antonio Víctor Páez.
Hasta ahora se ha resistido, pero avisa de que muchos no podrán aguantar lo que se viene encima en un 2021 en el que –augura– "vamos a estar en las mismas". "Estoy seguro de que en poco tiempo va a haber un cierre masivo de negocios", advierte. No hay ayudas de la administración o las que hay sirven de muy poco ante el terremoto que sacude al sector. "Hay gente que ha conseguido salir adelante hasta ahora endeudándose, han echado mano a sus ahorros, a los aplazamientos o han recurrido a los créditos ICO confiando en que de todo esto se iba a salir en unos meses. Pero resulta que estamos igual. Y llega la hora de pagar, porque además los impuestos siguen al 100%, los alquileres al 100%, sube la luz, la cuota de los autónomos y hasta el IVA de los refrescos...", lamenta.
Y casi en idénticos términos se expresa el presidente de la Asociación de Comerciantes de San Fernando (Acosafe), Manuel Luna, ante la incertidumbre que genera en el sector la escalada de contagios y las nuevas restricciones. "Los comerciantes están desesperados y desesperanzados", afirma. La pandemia –advierte– golpea especialmente a los autónomos y pequeños empresarios, que además a menudo son negocios familiares.
"En líneas generales la facturación ha caído un 30% en el último año", dice. El comercio da claras señales de agotamiento después de tantos meses sin que se haya conseguido dejar atrás la crisis. Muchos se han endeudado para salir adelante y ahora se encuentran en un callejón sin salida ante la amenaza de un nuevo cierre de, al menos, dos semanas. "
Hacen falta más ayudas de la administración, apoyos directos y más ágiles para este grupo que engloba al comercio tradicional, que es el eslabón más débil de la cadena"; advierte Acosafe.
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