Saurom regresa a San Fernando con un concierto el 14 de agosto en la Plaza de Toros
Entrevista a Narci Lara, fundador del grupo
La banda de rock celebra un cuarto de siglo de vida con un espectáculo en el que presentan su último disco, 'Música'
San Fernando/Saurom vuelve a San Fernando. La banda cumple 25 años y quiere celebrarlo con los suyos, en un concierto previsto el sábado 14 de agosto, a partir de las 22.00 horas. Ya estuvieron hace 5 años en el Teatro de Las Cortes con motivo de su vigésimo aniversario, pero ahora con un disco nuevo, Música, y la opción de un espacio abierto, como La Plaza de Toros, prometen no dejar indiferente a nadie.
Narci Lara, que ha sido vocalista, flautista, gaitero, guitarra... –al que acompañan Antonio Ruiz, batería y fundador junto a él del grupo en 1996; Raúl Rueda, guitarra; Santi Carrasco, teclista; Miguel Ángel Franco, vocalista; y José Antonio Gallardo, bajista– rememora los años pasados y reconoce la ilusión de regresar a los escenarios.
–¿Son 25 años de color de rosa?
–No, para nada. Esto da para mucho. Ha habido épocas muy bonitas y otras que cuesta tirar del carro. Pero tengo buenos recuerdos de todas. Al principios éramos muy jóvenes y nos entusiasmábamos con tocar en cualquier parte, en cualquier bar. Ganamos algún que otro concurso en la Bahía. Hicimos cuatro maquetas –en casette– de larga duración, que nos abrió muchas puertas.
La maqueta Legado de Juglares nos permitió acceder a un contrato discográfico, que no se puedo consolidar porque nuestros padres no nos dejaron ir a Madrid. Quizás el rumbo del grupo hubiese cambiado. Todavía Mago de Oz no estaba en auge. Me he planteado alguna vez si hubiéramos despegado con un disco nuestro antes de que ellos pegaran el boom.
–Pero aquí siguen.
–Sí, hemos tenido nuestros éxitos dentro del underground. Sin sonar en grandes plataformas. Con compañías como Avispa o Red Dragon. El resumen es que lo hemos hecho casi todo nosotros. Apostamos por ser independientes y hacer las músicas y los discos nosotros, como nos gustaban, cuando podíamos. Ahora nos llega con la madurez el sabor dulce de haber hecho las cosas que tú has querido.
–¿Esperabas cuando empezasteis cumplir el cuarto de siglo?
–Qué va, qué va. Cuando todo empezó yo tenía 17 años, estaba en el instituto Isla de León. Luego seguí con mi carrera. Todos trabajamos y lo hemos compaginado de forma natural aunque el trabajo y el hobby se lleven muchas horas. Ya no es un hobby de hecho porque es un grupo profesional, constituido como empresa. Quién me lo iba a decir con 17 años. Fueron saliendo conciertos, contratos, nos fuimos motivando, encontramos a gente que se acoplaba bien a la banda, porque hubo algunos cambios al principio, pero ya son muchos años lo que llevamos juntos los mismos. Es un grupo de, más que amigos, familia, incluso con gente que siempre ha estado ahí, como Daniel López, que es nuestro portadista; Javier Roldán, técnico; o nuestro manager. Hay un elenco que ha tirado del carro durante muchos años.
–Tenéis un público fiel. Pero, ¿habéis visto con el paso de los años que se haya incorporado gente nueva, más jóvenes?
–El grupo ha tenido etapas de rock más clásico, otras en las que hemos experimentado con el folk y la música celta, otra en la que nos hemos metido en parámetros más oscuros, más rock duro. Ahora estamos en un punto de un rock para todos los públicos, más ameno. Tenemos una discografía con discos muy diversos, muy dinámicos. Tenemos álbumes mono temáticos, como el dedicado a los poetas andaluces (Once romances desde Al-Andalus) o Maryam, que habla de la figura de la mujer. Hemos apostado por defender la cultura, basados en la literatura y la tradición popular, pero Vida o Sueños tienen una amalgama de canciones muy dispares. Todo eso ha conectado con el gran público.
Tenemos gente de 15 años que nos siguen. Hay veinteañeros a los que les gusta mucho la banda. Y gente de nuestra edad, gente que nos ha apoyado desde nuestros inicios. Otros se han ido desconectando. Pero también hay gente más mayor, de 50 o 60 años, que los ves en nuestros conciertos, que traen a sus hijos, a su nietos. Las redes sociales, las plataformas y sus estadísticas te permiten saber el rango de edad, el sexo y la procedencia geográfica. Aquí son las ciudades las que más seguidores aportan, especialmente Barcelona o Madrid. Y pasa igual en América, con sitios como Ciudad de México, Nueva York o Santiago de Chile.
–¿Cómo ha sido el proceso de creación del último disco? Porque afectó el confinamiento y las restricciones por el covid-19.
–Me acuerdo del 13 de marzo de 2020, porque además fue el día que nació mi sobrino Leo. Ese día anunciaron que nos encerraban. Nosotros entonces teníamos la previsión de sacar el álbum en mayo. Tuvimos varias reuniones online y decidimos posponerlo hasta final de año. Eso nos llevó a plantearnos otra forma de hacer las mezclas. Incluso nos ha obligado a reinventarnos. Aprendimos mucho durante la encerrona y sirvió para hacer una buena promoción a través de las redes sociales, de internet... Eso sí, estamos deseando presentarlo aquí en directo.
–Ya se han puesto ante el público, ¿cómo ha sido la experiencia?
–Hemos tenido la oportunidad de estar en Alicante. Fue genial, con un llenazo. Estuvo sometido a todas las normas del protocolo covid, que para un concierto de rock es impactante, sentados, con separación... también la mascarilla. Pero la gente estaba feliz. Eso ha abierto la veda de hacer vida de músico normal: ensayas, grabas tu disco y lo presentas al público.
–¿Qué se va a encontrar la gente en el concierto de San Fernando?
–Será un concierto sentado, con distancia, con mascarilla, con asientos numerados. Son 800 entradas y la venta [www.giglon.com] va a muy buen ritmo. Podrán disfrutar del concierto de forma visual y sonora. Será un formato distinto al del Teatro de Las Cortes en 2016. Ahora podremos usar nuestras máquinas de fuego y de confeti, con un montaje de luces más grande y con una pantalla led de mayor tamaño. Contaremos con la Fundación Fénix, unos actores medievales. Hace años que no tocamos en abierto en San Fernando, quizás más de una década.
Con la madurez nos llega el sabor dulce de haber hecho la música que queríamos
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