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Unos anillos llevan a identificar a un cabo de Cartagena represaliado por el franquismo en San Fernando

Alberto García Martínez, fogonero del ‘Almirante Valdés’, es el primer nombre que trasciende entre las 108 exhumaciones que se han llevado a cabo en las fosas comunes del cementerio de la localidad

En uno de los anillos llevaba el nombre de su mujer, Dionisia. En el otro figuraba el suyo

Uno de los anillos que ha permitido la identificación de Alberto García Martínez. / Amede San Fernando
Arturo Rivera Barrera

09 de febrero 2021 - 06:00

San Fernando/Se llamaba Alberto García Martínez. Tenía 43 años y era un marino de Cartagena. Durante la Guerra Civil luchó por la República como cabo fogonero en el destructor Almirante Valdés. Fue fusilado a las seis de la mañana del 18 de julio de 1940. Y es uno de los primeros cuerpos exhumados de las fosas comunes del cementerio isleño –se han rescatado ya 108– que ha conseguido ser identificado. Se ha podido hacer gracias a los dos anillos que portaba en el dedo índice de su mano derecha, en los que figuraban sendas inscripciones con su propio nombre y el de su mujer, Dionisia.

"Es lo que se llama una identificación presuntiva", explica Javier Pérez Guirao, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Democrática, Social y Política de San Fernando (Amede), que es la entidad que promueve la intervención que se lleva a cabo en el camposanto de la localidad de San Fernando, donde se calcula que yacen los cuerpos de 299 represaliados por el franquismo en distintas fosas comunes.

Falta, claro, que dicha identificación pueda ser corroborada con las pruebas de ADN, aunque el caso –reconoce Pérez Guirao– resulta tan singular por las inscripciones de los anillos que deja pocas dudas al respecto. Amede, de hecho, ha logrado contactar ya con los familiares de este cabo fogonero en Cartagena, a los que ha pedido su colaboración para cotejar las muestras y facilitar su identificación.

Las investigaciones llevadas a cabo por Miguel Ángel López Moreno –recopiladas en el libro República, alzamiento y represión en San Fernando– han sido también claves en la identificación además de aportar una exhaustiva información, admite el presidente de Amede.

Toma de una muestra de ADN a un familiar. / Amede San Fernando

El Almirante Valdés, a cuya dotación pertenecía el cabo Alberto García Martínez, era un destructor de la clase Churruca que se mantuvo fiel a la República tras el alzamiento franquista. Partió de Cartagena junto a la escuadra republicana el 5 de marzo de 1939 rumbo a Bizerta (Túnez), donde llegó el día 11 de ese mes. El 2 de abril, el barco volvió a zarpar hacia el puerto de Cádiz.

De los 108 cuerpos que por el momento se han exhumados en el cementerio de La Isla hay otras dos posibles identificaciones realizadas, aunque estas no han llegado todavía a trascender. Ninguna de ellas todavía se ha confirmado por ADN.

De hecho, fue en el pasado mes de diciembre cuando esta asociación por la memoria histórica entregó en los laboratorios de identificación genética de Granada los restos óseos del centenar de cuerpos rescatados hasta ahora y las muestras biológicas de los familiares que las han podido aportar. Los resultados –reconoce Amede– tardarán en saberse.

El hecho de que la primera identificación responda a un militar de Cartagena no es nada extraño ya que entre los más de 200 represaliados cuyos restos yacen en las fosas comunes de La Isla se sabe que existen numerosos militares fieles a la República que proceden de localidades de toda España. Entre ellos, hay varios de Murcia. Amede, de hecho, ha conseguido contactar con las familias de cinco de ellos.

Los trabajos llevados a cabo en el camposanto isleño comenzaron en 2016, si bien no siempre han avanzado al ritmo deseado al no contar con financiación. Ahora, con la subvención concedida por el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, espera dar un nuevo impulso a la intervención. También se está a la espera de renovar el convenio de colaboración existente con la Diputación, lo que permitiría continuar las excavaciones en otro sector. "Con la financiación adecuada, las exhumaciones estarían acabadas en un año", afirma Javier Pérez Guirao.

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