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La cantaora María Vargas recibe el galardón Leyenda del Flamenco en San Fernando

La Isla vive intensamente las vísperas del Día Internacional del Flamenco en torno al escenario de la Venta de Vargas

María Vargas actúa en la Venta de Vargas
Arturo Rivera Barrera

16 de noviembre 2019 - 00:08

San Fernando/La jornada comenzó en La Isla con el bautismo flamenco de los más pequeños, los alumnos de la escuela infantil de El Parque que con tan solo dos años descubrieron absortos el cante de Alba Carmona y la guitarra de Jesús Guerrero en una clase muy especial. Y, como si fuera una metáfora del flamenco en sí, terminó al despuntar la noche con la consagración de una veterana: la cantaora sanluqueña María Vargas, que recibió el galardón Leyenda del Flamenco. Pero todo en estas intensas vísperas del Día Internacional del Flamenco que se vivieron en San Fernando orbitó en torno al escenario de la mítica Venta de Vargas y, cómo no, en torno al recuerdo onmipresente de Camarón de La Isla.

Rancapino, Fosforito, Paco Cepero, El Lebrijano, Curro Malena, Carmen Linares, Juan Villar y, desde ayer también, María Vargas. Son las ocho Leyendas del Flamenco que suma ya La Isla, un premio solo reservado a los más grandes, en reconocimiento a su trayectoria, a sus voces únicas y al legado artístico que han dejado tras una vida en los escenarios.

Un galardón –una réplica a escala de la célebre escultura de Camarón que modelara en 1993 Antonio Mota, escultor que también ayer recibió un merecido homenaje en este mismo acto– que nació hace ya ocho años de la mano de la Venta de Vargas y de la productora Flamenco La Isla para zanjar esos reconocimientos pendientes desde hace tiempo pero también para alzar la voz en defensa del patrimonio flamenco y, por qué no, del sitio que San Fernando merece ocupar en toda esta historia.

Lolo Picardo y Javier Fernández 'Chico', el gerente de la Venta de Vargas y el responsable de la productora Flamenco La Isla, ahondaron ayer en esta idea al hacer balance de estos ocho años del galardón Leyenda del Flamenco. Fue un acto sencillo pero de lo más genuino que empezó con el cante de Carolina Castilla y la guitarra de Javier Mota y que terminó con una demostración en vivo del poderío de María Vargas sobre el escenario de la Venta que dejó bien claro por qué el flamenco es patrimonio de la humanidad.

Un actuación flamenca ante un público de lo más especial, pequeños de dos años de la escuela infantil El Parque. / Román Ríos

La cantaora, tras recibir el galardón Leyenda del Flamenco, afirmó sentirse "muy ilusionada" con esta distinción que le llegaba tras una larga carrera que comenzó siendo tan solo una niña, que ha discurrido fundamentalmente fuera de Cádiz y que ha estado repleta de reconocimientos de todo tipo. El que recibió ayer, sin embargo, es especial. "Me dio mucha alegría cuando me enteré. La verdad es que fue como como al principio", dijo la cantaora emocionada al poner de manifiesto con entusiasmo su agradecimiento: "En mi tierra –Cádiz– se acuerdan de mí", sentenció.

María Vargas, en el escenario de la Venta de Vargas. / D.C.

María Vargas, que acudió a La Isla arropada por sus familiares y amigos, habló con cariño de San Fernando, Jerez y Sanlúcar, recordó los viejos tiempos y regaló alguna que otra anécdota que desató las risas del público, como aquella vez en la que tras una actuación se quedó encerrada más de dos horas en un ascensor con Camarón y otros artistas hasta que vinieron los bomberos a rescatarlos.

De glosar su figura –tras los versos que le dedicó Antonio Moriana Chacón con Paco Fernández a la guitarra– se encargó Estela Zatania, una neoyorquina apasionada por el flamenco que desde hace años reside en España y que no dudó en referirse a María Vargas como "una niña prodigio" que a los siete años cantaba ya por seguiriyas, soleares y bulerías y que a los 12 compartió escenario en el Teatro Villamarta de Jerez con Antonio Mairena y Juan Talega. Fue el principio de una deslumbrante carrera.

Premio Leyenda del Flamenco a María Vargas

Zatania aludió también a la figura de su padre, del que María Vargas aprendió a cantar, de la misma forma que él anteriormente lo había hecho del suyo y que éste, a su vez, lo había aprendido de su tío, "que no era otro que Tomás El Nitri, la primera Llave de Oro del Cante". El arte genuino de María Vargas –señaló– se entronca así con las mismas raíces del flamenco.

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