Izal y esos pequeños grandes momentos de felicidad
Conciertos en San Fernando
La banda indie cierra el ciclo Viva la Vida con un concierto acorde al fin de fiesta de esta cita de verano
San Fernando/Izal se sienta, como los asistentes, para este concierto, atípico para el grupo, atípico para su público fiel. Han adaptado las canciones a este formato, a las restricciones del covid-19, "se baile menos, pero se siente más", reconoce Mikel Izal. El público cumple esa premisa: desde el principio se rinde la banda, desde el principio con la contención que marca la necesidad, "todos sentados y con mascarilla", se cercioran nada más salir al escenario.
El ciclo Viva la Vida que durante el verano ha sido un rincón de oportunidades para la música, para la cultura, se despide a lo grande de este rincón de Bahía Sur, el escenario de Bahía ¡En Vivo!, con nota y con un fin de fiesta a la altura del programa que ha ofrecido. Izal no defrauda y aunque empieza con una Despedida queda por delante mucha noche. A pesar del viento, que mueve las guirnaldas de luces de la zona de terrazas, la vegetación decorativa de las zonas vip; que se cuela en el micrófono y que mueve la melena rizada del cantante, que llega a bromear con ello. "Ha habido momentos que me ahogaba con el pelo y mientras cantaba pensaba que me tendríais que hacer la reanimación. ¿Alguien habrá muerto ahogado con su propio pelo?", comenta entre la risas de la gente. Incluso casi al final del recital cambia la letra de Palos de Ciego para mencionar al "viento de levante" en esta ocasión, frente al original viento del norte.
La banda no se achanta con las dificultades que el constante viento puede ocasionar, el público se olvida para vivir con ellos uno de esos "pequeños grandes momentos" que Izal anima a disfrutar en estos tiempos difíciles, sorteando el miedo y sustituyéndolo por responsabilidad y solidaridad. Su mensaje da pie a Pánico Práctico, incluso podría valer para Pequeña Gran Revolución cuando menciona que durante el confinamiento Alberto (Pérez, el guitarrista) ha podido ver cómo su hija empezaba a andar; o para referirse a aquello que es realmente la felicidad, "que nos pasamos la vida buscando como si fuera un lugar permanente", que menciona antes de sonar Copacabana.
Copacabana, El Pozo, Qué bien o Agujeros de Gusano son solo algunas de las canciones que el público canta, desde el principio, animado por el grupo, a coro con el cantante o a solos. No se ha resistido a hacerlo, ya que en el baile han tenido que estar contenidos, moviendo pies, hombros y brazos desde los asientos "como tu padre en una boda", compara Mikel. "De que esta noche bailemos sentado, depende que mañana bailemos de pie", advierte. "Por si acaso, que a los locos nos pille bailando", suelta en casi la despedida del concierto con El baile, que a pesar de celebrarse sabe a poco a los presentes.
Para el adiós definitivo Izal reserva Pausa, una canción que en esta situación de pandemia emociona "el doble"; y La Mujer de verde que resume el comportamiento del público: brazos en alto, cantando, haciendo coros, acompañando con las palmas y aplausos, muchos, hasta que tras la última nota se pone en pie en ovación unánime.
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