Las consecuencias del derribo de las Casetas de La Casería para los pescadores: "Viven de la pesca. Solo saben de la mar”
Unas 25 familias subsisten de la pesca en La Casería
Los pescadores defienden que las casetas son esenciales para mantener esta actividad tradicional
San Fernando/Los pescadores de La Casería faenan en aguas de la Bahía de Cádiz según las mareas, que les permiten o no salir por el caño. En cada barco va el patrón y uno o dos marineros. Actualmente son doce los pescadores con barco, la mayoría también con caseta. De esta pesca tradicional pueden subsistir unas 25 familias del barrio. "Más o menos siempre han sido ese número. Cuando el boom de la construcción pegó fuerte, unos cuantos dejaron la mar, que puede ser muy jodida, pero al final han vuelto", recuerda José María Domínguez, vicepresidente de la asociación de vecinos La Inmaculada, que representa también al colectivo de pescadores ante las administraciones por el peligro de derribo de las casetas, un recurso importante para esta actividad.
"¿Dónde van a meter sin casetas las redes, los motores?", se pregunta Sebastián Gómez Tréllez, que ante la situación que viven se ha llevado ya muchos útiles que tenía en su caseta a casa. Ya jubilado, ayuda a los compañeros pescadores a arreglar sus redes que maneja con sus manos. "Aquí yo tengo poco, pero son redes, motores, remos...", advierte. Mover eso cada día de casa a la playa para salir a faenar resultaría inviable, más cuando "a veces se sale a las dos o tres de la mañana". Más cuando en las casetas cuentan con las cámaras donde guardan con nieves el pescado recolectado, explica José Luis Rodríguez, también pescador. "Con la caseta solo tienes que venir, coger las cosas, llevarlas al barco y ya está", insiste Sebastián sobre lo esencial de estas estructuras para los pescadores, que podrían desaparecer pronto ante el avance de las acciones para la regeneración de la playa.
El día de un pescador de La Casería depende de la marea para poder sacar el barco a la Bahía. "Salimos, calamos la red y a las dos o tres horas volvemos y recogemos. Eso para los chocos. Ahora, para las corvinas o las doradas, salimos, calamos la red, damos cuatro o cinco palos en el borda y volvemos a meter la red. El pescado se mata en agua nieve y se vuelve a la playa para conservar en las cámaras con hielo que están en las casetas", detalla Rodríguez. A la una de la mañana regresan el pescado al barco para partir hacia la lonja de El Puerto, no pueden trasladarlo de otro modo, "y dependerá del volumen de captura si merece la pena". El camino son unas tres horas, para llegar a tiempo a la venta que comienza en torno a las cuatro y media de la mañana.
Sin las casetas sería inviable, entiende José Luis, porque alquilar un local o garaje solo serviría para almacenar los útiles para venderlos después, "no sería para guardar el pescado y este no aguantaría en el barco". Eso acabaría con la actividad pesquera, y con sus puestos de trabajo. Por eso luchan por el mantenimiento de las casetas.
Sebastián nació en La Casería, "aquí al lado", y se crio en la playa. Con 9 años aprendía el oficio de la pesca. "Son 65 años", apunta. Para Joaquín Pérez son 56 años, "toda la vida trabajando en esto, lo tengo en papeles", "y nos van a quitar esto por la misma cara", se lamenta. "Para los pobres no hay nada. No nos van a ayudar", dice y habla de los pescadores de Málaga o de Almería que vivieron la misma situación y fueron desalojados. Ese es el destino que cree les espera, con el avance firme de los planes de Costas de eliminar las casetas –de vecinos, pescadores y al menos uno de los dos establecimientos hosteleros–. No tendrán más remedio que llevarse los aperos para casa, aunque no cree que sea realmente una solución.
El problema, critica Sebastián, es que las administración se tiran unas a otras la pelota, "la Junta se la echa a Costas, Costas al Ayuntamiento y así vamos, que no se ponen de acuerdo". "Si no se mueve nada con la Junta de Andalucía, tendremos que moverlo nosotros aunque a ella no le guste", apunta y se refiere la declaración de interés público y a la alcaldesa, Patricia Cavada, a la que considera responsable de que se vayan a derribar las casetas. "Ella ha sido la que lo ha movido. Costas no lo mueve por que sí", sostiene.
Las consecuencias pueden ser devastadores por la pérdida de identidad de San Fernando al desaparecer un enclave tan representativo, tan del gusto de turistas, visitante, ciudadanos o de un sector como el audiovisual. "Ahora en época de comuniones diariamente vienen a hacerse fotos aquí", cuenta José Luis. Sobre todo, pone en peligro los puestos de trabajo directos e indirectos de las actividades económicas que se desarrollan en la zona generan. Por un lado, empleos de los negocios de hostelería, que pueden llegar al medio centenar en cada caso en verano, y que además implica actividad para muchos distribuidores. Por otro, los pescadores. "Si nos quitan de aquí no se puede pescar y no hay otra solución. No hay trabajo en San Fernando", opina Rodríguez. "¿A dónde van a ir con 50 años que tiene muchos? Si lo que saben es de la mar. Ni de albañil, ni de panadero, ni de electricista. Han vivido esto y saben de esto", argumenta Gómez, que se asoma a la puerta de la caseta y descansa sus manos de la labor con las redes.
También te puede interesar