9.131 días de solidaridad
un ejemplo... de cada día
El comedor benéfico El Pan Nuestro cumple hoy 25 años
Abrió sus puertas en La Casería en 1992 y desde entonces no ha cerrado ni un solo día
San fernando/De lunes a domingo, todos los días sin excepción. Así ha sido durante un cuarto de siglo. Exactamente, 9.131 días en los que no ha fallado ni una sola vez y en los que ha cumplido a rajatabla con la tarea que se propuso cuando se puso en marcha allá por 1992: abrir sus puertas para que los que nada o casi nada tienen puedan llevarse un plato de comida a la boca.
El comedor benéfico El Pan Nuestro cumple hoy 25 años de vida, que son también 25 años de entrega, esfuerzo, dedicación y solidaridad, 25 años pensando solo en los demás. Y también más de 9.000 ollas con lentejas, potajes, pucheros, arroz, bocadillos, desayunos... En los buenos tiempos y en los malos. Cuando apenas unas decenas de personas llamaban a sus puertas y cuando en lo más crudo de la crisis se veían completamente desbordados. El balance que arroja este cuarto de siglo de vida del comedor social es verdaderamente encomiable: cientos de familias y miles de personas -entre ellos numerosos menores- atendidas a lo largo de todo este tiempo, por no hablar del voluntariado, de los colaboradores, de las donaciones... "Es que esto engancha", afirma sonriente su presidenta, Rosa María Giner Sendra, que de entrada hace constar en este aniversario un "profundo agradecimiento" a la ciudad de San Fernando, por su respuesta y por su permanente colaboración. Sin ella -advierte- el comedor no habría llegado tan lejos. Es la virtud que tienen estas instituciones y, especialmente, El Pan Nuestro. Tienen la capacidad de sacar a relucir lo mejor de La Isla. Y -como señala Rosa Giner- en San Fernando hay mucho de bueno.
La actual presidenta de la sociedad benéfica que impulsara el padre Juan M. Jiménez Zayas -que falleció en 2011- desembarcó en el comedor cuando éste apenas llevaba tres meses en funcionamiento. Por entonces, muchos lo recordarán, no era más que una modesta nave emplazada junto a la playa de La Casería, justo en el lugar en el que hoy se sitúa una de las imponentes torres de pisos. Allí, a escasos metros de la parroquia de la Inmaculada, inició su trayectoria esta gran obra social. Y fue, precisamente, el desarrollo urbanístico de la zona el que impulsó como contrapartida la construcción de la actual sede y su traslado al polígono industrial de Fadricas, en julio de 2007, hace ya diez años.
En la actualidad, explica su presidenta, se atiende a diario a un total de 68 familias -casi unas 300 personas- a las que se les proporcionan los correspondientes lotes de comida. Además, a diario acuden a las instalaciones del comedor entre 30 o 40 personas -la cifra es muy variable- para desayunar, almorzar, ducharse e incluso cambiarse en el ropero que tienen a su disposición. Hasta disponen de una pequeña sala con televisión en la que pueden estar unas horas. Para este grupo hay una regla de oro que impuso en su día el padre Juan y que desde entonces se ha respetado a rajatabla: no se hacen preguntas. Se atiende a todo el que llegue a la hora de comer y se ponga en la cola del comedor.
"Aquí -en La Isla- hambre no se pasa", afirma convencida Rosa Giner. Hay necesidades, evidentemente. Y mucha gente sin recursos que precisa de ayuda. La vivienda es un problema de primer orden. Pagar la luz, los recibos... Pero el comedor -recuerdan desde esta asociación- abre sus puertas todos los días sin excepción para dar desayunos, un almuerzo en condiciones y algo que llevarse también para la cena.
Hay mucha gente dispuesta a echar una mano, reconoce la presidenta. Pero lo que verdaderamente hace falta son nuevos socios que se den alta y que sustenten económicamente al comedor para garantizar su funcionamiento diario. "Hay gente -de buena fe- que viene con unos cuantos kilos de arroz, de hamburgesas... Pero eso verdaderamente no soluciona nada porque ni siquiera alcanza a lo mejor para repartir entre todos por igual. Hay que pagar la luz, el butano, los electrodomésticos que se estropean, hay que pagar a las cuatro personas que trabajan en el centro....", explica. Y para eso tienen que tener recursos. Sin embargo, el número de socios ha bajado principalmente porque muchos de los que inicialmente se apuntaron -en estos 25 años- han fallecido. "Y hacer nuevos socios cuesta bastante", afirma la presidenta. De ahí que desde la asociación se apele a la solidaridad de los isleños. El mínimo son seis euros mensuales.
El número de cuenta para las donaciones es el:ES 12 2100 2277 10 0200174531
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