Cuando no todo es "entregar la bolsita"
Las integrantes de la Conferencia Juan XXIII explican su labor con los más desfavorecidos "Hay que estar preparada para momentos duros", explica la presidenta
No reciben subvenciones, no son psicólogas, ni nadan en la abundancia. Es más, ni tan siquiera tienen espacio para desempeñar sus funciones con un mínimo de comodidad. Sin embargo, Rafi, Manoli, Montaña, Aurora e Isabel forman parte de la Conferencia Juan XXIII que trabaja en San Fernando para mejorar la vida de los más desfavorecidos.
Es jueves y, como siempre, hay actividad al final de la calle Lope de Vega. El grupo está llevando a cabo "el ropero", actividad con la que las setenta familias a las que ayudan actualmente pueden llevarse prendas con las que adecentar su vestuario. Así comenzó todo hace casi tres años.
Para Rafi, la presidenta de la Conferencia Juan XXIII, y Manoli, integrante del consejo de zona de la sociedad San Vicente de Paúl, esta es una cuestión de "necesidad". "Cuando tus niños son mayores y ya no tienes que estar tan pendiente de ellos -apuntan- sientes la necesidad de implicarte más en causas solidarias de este tipo". De esta forma, las integrantes de la conferencia se percataron de que las familias que demandaban ropa también lamentaban que había niños que iban al colegio sin desayunar, algo que provocó la ampliación de los servicios de la entidad.
"En un primer momento no teníamos intención de duplicar los servicios de Cáritas y por eso nos centramos en los productos de higiene personal", explican. Sin embargo, "decidimos hacer un esfuerzo para comprar leche, Cola Cao y galletas para alimentar a los niños". Así pues, Rafi, Manoli y compañía realizan, los dos primeros jueves de cada mes, la entrega de víveres con la ayuda, dos veces al año, del banco de alimento que les ofrecen comestibles no perecederos.
Los dos jueves restantes los dedican al ropero, donde Rafi explica que se han vivido escenas muy delicadas: "Cuando ves que una familia coge del montón de ropa calzoncillos usados te das cuenta de que su situación es crítica". Por su parte, Manoli recuerda a una mujer que les llegó a confesar que se adentraba "en los baños de los bares para llevarse a casa los rollos de papel higiénico".
Anécdotas como estas forman el día a día de la Conferencia Juan XXIII, que aprovecha para mostrar las dificultades a las que debe hacer frente en el número 48 de la antigua calle Comedia. "No tenemos apenas hueco para llevar a cabo nuestras actividades", indican con cierto aire de frustración tratando de acomodarse en el patio del hogar de Federico Ozanam, al que solo se puede acceder a través de un estrecho pasillo lleno de obstáculos. "El Consejo Superior de San Vicente de Paúl está intentando optimizar al máximo los espacios del albergue. Es lo único que deseamos, porque nos gustaría que las familias que llegan tuvieran un recibimiento decente", explica convencida Manoli. Rafi resume la idea: "No todo es entregar la bolsita de... Queremos que la gente se desahogue y se sienta cómoda con nosotras".
¿Cómo se consigue mantener la conferencia? El tema económico es otro de los puntos que da que hablar. "Sobrevivimos a base de ayudas: la Fundación Mapfre colabora ahora con el material escolar, hacemos cenas benéficas y alguna carrera solidaria gracias al Carmona Páez". Sin embargo, hacen un llamamiento a la colaboración ciudadana: "Tenemos una pequeña cuota de socios, pero somos muy pocos y nos gustaría que la gente done cualquier cantidad o prenda dentro de sus posibilidades por pequeña que sea y se animen a ayudarnos en este bonito proyecto", solicita la voluntaria del consejo de zona. De hecho, Manoli confiesa que "estas cosas te enganchan y te implican". Y es que detrás de "la bolsita" hay muchísimo trabajo...
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