El gratificante resultado de un don innato

La escritora Carmen Orcero hace balance de la experiencia vivida con 'A la sombra de los tamarindos' El Centro de Congresos acogerá la presentación de su segunda novela en octubre

Carmen Orcero con su primer libro, 'A la sombra de los tamarindos' (en una fotografía cedida por Ignacio Escuín).
Carmen Orcero con su primer libro, 'A la sombra de los tamarindos' (en una fotografía cedida por Ignacio Escuín).
Alejandro Díaz San Fernando

03 de septiembre 2014 - 01:00

"Siempre he leído y siempre he escrito", afirma con contundencia Carmen Orcero, cuyos primeros recuerdos sobre sí misma la representan, en efecto, contando historias. Historias que han evolucionado hasta el día de hoy, con su primera obra publicada: A la sombra de los tamarindos. Una novela sobre mujeres, aunque no escrita sólo para mujeres. Una novela sobre el amor, aunque no únicamente sobre el amor. "Una novela sobre los sentimientos, la solidaridad, algo que siempre quise crear", explica la autora con su dulzura habitual, la misma puesta en la pluma que desliza sobre el papel en blanco a la hora de empezar.

Orcero afirma la intención original de emocionar con esta obra a sus lectores cuando, sin esperarlo, se dio cuenta de que tal efecto era recíproco. El libro fue toda una revelación. Las personas le paraban por la calle, preguntaban sobre sus personajes, interactuaban con ella -y entre ellas- en debates virtuales en base a los que la escritora, posteriormente, haría todo un casting imaginario. ¿El origen? Un club de lectura que Orcero había creado con sus amigas. Cada mes leían un libro -todas el mismo- y al siguiente lo comentaban. Conocedoras ya de la destreza narrativa que siempre caracterizó a la escritora, éstas le pidieron que hiciera algo para ellas. Algo más allá de los pequeños relatos que ya conocían, y que dio como resultado una novela escrita en poco más de un mes. Esto, que conste, no mengua su calidad. Una editorial se mostró interesada en publicarla nada más recibir el manuscrito. Estaban encantados y apostaron fuertemente por ella desde el primer momento, lo cual dice mucho de su nivel, un nivel del que quizá ni la propia Orcero sea consciente puesto que su amor por la narrativa es tan inherente a su propia naturaleza que aún no deja de sorprenderse por la maravillosa experiencia vivida.

Ya en el colegio destacaba entre sus compañeros dada la calidad de sus escritos, que le brindaron la oportunidad de ganar algún que otro premio escolar. "Gracias a ellos conseguí mi primer reloj de pulsera", recuerda con nostalgia. Y no es de extrañar que una de sus profesoras guarde como oro en paño muchos de sus trabajos. Así lo confirmaba una afectuosa carta recibida el día que presentó el libro en la facultad de filosofía y letras. De esta primera etapa, la de la niñez, "me marcó especialmente El otro árbol de Guernica, de Luis de Castrenada", indica, "puesto que narra la Guerra Civil desde la perspectiva de un niño, justo lo que yo era en aquel momento".

El romanticismo de Pearl S. Buck cultivarían, en cambio, la desbordante imaginación de una joven que a poco de mover el bolígrafo ya despuntaba en su pasión. Prueba de ello es lo que le ocurrió trabajando en la biblioteca Lobo, del Ayuntamiento. Licenciada en Geografía e Historia y especialista en archivística, coincidió allí con el poeta Rafael Duarte, quien con sólo oirla hablar, "interpretó que debía escribir bien". Y vaya si acertó. Poco después y por mediación de éste, acabaría llevando su propia columna en La Cuestión.

La última etapa de Carmen Orcero, y sus lectores bien lo sabrán, está marcada por Te invitó a un café. Un blog online donde continuó haciendo uso de su destreza con la pluma para opinar sobre distintos temas de actualidad, y que aún hoy es muy seguido, "aunque las redes sociales le hayan quitado parte de protagonismo" indica Orcero, que si tuviese que citar un título particularmente importante para ella en esta etapa de madurez ése sería, sin duda, Cien años de soledad, del escritor colombiano Gabriel García Márquez.

La narrativa de sentimientos de Orcero está en auge. Y sus personajes, mejor dibujados que nunca. La próxima meta será la presentación de su segunda novela, que cambia diametralmente el contexto espacio-temporal para una historia que se desarrolla en Cádiz a principios del siglo XX. Poco puede avanzar de esta nueva obra que se dará a conocer a primeros de octubre en el Centro de Congresos. Sólo espera que El suave olor de las magnolias le brinde una experiencia tan gratificante como su predecesora. Y a buen seguro así será.

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