El legado que custodia el RACTA-4 en San Fernando

En Camposoto se ha restaurado uno de los antiguos Vickers, con los túneles y el polvorín subterráneo

El coronel Jarillo, junto al Vickers que ha sido restaurado en Camposoto.
El coronel Jarillo, junto al Vickers que ha sido restaurado en Camposoto. / Sonia Ramos
Arturo Rivera Barrera

08 de diciembre 2020 - 05:59

San Fernando/El último Regimiento de Artillería de Costa que queda en España es consciente del legado que custodia en San Fernando. Quizás el ejemplo más destacado de ello es la restauración de uno de los antiguos cañones que todavía siguen emplazados frente al litoral de la playa de Camposoto, una meticulosa labor llevada a cabo con personal y recursos propios que ha permitido conservar con orgullo una de las piezas artilladas a principios de la década de los 40 del siglo pasado: un cañón 152/50 Vickers, modelo 1923, que con toda probabilidad procedía del crucero Méndez Núñez.

El pasado y el presente de la artillería pasan por esta pieza que a lo largo de su historia (hasta 2001) hizo más de un millar de disparos: 947 con su primer tubo, fabricado en la Sociedad Española de Construcciones Navales, enLa Carraca; y 235 con el segundo tubo, sustituido en 1983.

Una vez en desuso, el paso del tiempo no tardó en hacer mella en el único cañón de la batería que se había dejado en el acuartelamiento de Camposoto a modo de recuerdo. En 2016 se emprendió una ardua tarea de restauración, que supuso todo un reto dada la ausencia de repuestos y manuales. El proceso incluyó además la recuperación de los túneles y del polvorín subterráneo.

En uno de los antiguos puestos de mando se ha acondicionado también un pequeño museo al objeto de mantener viva la historia de la artillería de costa. Allí se encuentra también un histórico telémetro de impresionantes dimensiones utilizado para calcular la distancia de los blancos, el antiguo radar –toda una reliquia– y el sorprendente sistema mecánico-eléctrico que se utilizaba para trasladar las posiciones a las baterías.

En la sala donde se custodian con honores los guiones de los grupos y baterías de costa ya desaparecidos –cuyo legado asume el RACTA-4– existe también una réplica de la bandera coronela original del regimiento, que data de 1710, y otra curiosidad: la bandera de España que ondeaba en la embajada de Kabul durante el atentado de 2015, donde estaba de servicio en ese momento uno de sus suboficiales.

No es extraño, por tanto, que en el RACTA-4 tenga cabida también la Asociación de Amigos de Artillería de Costa de Cádiz, presidida por el coronel retirado Juan López-Cancio y compuesta por personal retirado y algún que otro civil. Ellos se encargan también de velar por ese pasado y de difundir la labor que realiza.

Antiguo puesto de mando acondicionado como museo de la artillería de costa.
Antiguo puesto de mando acondicionado como museo de la artillería de costa. / Sonia Ramos

En torno a 400 profesionales "plenamente integrados" en La Isla y localidades vecinas

"Se han ido cerrando todas las unidades de artillería de costa y solo queda una, pero la que queda mantiene todas las capacidades necesarias y mantiene además el conocimiento, los procedimientos y todo lo necesario para generar –si fuese necesario en el futuro– más unidades de ese tipo", explica el coronel Domingo Jarillo Cañigueral, al mando del Regimiento de Artillería de Costa número 4 (RACTA-4). Ese conocimiento, esa capacidad, desaparecería llegado el caso de que Defensa decidiera prescindir de la última unidad. Sería irrecuperable, sostiene. De ahí –explica– la necesidad de mantener operativa aunque sea solo una unidad para asegurar el mantenimiento de esas capacidades.

Sobre todo, ahonda, cuando el concepto de la artillería de costa ha cambiado radicalmente en pocos años y la movilidad de las baterías ha pasado a ser determinante. "Ya no existe un concepto territorial, anclado al terreno como se daba en el siglo pasado. Todo el Ejército español es proyectable", explica. Y en el caso del RACTA-4 se cuenta con esa "libertad" para desplegar las baterías de obuses donde haga falta.

Más de medio millar de profesionales forman parte del RACTA-4 en la provincia. La mayoría –en torno a 400– se encuentra en el acuartelamiento de Camposoto, en San Fernando, que comparte con el Centro de Formación de Tropa número dos (CEFOT-2). "Están plenamente integrados en la sociedad", afirma el coronel Jarillo, que señala que además la inmensa mayoría de los soldados profesionales del regimiento son de la zona. Tampoco hay problemas de vocación, reconoce. Las convocatorias se cubren de sobra. Y la inmensa mayoría de los efectivos del RACTA-4 reside en las localidades cercanas, sobre todo en San Fernando aunque también en las localidades vecinas de El Puerto, Chiclana, Puerto Real, Jerez... "La mayoría están plenamente asentados aquí", sostiene.

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