No mires a otro lado, tu calle es mi hogar

Los colectivos de la Plataforma Personas Sin Hogar trabajan cada día para auxiliar a los casi 50 hombres y mujeres que viven en las calles de San Fernando

La plataforma por las personas sin hogar no percibe "mejoras sustanciales" en la atención al colectivo en San Fernando

Los voluntarios de Calor en la Noche San Fernando se surten de víveres en su sede y se preparan para iniciar una de sus rutas. / Antonio Zambonino
Antonio Zambonino

18 de agosto 2024 - 06:00

San Fernando/Hay personas que injustamente permanecen invisibles para muchos, que yacen en la calle muy por debajo del radar de una sociedad a ratos deshumanizada. Nos las encontramos cada día en los mismos rincones intentando sobrevivir y, por sistema, los ignoramos como si de mobiliario urbano se tratase. Si acaso algún que otro día les damos alguna moneda suelta para lavar nuestra conciencia.

Pero la dura realidad es innegable: detrás de cada uno de esos castigados rostros se encuentran un drama y unas razones que les llevaron a la calle. Afortunadamente, varias de las asociaciones que se dedican en San Fernando a auxiliar a este colectivo sí han detectado un cambio de tendencia que lleva a la ciudadanía a estar más concienciada sobre la problemática del sinhogarismo. Nos referimos a las entidades que integran la Plataforma Personas Sin Hogar: Calor en la Noche San Fernando, la Asociación Personas Sin Hogar Con Derechos y la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.

Colectivos y ciudadanos, durante una concentración por la muerte de una persona sin hogar en marzo del pasado año. / D.C.

Mucho tienen que ver en este cambio de tendencia el que en apenas un cuarto de de siglo se hayan producido episodios como la gran crisis económica de 2008 y una pandemia mundial. Hitos que hicieron vulnerables a personas que no lo eran y que dejó en situación de extrema vulnerabilidad a las que sí lo eran ya. 

Estas asociaciones coinciden en señalarlos como claros puntos de inflexión en cuanto empatía se refiere, ya que los malos momentos permitieron a muchos, por primera vez, ponerse en el sitio de las personas sin hogar y comprender que tal vez la calle estaba tan sólo a un par de malas jugadas del destino. A pesar de que aún están muy presentes las adiciones y las enfermedades mentales, es cierto que el perfil de las personas sin hogar es ahora mucho más diverso. En muchas ocasiones, indican estos colectivos, el germen de esta situación está en la soledad, en no tener nadie al lado que te apoye cuando tocas fondo.

Si bien la cifra de personas sin hogar en San Fernando oscila, según van llegando o abandonando la ciudad algunas de ellas, la media se sitúa entre 40 y 50 según la información que aportan estas asociaciones. Si nos vamos a los datos de empadronamiento, el Ayuntamiento aclara que actualmente la cifra de personas sin hogar empadronadas en la ciudad asciende a 48, seis de las cuales se han sumado al padrón durante el primer semestre de 2024.

Calor humano

En esto de auxiliar a los hombres y mujeres que moran en las calles de La Isla sabe mucho Calor en la Noche San Fernando. La rama isleña de esta asociación, que nació en Cádiz y ya está presente en otras localidades de la provincia, va a cumplir una década presente en La Isla. Su responsable, María del Carmen Molinero, explica el día a día de los voluntarios y voluntarias que lidera, un equipo humano que en sus mejores momentos ha logrado sumar el medio centenar de personas. La principal labor de voluntariado se realiza a pie de calle y se reparte en dos salidas nocturnas a la semana, normalmente los martes y los viernes y con dos equipos por día. Algunas de estas rutas, las que tienen lugar en el casco histórico, se realizan a pie, mientras que otras se realizan en coche para llegar a zonas más alejadas, como la Casería de Ossio o el polígono industrial de Fadricas. 

Estas salidas parten de la sede de la asociación, situada en el colegio La Salle de San Cristóbal. En ellas los voluntarios reparten a las personas sin hogar diversos alimentos, entre ellos bocadillos, galletas, agua y bebidas calientes como caldo, café o leche. También se entregan productos de higiene personal e íntima, ropa interior y, en los meses de frío, ropa de abrigo, principalmente mantas para ayudar a soportar las inclemencias del tiempo a la intemperie.

Gran parte de estos víveres y productos proceden de donaciones desinteresadas de empresas, colectivos y particulares, aunque también se financian con las cuotas de los asociados, cuyas aportaciones son de un mínimo de cinco euros al año.

Pero el mayor calor que se aporta a estas personas sin hogar, explica Molinero, no viene de una bebida caliente. Viene del trato humano de los voluntarios, que conversan con ellos y ellas, se interesan por su estado y se esfuerzan en conocer sus problemas y en saber como ayudarles. “Muchas veces el bocadillo o la taza de caldo son la excusa perfecta para derribar las barreras y acercarnos a esas personas, para que nos dejen saber de ellas. Y en esta labor el estado de ánimo es fundamental, si tienes un mal día y no vas a ser capaz de transmitirles ánimo y optimismo mejor te quedas en casa”, indica la responsable.

Voluntarios de Calor de la Noche en plena labor previa a una ruta. / Antonio Zambonino

Estas salidas siguen una hoja de ruta en la que los voluntarios van plasmando todo tipo de información útil para hacer un seguimiento adecuado a cada caso y cada problema. “Hay que tener en cuenta que nadie repite turno en menos de tres semanas o un mes, por eso debemos esforzarnos por llevar una continuidad para que las personas se sientan escuchadas, para que no le pregunten lo mismo alguien distinto cada día”, detalla la encargada de Calor en la Noche San Fernando.

En esta labor es imposible no implicarse de manera personal y es inevitable establecer vínculos con las personas a las que se le presta este auxilio. “Somos voluntarios las 24 horas del día y siete días a la semana y tras tantas horas de trato se desarrolla una preocupación sincera por estos hombres y mujeres. Lamentablemente, se nos han ido muchos. Aún recuerdo cuando falleció uno de ellos, que frecuentaba un lugar muy cerca de mi casa y al que le había cogido mucho cariño. Me afectó mucho. Dejé de participar en las salidas durante un año e incluso daba rodeos para evitar la esquina en la que él solía estar. La empatía es tal que son lo primero de lo que uno se acuerda cuando llueve o hace frío y tenemos a nuestro alcance lujos tan sencillos como una ducha caliente, una manta o un hogar confortable a los que ellos no tienen acceso”, indica Molinero.

Otra pata importante en la acción de Calor en la Noche San Fernando es el trabajo de concienciación sobre esta realidad, que lleva a los voluntarios a impartir numerosas charlas, sobre todo en colegios de la ciudad

Cuando se pregunta a la responsable por los retos de futuro de la asociación ésta lo tiene claro: “En una situación utópica el éxito sería desaparecer, porque sería señal de que nos somos necesarios. Pero la realidad es la que es y nos conformamos con ir sobreviviendo. Afortunadamente, San Fernando es una ciudad muy solidaria”, finaliza Molinero.

Sin hogar, pero con derechos

Más allá de la tarea asistencial en la calle hay otro colectivo en la ciudad que prioriza en su labor la defensa y la reivindicación de los derechos de estos hombres y mujeres. Hablamos de derechos recogidos por Ley que todos y todas tenemos, pero que en muchas ocasiones pasan desapercibidos para las personas sin hogar debido a una ausencia de recursos que les complica realizar cualquier trámite o gestión ante las distintas administraciones. Ymás desde que muchos de estos trámites ya se realizan de forma telemática y existe una evidente brecha digital que afecta a este grupo.

Se trata de la Asociación Personas Sin Hogar Con Derechos (PESHO-DE) San Fernando, cuya sede está en el Centro Cívico Bazán y lleva operativa poco más de tres años. Esta entidad también está presente en Cádiz. 

La presidenta de la asociación, Mila Fernández Bey, explica que los voluntarios y voluntarias, que en La Isla ronda la decena, además de realizar las habituales rondas en calle acompañan y auxilian a estas personas cuando éstas necesitan realizar cualquier trámite o acudir a una cita médica. “No hay mayor falacia que afirmar que alguien está en la calle porque quiere. No puede ser que una persona enferma permanezca en la calle. No podemos permitirnos una sociedad en la que exista el sinhogarismo, que es la forma más extrema de exclusión social”, detalla Fernández Bey.

Desde PESHO-DE se sienten muy orgullosos de los avances que han ido logrando en cuanto el empadronamiento de las personas sin hogar se refiere, pero recuerdan que aún queda mucho que hacer en la ciudad para mejorar la calidad de vida de este colectivo, como la creación de un centro de día y de un centro de acogida municipal de alta tolerancia; la puesta en marcha de equipos de asistencia multidisciplinares; la habilitación de aseos públicos; la apuesta por unas políticas activas que no se limiten al aspecto asistencial y busquen un carácter integrador y medidas para un fácil acceso a luz, agua y vivienda. 

La junta directiva de PESHO-DE atiende a Antonio, una persona sin hogar (de espaldas en la imagen). / Antonio Zambonino

Necesidad de un diagnóstico

La triada de esta plataforma la completa la rama isleña de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA). Si bien Calor en la Noche prioriza la labor asistencial y PESHO-DE la lucha por los derechos, esta tercera entidad, que también está presente en varias ciudades de la Bahía, se hace fuerte en el aspecto reivindicativo. Y es que hay mucho que reivindicar cuando se habla de la exclusión y la marginación de estas personas. En San Fernando esta entidad cuenta con una treintena de activistas, una decena de ellos activos en la labor diaria de la asociación.

De esta manera, APHDA es la que se preocupa, entre otras cosas, de organizar los correspondientes actos de protesta y visibilización, de que la plataforma esté presente en los foros adecuados y de exigir transparencia a las distintas administraciones, que son las que tienen los recursos necesarios. Así lo explica Marisol García, una de las responsables de la entidad en la ciudad y miembro de la junta directiva de APDHA Andalucía. 

Por otro lado, esta asociación también se encarga de atender debidamente a las personas migrantes sin hogar, que se enfrentan a dificultades adicionales debido a las barreras idiomáticas y a los incomprensibles prejuicios raciales que aún permanecen entre muchas personas. No en vano APDAH San Fernando ofrece en su sede, ubicada en Calle Real 175, una oficina de atención a las personas migrantes, en la que se presta asesoramiento jurídico para diversas situaciones y trámites, como conseguir un permiso de residencia.

Por otro lado, la representante de esta asociación advierte sobre la urgente necesidad de contar con un diagnóstico psicosocial que sirva para plasmar al detalle la realidad de las personas sin hogar. “Las administraciones, en especial la local, deben de implicarse para hacer realidad esta herramienta tan útil a la hora de asistir a estas personas. Y en la que, entre sus campos, quedarían reflejadas patologías, enfermedades y adiciones”, señala García. 

En definitiva, hay mucho por hacer. Mucho que luchar por el bienestar y los derechos de estas personas sin techo, mucho que exigirle a las administraciones y mucho que reflexionar en una sociedad que no puede mirar hacia otro lado ante lo que pasa en una calle que es el hogar de otros. Afortunadamente, asociaciones como las que integran la Plataforma Personas Sin Hogar nos inspiran y nos marcan el camino que hemos de seguir para que el sinhogarismo llegue a ser una cosa del pasado

La plataforma, en una de sus recogidas de firmas. / D.C.

Compañerismo de calle

Cuando visitamos la sede de PESO-DE su junta directiva estaba atendiendo a Antonio, una de las personas sin hogar de San Fernando. De mediana edad, Antonio se había criado tutelado por la Diputación en casas-cuna y diversas instituciones religiosas. Cuando se sentó a la mesa llamaba la atención el ingente número de picaduras de mosquitos que tenía. “No he estado durmiendo bien. Le voy a hacer caso a la asociación y voy a empezar a usar repelente de mosquitos, porque estoy comido de picaduras”, explicaba mientras luchaba por mantenerse despierto.

Antonio es usuario del Comedor Social de El Pan Nuestro y del Albergue Federico Ozanam y busca ayuda cada día pidiendo la voluntad en las calles de La Isla. “A veces si me quedo con hambre voy a que me sirvan un plato combinado en un bar del polígono que tiene precios muy baratos”, indicaba.

A pesar de los sinsabores y la dureza de la calle, Antonio aclaraba que existe el compañerismo entre las personas sin hogar. “Si alguien se mete con algún compañero salimos en su defensa y nos cuidamos unos a otros en la medida de nuestras posibilidades. Por ejemplo, yo no fumo pero cuando puedo compro tabaco para dárselo a los compañeros que sí lo hacen, porque veo que cuando piden un cigarro les suelen rechazar”, lamentaba Antonio.

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