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Un palacete dieciochesco transformado por el romanticismo decimonónico

José María Lazaga adquirió en 1886 la antigua finca de los marqueses de Carballo

Una parte de los frescos de uno de los techos de la Casa Lazaga, en una imagen de 2008 cedida por Eduardo Mera.
Alejandro Díaz. San Fernando

07 de septiembre 2014 - 01:00

La Casa Lazaga ha sido fruto de investigaciones, ejercicios historiográficos y análisis artísticos durante todo el siglo XX. Salvador Clavijo, Joaquín Quijano o José Luis López Garrido, en la Guía histórico-artística de San Fernando, son sólo algunos de los nombres que han mentado al histórico palacete en sus publicaciones y obras monográficas. Sin embargo es Fernando Mósig Pérez quien, en la actualidad, mantiene a la vanguardia las investtigaciones sobre la referida finca y ha ido ofreciendo puntuales pinceladas sobre la historia de la misma en numerosos artículos publicados en este periódico.

Así, se tiene constancia de que Lazaga fue residencia particular de esta familia desde el año 1886, cuando José María Lazaga Garay, capitán de fragata y coronel honorario de la Infantería de Marina, la adquirió al que fue su primer dueño desde 1764: el VI Marqués de Carballo, Pedro Sánchez de Ulloa. Todo apunta a que este cambio de titularidad otorgó a la antigua casa solariega los aires isabelinos que aún hoy la siguen caracterizando, fruto de las reformas arquitectónicas emprendidas por José María Lazaga de acuerdo a los gustos románticos del momento.

Este estilo artístico fue perfectamente definido por Luis Martínez Montiel en su obra San Fernando, una ciudad de las luces, donde se hace referencia al palacete dentro del capítulo dedicado a la arquitectura isabelina. Dicho estilo, típico de la segunda mitad del siglo XIX, se focalizó más hacia la reforma de fincas preexistentes -como en este caso- que a su sustitución por otras de nueva planta. La fachada era la parte de la casa donde se aplicaban las variantes que, entre otros elementos, comprendían artísticas ménsulas, balaustradas, cresterías sobre los ya típicos cierros forjados o pilastras almoadilladas. No faltaban el arco escarzano -cuyo sector circular se muestra más rebajado de lo habitual- o la profusa ornamentación metálica con motivos vegetales, próxima al modernismo.

Todo ello, materializado en Casa Lazaga tras su reforma a finales del siglo XIX, le han valido la fama de ser el paradigma de este estilo arquitectónico en San Fernando.

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