El 2024, peor para Andalucía

Hay que dejarse de amnistía, de políticas frentistas con el gobierno central, de hablar de agravios comparativos con las llamadas comunidades históricas o inventarse la fiesta de la bandera

San Fernando/La dimisión de dos altos cargos de la Consejería de Salud en Andalucía confirma el diagnóstico, desmentido hasta ahora por el propio gobierno, de los males que aquejan a la política sanitaria andaluza. Por fin se reconoce que existen más de un millón de andaluces en listas de esperas para una intervención quirúrgica o ver al especialista. Mientras, se destinan millones de euros para concertar con la sanidad privada. Andalucía abre las puertas del 2024 en peores condiciones que 2023. Tenemos el peor PIB de España, 21.091 euros, mientras que la cifra media se encuentra alrededor de 28.000 euros. El paro, otra de las lacras de Andalucía, se encuentra en el 18,7%. La Educación Pública sufre el goteo del cierre de aulas, mientras aumenta el número de aulas y universidades privadas. ¿A dónde caminamos? Pues parece que sin rumbo fijo. Con esta situación, el Consejero de Presidencia, el mismo que decía que la demora en Atención Primaria era de tres días de media, dice que Andalucía no acepta que se le perdone la deuda, que es cercana a los veinte mil millones de euros. Mayor barbaridad es imposible.

Cuando se baten cifras de récord de turismo, el empleo en nuestra comunidad no termina de estabilizarse y las cifras de paro son inasumibles. Mientras el presidente Bonilla reivindica la política de adultos. Cada día se inventa una frase queriendo demostrar que su política es distinta, es ejemplo para el resto del país. Pero la gestión no la marca el argumentario político la marca los números y estos, hoy en día, demuestran lo contrario de lo que el Partido Popular andaluz nos quiere vender.

Ya no vale la frase manida de la herencia recibida. No, son cinco años de gobierno y la convergencia con el resto de España continúa agrandándose. No queremos ser menos que nadie, pero cada vez nos alejamos más.

El presidente juega con los símbolos andaluces para atraerse los votos del centro y centro izquierda y convertirse en el partido de los andaluces. Lleva practicando la misma política que el PSOE realizó en la Transición, pero ni los tiempos son los mismos, ni la sociedad andaluza es la misma, ni el Partido Popular cuenta con la aceptación que contó el PSOE en aquellos momentos. Hoy el PSOE tampoco es el mismo, no cuenta con los políticos de antes, pero el Partido Popular ni ha sido ni será el partido de los andaluces.

Por consiguiente hay que dejarse de amnistía, de políticas frentistas con el gobierno central, ni hablar de agravios comparativos con las llamadas Comunidades Históricas, ni inventarse la fiesta de la bandera. La política es gestionar los problemas de los ciudadanos que en definitiva es hacia quienes deben ir dirigidos los cambios, un cambio que solo el presidente Bonilla ve y que no llega a los andaluces.

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