La otra playa

San fernando/En su día fue la única, el único rincón de la costa al que los isleños podían acceder para darse un baño cuando el calor del verano apretaba. Las restantes opciones pasaban por marcharse a las playas de las localidades vecinas a pasar el día. O quizás para los más osados refrescarse en el caño. No había más. Todo cambió hace 29 años, cuando La Isla consiguió que Defensa levantara las restricciones que pesaban sobre Camposoto. La gran playa natural de La Isla se abrió al fin para uso y disfrute de los bañistas e inició una nueva y esplendorosa etapa -se fue dotando de pasarelas, servicios, se arregló la carretera, se pusieron nuevos accesos... - que llega, a pesar de sus numerosas vicisitudes, hasta hoy mismo. De hecho, cuando están a punto de cumplirse tres décadas de aquella apertura, Camposoto sigue estando entre las prioridades del Ayuntamiento. Ahí está la pretendida remodelación de los accesos, que incluye la construcción de una pasarela peatonal por el caño, el carril bici o, incluso, la lucha por desmilitarizar definitivamente esta franja de la costa y reubicar el campo de tiro del Ejército de Tierra que permitiría ampliar los dos kilómetros acotados para el baño de los que actualmente se dispone. Todo ello incide en ese protagonismo que tiene. Y no solo en pleno verano. Va más allá, es un tema de ciudad dado el interés que suscita entre la ciudadanía.

Camposoto, en estas tres décadas, se ha definido como la gran playa isleña. Pero lo cierto es que no es la única. Hay otra playa. La de La Casería, en el otro extremo del término municipal, que ha quedado relegada a un papel secundario. En parte, para su propia fortuna. Porque se ha convertido también en un pasaje idílico, una pequeña playa 'de barrio' que disfrutan, especialmente, los vecinos de este peculiar barrio. No son pocos los que echan la tarde allí, los que acuden pertrechados con sillas, sombrillas y nevera e incluso se dan un chapuzón ante el paisaje único de la Bahía que se aprecia desde el norte de La Isla. Es la otra cara del verano isleño.

El contrato para el montaje del equipamiento playero que cada año tramita el Ayuntamiento con vistas a la temporada de verano incluye también la instalación de algunos servicios para atender a los bañistas que se acercan a esta pequeña playa. Pero ciertamente la de la La Casería está lejos de ser una playa saturada. Y eso forma también parte de su indiscutible encanto. Claro que también sería difícil para esta pequeña franja de la costa asumir la afluencia que asume a diario Camposoto. Tiene sus limitaciones y arrastra -desde hace ya muchos años- sus carencias.

De hecho, existe un proyecto de regeneración de la playa de La Casería que sale a relucir cada vez que tocan elecciones pero que en dos décadas no ha dado un paso en firme para materializarse. Antes del año 2000 ya hablaban el Ayuntamiento y Costas de esta actuación, que entronca con el desarrollo urbanístico de la zona -que la crisis frenó en seco- y que aspira a aprovechar el enorme potencial que tiene este paraje natural. Existen incluso estudios previos y un proyecto ya redactado que se remonta al año 2005, la ocasión en la que más cerca estuvo de conseguirse algo. Lo que nunca ha existido es consignación presupuestaria para llevarlo a cabo. Claro que también, en su momento, el Ayuntamiento y Costas negociaron otras prioridades como la recuperación del Castillo de Sancti Petri o la rehabilitación del Zaporito. Este proyecto para la regeneración de la playa de La Casería planteaba el aporte de arena para regenerar esta franja de la costa, de la construcción de un paseo marítimo y hasta de la transformación del conocido popularmente como Cementerio de los Ingleses en un parque infantil. La última vez que se habló de retomar este proyecto fue en 2015, en plena campaña de las municipales. Lo hizo el entonces alcalde de la ciudad, José Loaiza (PP), al asegurar que el Ayuntamiento estaba en conversaciones con Costas para retomar estos planes. Desde entonces no se ha vuelto a decir nada de la playa de La Casería, que hoy -un verano más- sigue siendo el rincón predilecto de los vecinos del barrio para pasar las tardes.