Presumiendo de sal
Salinas y empleo sostenible en San Fernando
La Isla alardea de salinas e industria artesanal en una cata de sal promovida dentro del proyecto 'Salinas y Empleo Sostenible' que desarrolla Atlántida Medio Ambiente
San Fernando/La salina San Vicente asombró a los participantes en la cata de sal que se celebró el sábado. Presumió de un producto excelente. La familia Ruiz lleva cuatro generaciones creciendo y evolucionando con él, siempre con la calidad por bandera.
Era una actividad organizada por Atlántida Medio Ambiente, dentro del proyecto que desarrolla: Salinas y Empleo Sostenible II, de la Fundación Biodiversidad. Una iniciativa completamente gratuita para los destinatarios, por tratarse de un proyecto cofinanciado por el Fondo Social Europeo, para conseguir formación y empleo de calidad.
El propósito de esta cata de sal no era sino promover el consumo local haciendo hincapié en el potencial de las salinas a través del empleo sostenible.
La actividad contó con el maestro salinero, Manuel Ruiz, que lleva 80 años en esta salina, y con Rafa Benjumea, de Atlántida Medio Ambiente.
Ruiz se encargó de explicar el proceso artesanal que realizan en San Vicente para producir y recoger la sal. Aseguró que la salina está ideada como un circuito de tajos y esteros -desde tiempos romanos-, con distintos niveles por los que va pasando el agua salada a través de pequeñas compuertas o periquillos hasta que llega al cristalizador, donde "se precipita" la sal.
Destacó también la cantidad de aves que acuden a la salina atraídas, entre otros alicientes, por la artemia salina y, entre otras muchas cosas, explicó que la codiciada flor de sal -que ellos han rebautizado como sal de hielo-, se extrae de la lámina muy frágil que se forma en el cristalizador y que su particularidad radica en que al comerla, se deshaga en la boca.
Benjumea, por su lado, insistió en la enorme biodiversidad de estas salinas que, además, están en espacio protegido: el Parque Natural Bahía de Cádiz y, como consecuencia, en la Red Natura 2000 (que es la red de espacios protegidos de la UE). Y señaló que esa protección es un valor añadido.
También explicó que semejante riqueza natural supone, además, nuevas posibilidades para diversificar la actividad en la salina, con iniciativas relacionadas con el ecoturismo, turismo ornitológico o de educación ambiental, entre otras. En la Salina San Vicente, por ejemplo, funciona desde hace años un centro de celebraciones, que ya aparece integrado en la salina y que demuestra la necesidad de estos espacios de reinventarse con actividades sostenibles para garantizar su mantenimiento.
Ya en la cata, los participantes pudieron comprobar las diferentes sales que se pueden encontrar en el mercado. Y conocer la que produce San Vicente: sal marina de gran calidad artesanal y ecológica, con numerosas variantes, e incluso su famosa sal de hielo.
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