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"Las salinas de San Fernando eran un puente con el resto del mundo"

Alejandro Díaz | Autor del libro 'Salinas de San Fernando'

El periodista isleño publica el primer tomo con la investigación en las fuentes hemerográficas llevada a cabo para su tesis doctoral sobre la historia de esta industria entre 1800 y 1975

Alejandro Díaz posa con su libro sobre las salinas. / D.C.

San Fernando/Salinas de San Fernando. Historia e historias de un patrimonio de la ribera gaditana a través de fuentes hemerográficas (1800-1975) es el título completo de la obra que el periodista Alejandro Díaz ha escrito como tesis doctoral y que la editorial Kaisen le ha publicado. Por el momento el público solo puede hacerse con el primer volumen, pero hay previsto un segundo. "Puse como condición para la publicación que no se recortara mi trabajo y no hubo problemas porque está dividida en dos partes: una sobre los aspectos históricos, que corresponde a este primer tomo; y una segunda con los aspectos etnográficos y culturales", expone el autor.

El papel de los salineros en la Guerra de la Independencia, las huelgas obreras de los trabajadores de la industria salinera, la disputa de los propietarios con el estado por liberalizar el negocio o los conflictos de interés de las explotaciones de la Bahía de Cádiz con otros dos centros de producción fundamentales como Alicante e Ibiza forman parte de la información que ofrece este libro que es fruto de la investigación de Díaz, con los periódicos nacionales e internacionales como principal fuente.

El origen de la obra es el trabajo fin de máster que el autor debía realizar para un Máster de Patrimonio y Comunicación que cursaba en la Universidad de Burgos. "Encontré un reportaje para la revista Alrededor del Mundo que había escrito el periodista de Diario de Cádiz Ramón del Río y Moyano en 1902. Me llamó la atención que tenía más información sobre la historia de las salinas de lo que había publicado hasta el momento", cuenta.

De ese trabajo fin de máster se deriva la tesis doctoral en la que se embarcó tras el verano, aunque en ese impás estival ya había retomado la tarea de ampliar su investigación. La ahora catedrática Isabel Menéndez y el profesor Sergio Sánchez dirigieron la tesis. "No fue un agobio, me levantada todos los días con la ilusión de qué me encontraría, de si resolvería una incógnita. He disfrutado mucho", reconoce Alejandro Díaz, que con esta propuesta, su doctorado es de Humanidades y Comunicación, mezcla dos pasiones: el periodismo y la historia; y además reivindica el valor de las fuentes hemerográficas, "fuentes secundarias entre comillas para algunos, pero que ofrecen un tipo de datos que no aparece en otra documentación", precisa.

Sus pesquisas documentales le llevaron a conocer datos de cómo era la industria salinera en el siglo XIX y durante tres cuartas partes del siglo XX. "Hasta mediados de 1870 se puede decir que había un duelo entre los industriales y el Estado, porque la sal era una renta estancada y los propietarios tenían poco margen de maniobra en el negocio", señala. El producto, detalla, estaba sujeto a una legislación muy estricta, con el Estado fijando precios y con prioridad de compra frente a otros clientes. "Las salinas del Estado no cubrían las necesidades del territorio, por lo que este tipo de explotaciones privadas no podían vender a quienes quisieran, solo los restos tras abastecer a la nación", aclara.

Ese estanco se abole en 1870 que es cuando empieza, admite Díaz, la parte más interesante. "Los propietarios tienen más presencia en los medios, pero también los obreros porque empiezan a surgir las huelgas, que son constantes hasta el golpe de estado de 1936", apunta.

Los datos de esa lucha obrera, que precisamente han sido extraídos en su mayoría de los periódicos, suponen una de las cuestiones que más atraen al autor, por lo que no es extraño que las mencione en varias ocasiones. "Trabajaban en muy malas condiciones, en lo que se conoce como a destajo, es decir que si te necesitaban para una tarea la hacías hasta el final, fueran 4 horas, o 30", menciona. A esa inexistencia de horarios y límites, se sumaba que quienes los dirigían, los capataces, se aprovechaban de la situación. "Había una tradición que era comprar vino al acabar la cosecha para beberlo entre todos, y parte de ese dinero se lo quedaba el capataz", narra. No era el único dinero que estos se quedaban y no llegaba a su destino. A principios del siglo XX las huelgas fueron durísimas y en algunos momentos las protestas fueron protagonizadas por sus esposas e hijos.

El centro neurálgico de estas reivindicaciones era San Fernando, donde se constituían las organizaciones obreras y nacían las huelgas. Era normal puesto que en la localidad estaba la sede del Concierto Salinero, que administraba y gestionaba el funcionamiento de las salinas de la Bahía de Cádiz. "Por eso titulo como salinas de San Fernando, aunque hubiera más explotaciones en Chiclana o Puerto Real o los barcos salieran del puerto de Cádiz", aclara. La prensa nacional e internacional analizada por Díaz se refería al conjunto como salinas de San Fernando y no salinas de la Cádiz, o de la Bahía. Esta presencia en los medios, destaca, demuestra que esta industria iba más allá de la actividad, "eran un puente con el resto del mundo".

Pero la falta de una buena gestión resultó clave para el declive y la desaparición. Las salinas de la Bahía de Cádiz eran uno de los tres centros de producción fundamentales del territorio español, junto a las salinas de la Laguna de Torrevieja en Alicante y Salinas de Ibiza. "Su historia está engarzada. Cuando el Estado avanza en la privatización de la Laguna los salineros de la Bahía se preocupan porque produce mucha cantidad y saben que les podía perjudicar el negocio", advierte.

Tenían razón, pero no se plantearon cambios, mejoras o apostar por crear industrias derivadas. "Las aguas madres, el agua que queda en los estanques cuando se saca la sal, aquí se devolvían al caño, cuando son ricas en muchos elementos y en otros países se aprovechaban para abonos, fabricar jabón o vidrio", pone de ejemplo. Tampoco invirtieron en publicidad a pesar de que la competencia aumentó. "Es evidente que la popularización de la electricidad hace que la sal pierda su razón de ser como conservante", matiza para incluir una cuestión que fue esencial para la desaparición.

Alejandro Díaz presenta la obra el 14 de octubre en Chiclana; el segundo tomo no tiene fecha de publicación.

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