San Fernando: El Grupo Balbo, un universo de valores cívicos y educativos
La obra 'Antígona' se representó en el Teatro de las Cortes de la mano de la Academia de San Romualdo, con todo el aforo completo
Emilio Flor: “Para transmitir el interés por las humanidades hace falta pasión”
San Fernando/Bajo la impecable dirección de Emilio Flor Jiménez, en el contexto de los actos del Día Internacional de la Mujer y en el marco del programa de actos del curso académico 2024-2025 de la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes, el Teatro Las Cortes acogió la tragedia Antígona de Sófocles, donde se mostró, sin ambages, la contraposición entre el orden cívico y el divino. Bien es cierto que, en este caso, de mano de Emilio Flor y de la magnífica interpretación de los actores Manolo Morillo y Efraín Cruz al frente de jóvenes estudiantes, sacaron del cajón la importancia del papel de la mujer en la sociedad, la libertad y los derechos de los hombres frente a la obediencia de las leyes.
Plantea dilemas actuales que están sujetos a debate: la libertad, los derechos del individuo frente a la obediencia de las leyes del Estado y el papel de la mujer en la sociedad. Esta obra no solo hace evidente el conflicto entre la ley de los dioses y la ley civil. También constata el estatus de la mujer en la sociedad griega de la época. La mujer estaba totalmente al margen de los asuntos políticos, pues no eran consideradas como ciudadanas.
Antígona se arma de valentía para defender los valores humanos y las leyes de los dioses, aunque para ello tenga que enfrentarse a su propia muerte. Así, la protagonista no solo es una mujer valiente al vulnerar su “rol social” sino que es la única “ciudadana” capaz de enfrentarse al poder y poner en evidencia la tiranía de Creonte.
La obra ocupa un lugar muy importante en la dramaturgia universal. Esta tragedia, que se escribió hace más de 2000 años en Grecia (cuna de la democracia), a día de hoy, se considera una de las obras más relevantes de Sófocles. Con una visión más actual de la obra, vemos como su autor elige a una figura femenina como heroína. Hecho insólito en la época en que los hombres son los grandes héroes trágicos.
Es, en este caso, Antígona la figura que desobedece y es capaz de contraponer el deber divino y el de la ley. Es evidente que Antígona también supone una oportunidad para reflexionar acerca del poder político. Pretende salvaguardar el deber familiar frente al deber de Estado.
Por un lado Antígona, defensora hasta la muerte de las leyes divinas, el respeto a los dioses, la familia y el amor. Por otro Creonte, hombre de estado que entiende que el orden de la ciudad y la obligación política deben prevalecer por encima de todo.
Los diálogos de los actores exponen el razonamiento de su conciencia. Los personajes dilucidan acerca sus motivaciones y limitaciones humanas, y acaban por comprender los principios que rigen la vida y la naturaleza.
Se ponen en sobre las tablas reflexiones que debemos hacernos en la actualidad. Para ello fijémonos en tres frases de Creonte: Pero, ¿es que me van a decir los ciudadanos lo que he de mandar? ¿He de gobernar esta tierra según otros o según mi parecer? La ciudad, pues, ¿no ha de ser de quien la manda?.
En el terreno artístico, destacar la exquisita estructura de la tragedia griega, planteada por la dirección de Emilio Flor: Prólogo: sumario que relata los antecedentes de la historia; Párodos: momento que se da entrada al coro, con lo que inicia la acción dramática; Episodios: escenas propiamente dichas donde tienen lugar los diálogos de los personajes; Estásimos: cantos del coro y Éxodo: desenlace del conflicto dramático.
El propósito del Grupo de teatro Balbo es de resaltar. Al igual que la tragedia griega, es edificante. Un universo de valores cívicos, principios de honestidad, compañerismo, educación y respeto campan a sus anchas en los ensayos y encima de las tablas. Y aborda en sus obras, la esmerada puesta en escena y esa elegancia de Emilio Flor y Manolo Morillo.
Esta y no otra es, a mi manera de ver, el análisis de las democracias en la actualidad. ¿Qué debe prevalecer? El respeto a la familia y al amor o la obligación política por encima de todo. Que cada cual saque sus propias conclusiones. Nada es blanco ni negro. Siempre hay matices.
Una puesta en escena espectacular. Una perfecta organización. La música, bien hilvanada. Sublime en determinadas escenas, imperceptible aunque muy presente en otras. El sonido, las luces. Noche de teatro para guardar en esas alhacenas interiores que tanta falta nos hacen.
La otra noche, en San Fernando -durante la tregua que nos dejo el desapacible temporal,- se puso de manifiesto, una vez más, ese grito necesario de Federico García Lorca: "Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo". Pues eso.
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