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San fernando/Elvira es La Gallega. Así, como si solo existiera una. Y da nombre a uno de los establecimientos más recomendados por la gente que sabe de esto. Hay, desde hace años, innumerables artículos y críticas culinarias que lo confirman. Pero además si uno viene a La Isla y pregunta dónde puede comer bien obtendrá de manera invariable por respuesta -entre otras acertadas sugerencias- el nombre de La Gallega. Es algo que no falla. Allí, en la esquina de la plazoleta de las vacas, en un local de reducidísimas dimensiones que suele por norma estar siempre lleno -Elvira no quiere ni oir hablar de una ampliación "porque esto siempre ha sido así"- se encuentra uno de los rincones favoritos de los isleños a la hora de tapear.
Ahora, Asihtur, la Asociación Isleña de Hostelería y Turismo, ha decidido devolver a Elvira Loureiro todo lo que ha hecho por la hostería isleña. Mañana, a las 18.00 horas en la tapería-pastelería La Dulce-Santa Ana, recibirá el premio que esta asociación concede a la Mujer Trabajadora. Una distinción instituida el año pasado -fue Rosa Prius, de El Naca, la primera en recibirla- que llega en las vísperas de un nuevo 8 de Marzo para reconocer toda una vida de trabajo y esfuerzo. Ha sido -dice Asihtur- concedido por unanimidad y La Isla ha reaccionado también de manera unánime con un enorme aplauso e innumerables muestras de felicitación. Porque detrás de La Gallega, de ese negocio próspero y exitoso que tanta fama se ha granjeado y que tan buen nombre ha dado también a la hostelería isleña, está la modestísima figura de Elvira y los años -un total de 43 ya- que lleva entre los fogones, abriendo cada mañana el local y tirando de un negocio modesto, que no siempre lo tuvo fácil y que se ha ganado su fama a pulso.
"Desde luego no sé cómo agradecerlo", apunta la homenajeada, que insiste en que no ha hecho nada extraordinario en su vida. Solo trabajar "y tirar del carro". Y así -dice- hay muchos. "He tenido muchos ejemplos", asegura. Por eso agradece las numerosas muestras de cariño -de ahora y de siempre- que le llegan.
"Yo me siento de aquí: llevo más de 40 años en La Isla, de aquí son mis hijos y mis nietos. Aunque nunca he perdido mis raíces". Lo dice, eso sí, con este acento gallego que nunca ha llegado a perder. Y eso que se vino de su pueblo -uno de los que forman el municipio de La Estrada, en Pontevedra- cuando apenas tenía 19 años y conoció a su marido. "He tenido suerte", admite. "Siempre digo lo mismo: le han dado la vuelta al mapa de España y he caído en la otra punta".
Elvira enviudó joven, con apenas 30 años. Y con dos hijos a su cargo tomó las riendas del negocio familiar, al que le tocó además transformar en lo que es hoy. "Antes estaba aquí la lonja (en la plaza de las vacas) y abríamos a las cinco de la mañana para los cafés. Era otra historia" , recuerda. La plaza cambió. Y también el negocio, que empezó a meter cositas para comer y a dar muestras de la buena mano de Elvira en la cocina. Su popularidad fue creciendo poco a poco.
"No hay ningún secreto", asegura. "Solo trabajar, hacer las cosas lo mejor que una sabe y puede. Yo aquí hago las cosas como si fueran para mi casa, exactamente igual", apunta. De hecho, en este pequeño local de la plazoleta de las vacas echa, indefectiblemente, muchas más horas que en su casa. "Uf... Ni las cuento. Me levanto y me vengo para acá", reconoce Elvira. Pero no le pesan: "Me apasiona la hostelería. Esto, al que no le guste, se amarga. Pero al que le gusta, la vive", sentencia tras cuatro décadas de oficio.
Elvira, insiste, se siente recompensada. Por esas muestras de cariño que recibe -mañana le llegará la de los hosteleros de Asihtur- y también por las caras y muestras de satisfacción que ve entre sus clientes cuando salen de La Gallega después de degustar sus platos. Eso, advierte, es fundamental. Es la mayor recompensa que tiene el esfuezo y las horas de trabajo que echa en La Gallega.
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