La Venta de Vargas pone en pie al Teatro de Las Cortes

San Fernando/Era imposible conseguir que el genio del flamenco permaneciese encerrado en su lámpara mágica. Ni siquiera cuando los límites de esa lámpara los marca la mismísima Venta de Vargas, un lugar en el que el duende de este arte y el buen comer se llevan dando la mano desde hace más de un siglo. El pasado sábado, Día Internacional del Flamenco, la Venta y su historia se subieron al escenario del Real Teatro de Las Cortes con motivo del estreno del musical que resume la esencia que hace único a este establecimiento. Hablar de la Venta es hablar de flamenco del bueno y eso es, precisamente, lo que hubo sobre las tablas del teatro. 

Las expectativas eran altas y se llegaba con todas las entradas vendidas al debut de este espectáculo, que parte de una idea original del Javier Fernández, Carlos Rey y el propio gerente de la Venta de Vargas, Lolo Picardo. Los propios responsables de este montaje teatral eran sabedores del berenjenal en el que se metían y que afrontaban un reto difícil y exigente. Y lo cierto es que la cosa no pudo salir mejor: el aplauso y la satisfacción del público fueron unánimes y eso hace presagiar un prometedor recorrido para este montaje teatral.

 Venta de Vargas, musical flamenco es un espectáculo definido por el flamenco tradicional, por los palos de siempre. y cargado de verdad, sentimiento y un enorme respeto y admiración por la saga familiar que lo inició todo y por los artistas que han ido desfilando por la Venta durante más de cien años. Y como excepcional narrador e hilo conductor de esta historia un grande del baile flamenco: Antonio Canales, que pone su voz y algún que otro taconeo al servicio del relato. 

Este musical recorre parte de la historia de la Venta a través de nueve escenas en las que tiene gran peso la historia de amor de Catalina Pérez y Juan Vargas, que con tanto esfuerzo se hicieron con la Venta de Vargas e iniciaron el camino que le llevo a ser lo que es. En este montaje ambos adquieren los rasgos de la bailaora María Guerrero y Carlos Carbonell, que también es coreógrafo del espectáculo. Dichas figuras protagonizan pasajes como Orígen, La boda. Amor o La muerte de Catalina. 

También hay espacio en el espectáculo para el cante por cabales, en torno a una mesa y un buen vino; para aquella Venta en la que iban los toreros a vestirse antes de su faena; y para recordar a Camarón de La Isla, el más grande cantaor que ha dado el flamenco y cuyo talento se forjó en la Venta de Vargas durante su juventud. 

El momento de mayores y más curiosos contrastes tiene lugar durante la escena Señoritos y Nazis ,cuando en una juerga flamenca irrumpen unos oficiales con uniforme de las SS tratando a los artistas como bufones y tirándoles dinero a cambio de cante y baile. Un incómodo suceso que tuvo lugar en la Venta de Vargas en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y en el que, afortunadamente, el arte flamenco se alzó victorioso.

Sin duda el momento más divertido del musical es el pasaje La buena comida, en el que Paca Rodríguez encarna a Lola Flores y canta a las muchas virtudes culinarias de la Venta de Vargas, sin dejarse las archiconocidas tortillitas de camarones o su berza gitana. La interpretación y la extraordinaria vis cómica de esta cantaora y bailaora fue para muchos una gran sorpresa y el público la situó entre lo favorito de la función otorgándole un gran aplauso. 

Destaca además el gran nivel del cuerpo de baile y de un grupo de músicos y cantaores entre los que se encuentran la guitarra de Juan Manuel Fernández y las voces de Antonio Lizana, Trini de La Isla o Carmen La Shica.

En definitiva, Venta de Vargas. Musical Flamenco, impulsado por Flamenco de La Isla con el patrocinio del Ayuntamiento de San Fernando, tiene todos ingredientes necesarios para triunfar allá donde vaya y para conquistar cualquier teatro que se le ponga por delante.