Vía Crucis de Caridad en San Fernando: la Cuaresma se hace tangible en la castrense

San Fernando/La lluvia ha vuelto a colarse en la Cuaresma para truncar los planes de las hermandades. Así que en este primer lunes de la cuenta atrás para un nuevo Domingo de Ramos San Fernando no se ha podido recrear con esa imagen ya clásica de una parihuela surcando con elegancia las calles de camino a la Iglesia Mayor y rodeada de gente para presidir el Vía Crucis de las Hermandades y, de paso, para anunciar que esto ya está aquí y no hay quien lo pare.

No ha podido ser. Y otra vez ha sido por la lluvia. O por la previsión de lluvia, mejor dicho, que ya un día antes -en la tarde del domingo- llevó al Consejo y a la hermandad de la Caridad, cuyos titulares han presidido este año el Vía Crucis, a tomar la decisión de llevar a cabo este solemne acto en el interior de la parroquia castrense de San Francisco.

Los pronósticos de la Aemet apuntaban a un 100% de lluvia segura y hasta a una alta probabilidad de tormenta para esta franja horaria, motivos de sobra para dar marcha atrás. Aunque la tarde, luego, se presentara mucho mejor de lo esperado ya que solo cayeron unas gotas poco después de la seis, lo que hizo pensar a más de uno que si se hubiera demorado la decisión hasta el mismo lunes habría sido posible asumir el riesgo y echarse a la calle.

Pero mejor así. Esas imágenes que se han visto durante el fin de semana (en otras ciudades) de hermandades mojándose con motivo de un traslado o en un vía crucis resultan completamente innecesarias y evitables. Así que nada que objetar a la decisión. Porque además a eso de las diez de la noche cayó también un breve pero intenso chaparrón que podría haber sorprendido a la hermandad en su camino de regreso.

En todo caso, el Vía Crucis, que después de la imposición de la ceniza se presenta como al gran acto introductorio de la Cuaresma, ha brindado una estampa inédita al llevar este acto penitencial con todo su recogimiento al interior de la castrense, que se ha llenado de fieles para arropar a la hermandad del Martes Santo en esta tarde tan especial. Allí, en el presbiterio, bajo la siempre impresionante Inmaculada que pintara Salvador Maella aguardaban los titulares de la cofradía -la Virgen de la Caridad y el Cristo de la Salvación- para llevar a La Isla cofrade de la mano hacia la Cuaresma. Una invitación que, desde luego, ha merecido la pena, aunque los planes iniciales fueran otros muy diferentes. El Vía Crucis ha cumplido de sobra con la misión cofrade de este primer lunes de la Cuaresma.

La parihuela -cedida para la ocasión por la hermandad de Humildad y Paciencia- se ha movido levemente al inicio del acto para reubicarse y presidir el acto desde la nave central del templo mientras sonaban los acordes de Caridad para mi hijo -una pieza muy especial para la hermandad- en unos minutos que han llenado de solemnidad el interior del templo, que en penumbra ha dado comienzo a la lectura de 15 estaciones con sus respectivas meditaciones.

El recorrido espiritual que brinda el vía crucis se ha ido marcando también, como es costumbre, con la cruz de guía de la hermandad alrededor del templo y ha estado acompañado por un selecto repertorio musical (también cofrade) y por las voces del ensemble Jubilate Deo. El padre Gonzalo Núñez del Castillo, arcipreste de la ciudad y párroco del templo, se ha encargado de presidir este acto que ha culminado pocos minutos antes de las diez de la noche.

La Virgen de la Caridad, vestida con su antiguo manto procesional y con la saya más antigua que tiene, bordada por las hermanas Matute, ha ofrecido además su imagen más clásica y más isleña en este primer lunes de la Cuaresma en el que San Fernando abraza definitivamente la cuenta atrás y se engancha a una nueva Semana Santa que está por llegar a La Isla.